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Las anécdotas del gélido rodaje de 'Blanco en blanco' según su director

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Eduardo de Vicente

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Acaba de llegar a las pantallas una de las películas más atípicas de la temporada, Blanco en blanco, un neowéstern dirigido por el hispano-chileno Théo Court (Ocaso) y protagonizado por Alfredo Castro (El club, Rojo) junto al alemán Lars Rudolph (Corre Lola corre, La princesa y el guerrero) y la española Lola Rubio. La acción transcurre en Tierra del Fuego a principios del siglo XX. Hasta allí se desplaza un fotógrafo con la intención de retratar la boda entre un terrateniente, mister Porter, y su futura esposa, prácticamente una niña. Durante esos días descubrirá la relación entre sus esbirros y los indígenas y quedará fascinado por la belleza y la fotogenia de la pequeña.

Es un filme con una fotografía muy cuidada, repleto de paisajes que arranca en la nieve para acabar en el desierto. Tiene escasos diálogos, muchos de ellos en inglés, es minimalista, dura, áspera, lánguida y muy simbólica y su conclusión es demoledora, una reflexión sobre el arte y la estética, incluso de una barbarie. El propio director, Théo Court, nos explica las anécdotas surgidas durante el duro rodaje del filme.

-Figurantes por accidente. “Ante la falta de gente alrededor de la zona donde iríamos a grabar decidí que en el equipo técnico de la película debía haber determinadas fisonomías que me sirvieran para introducirlos como extras, fisonomías europeas. De esta manera, muchos de los figurantes que hacen de mercenarios en el filme son gente del equipo como el utilero, armero, asistente de cámara, etcétera.

-Un largo viaje. “Para llegar a Tierra del Fuego dos camiones de arte, cámara e iluminación tuvieron que tomar un barco en Puerto Montt, 1.000 kilómetros al sur de Santiago de Chile para embarcarse durante cinco días y llegar a Puerto Natales para luego hacer otro día más de traslado hasta llegar a la localización, atravesando el estrecho de Magallanes”.

-Punto de reunión. “Los equipos estaban separados por 80 kilómetros, ya que no había más hospedaje en el desolado paisaje, 30 personas en Lago Blanco y 15 en un aserradero en Russfin, cerca de la localización original, a 400 kilómetros de la ciudad más cercana, Porvenir. De esta manera, los equipos se reunían en Russfin. Tenían una hora y media de trayecto hasta llegar a ella...”

-Todo en contra. “Era el tercer día de rodaje en Tierra del Fuego. Las temperaturas llegaban a los 18 grados bajo cero por la noche, los caminos se transformaban en una pista de hielo, el camión de arte se volcó y los vehículos de Lago Blanco no podían salir hacia la localización. Se tuvo que cancelar el rodaje por ese día. Y me hizo temer que todo el rodaje fuera cuesta arriba ante la perspectiva de que todos los días fueran así por las bajas temperaturas nocturnas en la zona”.

-Un adiós con sorpresa. “El paisaje de Tierra del Fuego nos despidió con un manto blanco de nieve, algo que siempre fue inestable durante el rodaje, se buscaba más nieve de la que hubo. Pero en esa mañana blanca, parecía que el paisaje nos susurrara que debíamos seguir permaneciendo allí. Pero no, era la despedida del paisaje y se iban escondiendo nuestras huellas”.

-Tierra de Canarias. “El rodaje prosiguió en la isla de Tenerife, dos meses después del rodaje en Tierra del Fuego. Varios de los interiores de la película iban a ser rodados en Garachico, los exteriores en Teno Alto y tuvimos que convertir el Teide en los parajes helados de Tierra del Fuego. Tuvimos que enlazar pasillos rodados en Tierra del Fuego con habitaciones rodadas en Garachico. Al rodaje se unieron varios de los actores principales que no fueron a Tierra del Fuego como Lars Rudolph y Esther Vega, la niña de 11 años que interpreta a Sara, la futura esposa de Mr. Porter”.

-Una escena con consecuencias. “Hubo una escena importante en el film que no estaba en el guion, es cuando Pedro (Alfredo Castro) tras ser golpeado va a la casa del propietario (Lars Rudolph) a pedirle ayuda y se lo encuentra allí con Aurora (Lola Rubio), ambos borrachos. Dicha escena nunca estuvo contemplada en el guion pero de ella surgió luego el vínculo entre los actores Lars y Lola del que nació una hija, Lupe”.

-Un afortunado accidente. “Una de las escenas claves del filme rodada en El Teide, tuvo su origen en un accidente climático. Mientras estábamos rodando otra secuencia de la película, a lo lejos, a dos kilómetros aproximadamente vimos junto a José Alayón, director de fotografía, un remolino o ráfagas de viento que se evidenciaban por una arenilla que poseía dicho espacio. Mirándolo desde lejos, y con la certeza de que le vendría muy bien dicho elemento a la escena, decidimos trasladarnos hacia allí y rodarla en el epicentro de las ráfagas que, apoyadas por un contraluz del sol, hacía de la secuencia una imagen en constante mutación”.

-Un plano final en continuidad. “Otra decisión para apoyar más esta idea era que el sol debía ponerse en la montaña de atrás justo al final de la secuencia. De esta manera, la imagen se transformaba aún más desapareciendo el contraluz y descubriendo lo que escondía la imagen; la ráfaga de viento final fue todo un regalo de ese fragmento de espacio donde ocurría lo que no ocurría en otros lugares de El Teide en ese instante. Para lograr y coordinar esto era muy importante la acción de Alfredo Castro, que entraba y salía de cuadro detrás de la supuesta cámara de fotos que era, en realidad, la cámara de cine. Así, cuando Alfredo salía de cuadro yo le indicaba a qué persona debía mover su personaje para lograr la composición exacta y así poder manejar también la puesta de sol y el fin del plano. Finalmente el plano duro 5 minutos y medio”.