PAISAJES CON MÚSICA Y LETRA (3)

Jack Johnson, de Hawai a la Costa Brava

Jack Johnson se ha inspirado en la costa ampurdanesa para escribir algunas de sus canciones de amor, acogido en Sant Feliu de Guíxols por Eduard Estivill y Montserrat Domènech (Falsterbo)

Eduard Estivill y Jack Johnson, en Porta Ferrada, en el 2018

Eduard Estivill y Jack Johnson, en Porta Ferrada, en el 2018 / periodico

Jordi Bianciotto

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En los conciertos de Jack Johnson en Catalunya no es extraño que suba a escena una pareja, “Eddie and Montse”, a cantar con él alguna estrofa en catalán. Así ha sido, dos veces, en el Cruïlla (2011 y 2014), y una en Porta Ferrada (2018). Ellos son Eduard Estivill y Montserrat Domènech, la pareja Falsterbo, los responsables, a través de su hija Carla, de que el autor de ‘Better together’ haya encontrado en la Costa Brava un lugar que, aun sin suministrar quizá las olas perfectas de su Hawai natal, le haya inspirado algunas de sus más sentidas canciones de amor.

Las raíces de la historia quedan lejos. Hay que viajar a la California de 1966, cuando un Eduard Estivill de 18 años se vio disfrutando de una beca de estudiantes en Carlsbad, entre Los Ángeles y San Diego, frente al océano. Menuda bicoca: dos cursos, en plena ‘revolución del amor’, “acudiendo a la ‘highschool’” y, los viernes por la tarde, a los conciertos en la playa de The Mama’s & The Papa’s, The Beach Boys, The Byrds, The Hollies, The Lovin’ Spoonful...

“Un día nos llevaron a una charla con Jack Kerouac y Allen Ginsberg, hablándonos del LSD, y de repente nos sacaron a ‘unos amigos’ que cantaban: ¡Y eran Bob Dylan y Joan Baez!”, recuerda Estivill, que a su vuelta creó Falsterbo 3 y se integró en el Grup de Folk, y que bromea con su aventura americana sin mitificarla. “Yo no era entonces plenamente consciente de lo que significaba”.

El estudiante surfero

Brotó durante su estancia la amistad con la familia Tell, que se conservaría a lo largo de los años y que, casi tres décadas después, en 1994, repitiendo la peripecia transatlántica, acogió a la joven Carla, la hija de Estivill y Montse Domènech. Los Tell, los “papás americanos” de Carla, tenían una hija, Kim, que salía con un chico llamado Jack, surfero y estudiante de imagen y sonido en la Universidad de Santa Barbara.

Tres años más tarde, los Estivill-Domènech recibieron una llamada: eran Kim y Jack, que estaban de viaje por Europa y habían recalado con la furgoneta en el camping La Ballena Alegre, de Viladecans. “Él se había quemado la mano con el depósito del agua y me lo llevé a nuestra casa de la playa de Sant Pol, en Sant Feliu de Guíxols. Le curé, y se quedaron un par de semanas con nosotros”, explica Eduard Estivill. El surfero había sufrido una lesión que le apartó de las olas, y hacía incursiones con la guitarra. “Un día me cantó una canción suya y le dije: ‘no está mal, ¿pero sabes alguna de los Beatles?’ Mi olfato para descubrir talentos es sensacional”, se mofa el cantante y doctor, reconocidísimo especialista en medicina del sueño.

Macarrones en la cala

La pareja regresó en el 2000, en su viaje de bodas, y más y más veces en adelante, echando raíces en la Costa Brava, que como el mismo Jack Johnson ha afirmado, ha sido una fuente de inspiración de sus canciones románticas. “Hemos recorrido el Empordà con ellos, sitios como Peratallada y muchos otros, aunque lo que más le gusta es la costa e irla descubriendo desde el mar. Tenemos una barca de seis metros y salimos juntos y nos comemos unos macarrones en una cala, y ellos, con sus hijos, se lo pasan bomba”.

La amistad dio el salto a los escenarios en el Parc del Fòrum, en el festival Cruïlla, cuando Johnson pidió a Eddie y Montse que cantaran con él su tema ‘Home’, parte del cual Estivill catalanizó. En las siguientes ocasiones convirtieron ‘I got you’ en ‘Ja hi ets tu’ (esta, adaptada por Isidor Marí) y ‘Sunsets for somebody else’ en ‘Postes de sol per algú’.

Las complicidades no han hecho más que crecer en estos años. Y la admiración por esa pareja que parece vivir muy ajena a los brillos de la estrella pop. “Jack monta sus giras en verano para que sus hijos no se pierdan clases”. Hablamos de una familia muy comprometida en cuestiones medioambientales. “Han llegado a comprar una montaña en Hawai para que no se pueda construir en ella”.

Y la historia sigue: Carla tiene tres hijos, como Jack y Kim. “Y ya tienen planeado que cuando tengan 17 o 18 años los mandarán de intercambio a California”.