ENTREVISTA

Agustí Villaronga: "Me he puesto a rodar como acto de rebeldía"

El director mallorquín rueda en Felanitx su próxima película, 'El ventre del mar', inspirada en una obra de Alessandro Baricco

Agustí Villaronga, en el barrio de El Terreno de Palma

Agustí Villaronga, en el barrio de El Terreno de Palma / periodico

Beatriz Martínez

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Sobrevivir después de un naufragio. No hay nada más metafórico en estos momentos. Ese es el punto de partida del nuevo proyecto de Agustí Villaronga, ‘El ventre del mar’, surgido durante el confinamiento y que se rueda estas semanas en Felanitx, en la isla de Mallorca, su tierra natal. El autor vuelve a las esencias de su cine, subversivo y dispuesto a escarbar en las contradicciones del ser humano, en su lucha interna por exorcizar sus demonios, en una apuesta a medio camino entre la representación teatral y la experimentación estética. Villaronga atiende a EL PERIÓDICO vía telefónica.

¿Qué le empujó a escribir esta historia durante la cuarentena?

Llevaba muchos años dándole vueltas, es un proyecto muy antiguo que parte de la novela de Alessandro Barricco ‘Oceano Mare’ y en concreto de un capítulo titulado ‘El vientre del mar’. En él se narran los acontecimientos reales que tuvieron lugar en 1816, cuando se hundió una fragata de la marina francesa en las costas de Senegal. Algunos tripulantes construyeron una barca de 12 metros de largo y ahí se metieron 147 personas de todas las clases sociales. Un escenario de auténtica pesadilla donde ocurrieron cosas horribles. Esta imagen fue inmortalizada por Théodore Gericault en el famoso lienzo ‘La balsa de la Medusa’, que está en el Louvre.

En los últimos tiempos había estado centrado en su faceta teatral.

Estaba a punto de estrenar ‘La casa de los nombres’, de Colm Tóibín, en torno a la figura de Clitemmestra, con Núria Prims, pero entonces empezó la pandemia y todo se paralizó. Además, este proyecto, ‘El ventre del mar’, iba a ser en principio una obra teatral. Intenté sacarla adelante en muchas ocasiones y no hubo manera, hasta que durante el confinamiento decidí darle una vuelta y adaptarla a un formato cinematográfico.

¿Qué era lo que más le interesaba de ese texto?

Que transcurre en el pasado, pero todo lo que cuenta se puede trasladar perfectamente al presente, a la situación de los refugiados, a la tragedia de los inmigrantes que cruzan el océano en pateras, al racismo que sigue estando presente. Y ahora, con la COVID, al sentimiento de desprotección, de abandono social.

Lo ha definido como un proyecto pequeño, pero con ambición artística.

Lo concebí para hacerlo en las situaciones actuales, presupuesto pequeño e imaginación. Va a ser una película con muchas capas, en la que se mezcle la ficción con los espacios mentales, y en la que habrá colaboraciones de Francesco Zizola (imágenes reales de un naufragio) y de Jason DeCaires Taylor y sus esculturas submarinas. Además, mezclaremos el color, el blanco y negro y los infrarrojos.

Entre sus referencias aparece ‘El faro’, de Robert Eggers.

Son películas muy centradas en la atmósfera y en los personajes, en el choque entre ellos. En este caso los dos protagonistas representan dos puntos de vista respecto al mismo suceso. Savigny (Roger Casamajor) es un médico muy cuadriculado que representa el poder y Thomas (Oskar Kapoya) es un marinero raso con una visión más humana de la tragedia.

¿Cómo está siendo el rodaje en estas condiciones?

Acabamos de terminar la primera semana (serán tres) y por el momento estamos al día. Es pesado, porque el equipo es muy reducido, aunque su disposición es asombrosa. Los espacios están todos inundados, son enormes, lo que tampoco resulta cómodo, pero lo importante es respetar los protocolos.

¿Cómo ve el panorama del cine español en estos tiempos de crisis?

Pues lo único que se me ocurre es juntar las manos, mirar al cielo y esperar que las cosas no sean tan terribles como se espera. El panorama resulta desolador. Las salas de cine siguen siendo necesarias, porque Netflix no es la panacea de todo. Esta película, por ejemplo, creo que solo encajaría en Filmin. En nuestro caso no es grave, porque hay poco riesgo económico, pero para una película de presupuesto normal, esta situación es una catástrofe.

Usted ha sentido la necesidad de rodar tras el confinamiento, ¿por qué?

Esta película nace como un acto de rebeldía. La cultura siempre parece estar en crisis, y ahora con esta enfermedad todavía más. Pero no se puede estar parado, hay que seguir, seguir creando y arriesgando.