CRÓNICA

Los Secretos y Coque Malla esquivan en 'revival' en Porta Ferrada

Los autores de 'Déjame' y el exlíder de Los Ronaldos lucieron su despierto presente en un sustancioso doble concierto en Sant Feliu de Guíxols

Concierto de Los Secretos en Porta Ferrada

Concierto de Los Secretos en Porta Ferrada / periodico

Jordi Bianciotto

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Muchos artistas pop acuñados en los 80 han acabado acomodándose en la casilla del ‘revival’ crónico, pero tanto Coque Malla como Los Secretos son ejemplos de una actitud distinta. Ambos han ido refrescando sus cancioneros y mantienen vivas las razones por las que suben al escenario, a veces con muchos elementos en contra, ya sean los vaivenes de las modas o incidencias más graves: la muerte de Enrique Urquijo, hace ya casi 21 años, en el caso de los segundos. Oficio y tensión artística siguen de su lado, permitiéndoles consumar señores conciertos como los de este viernes en Porta Ferrada.

Coque Malla vive tiempos particularmente gratos, y la reducción de formato inducida por la pandemia no le ha restado relieves: estacionada la gira ‘¿Revolución?’, que recaló con nervio (y una hermosa banda) en Razzmatazz hace seis meses, se presentó esta vez en un tándem con el pianista David Lads con el que siguió siendo él mismo, a lomos de un repertorio apuntalado en sus últimos álbumes. Aunque en ‘Un lazo rojo, un agujero’ perdiera elasticidad ‘funky’, se creció un Coque batallador y narrativo, con dotes de actor, tan presto a acogerse a un ritmo primitivo a lo Bo Diddley en ‘Este es el momento’ como a deleitarse en filigranas melódicas como ‘El árbol’ y ‘La señal’, esta bajo el influjo de The Divine Comedy.

Huyendo de los 80

Muy pocas citas a Los Ronaldos y voluntad manifiesta de sacudirse de encima toda naftalina. “Volvemos al presente, ¡ya está bien de los 80!”, soltó Malla tras mirar fugazmente hacia atrás en ‘Guárdalo’, con una mezcla de alivio y de queja. O de reproche al público que pudiera esperar una mayor cuota de éxitos lejanos. Se oyeron gritos de protesta, hay que decir. Pero Malla tenía claro su rumbo, con la vista fijada en ‘No puedo vivir sin ti’, uno de los símbolos de su singladura en solitario.

Los Secretos son un poco menos radicales y en sus conciertos casan su obra de ayer con la de hoy de un modo pulcro y sentido. Les da igual que su pop con ecos de country y soft-rock pueda resultar alienígena para algunos jóvenes oídos, y sus canciones más frescas, las de ‘Mi paraíso’ (2019), desplegaron sus juegos armónicos y sus dinámicas esbeltas. Con trazos de melancolía generacional en ‘Si pudiera parar el tiempo’, tema “inspirado en la gente grandiosa que se ha ido marchando”, deslizó Álvaro Urquijo, que citó a David Bowie, Antonio Vega y a su propio hermano Enrique.

Puesta en escena de sexteto, formato que Álvaro llamó “híbrido”, medio acústico medio eléctrico, “sin timbales, ni Hammond, ni piano”, pero con aptitudes para brindar matices y elaborar sobrios clímax emocionales. También en piezas de “fondo de armario”, como ‘No vuelvas nunca más” o ‘El hotel del amor’ (compuesta esta por Álvaro y otro ausente, Manolo Tena). En primera línea, Jesús Redondo al teclado y Ramón Arroyo con sus guitarras (y ciertos problemas técnicos), anclando un repertorio que, si bien no pasó por alto los clásicos (‘Ojos de gata’, ‘Pero a tu lado’, ‘Déjame’), dio un retrato sobrio de un grupo que, como Coque Malla, nos recuerda que otra manera de gestionar el peso de los 80 es posible.