ESTRENO EN PLATAFORMAS

Mimo y héroe contra los nazis: el pasado de Marcel Marceau

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Nando Salvà

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Si la mayoría de nosotros conocemos cómo se hace la mímica, eso es en gran parte gracias a Marcel Marceau. El francés, nacido Marcel Mangel, se inspiró en Charlot para crear su ‘alter ego’ en escena -cara pintada de blanco, camiseta a rayas, pantalones blancos de marinero y sombrero de copa del que brota una flor roja- y, en su piel, se convirtió en el mimo más grande del mundo; un solo ademán suyo, una única mueca, era capaz de articular todas las emociones del mundo. Casi nadie sabe, en cambio, que antes de crear ese personaje Marceau usó sus habilidades gestuales con otro fin: sacar a niños judíos de forma clandestina de la Francia ocupada por Hitler y trasladarlos a Suiza a través de los Alpes, evitándoles así una muerte casi segura en los campos de concentración; lo hizo en varias ocasiones desde que fue reclutado para la disidencia antinazi por su primo, Georges Loinger, miembro de la organización humanitaria conocida como Sociedad de Ayuda a la Infancia y a su vez responsable directo de poner a salvo a más de 350 huérfanos. Es ese sorprendente episodio de su vida el que recrea el <strong>'biopic' ‘Resistencia’,</strong> recién estrenado en plataformas digitales. 

Marceau, pues, fue un héroe, pero uno reacio; no le gustaba hablar de las vidas que salvó. «Supongo que le parecía inapropiado sacar pecho por sus acciones, porque le parecían nimias si se comparaban con los millones de personas que murieron en el Holocausto”, explica el venezolano Jonathan Jakubowicz, director de ‘Resistencia’. «Además, la mayoría de quienes sobrevivieron a los campos de concentración nunca más fueron capaces de hablar de ello, y Marceau dijo una vez que su propio silencio, y su uso de él como herramienta esencial de su arte, era una forma de honrarles”.

Como afirmaría posteriormente él mismo, eso sí, parte de la tristeza que transmitían los movimientos de Marceau sobre el escenario provenía de un trauma personal: su propio padre, Charles Mangel, fue asesinado en Auschwitz en 1944. Y ese es solo uno de los motivos por los que Jakubowicz comprendió que Jesse Eisenberg era el actor idóneo para darle vida. “Jesse perdió a buena parte de sus antepasados en la guerra, y la rama polaca de su familia proviene de la misma localidad que la de Marceau”, asegura el director. “Además, la madre de Jesse actuaba como payasa en fiestas infantiles, así que él pasó la infancia contemplando pantomimas”.    

Llevaba a los pequeños de la Francia ocupada a la frontera suiza y les audaba a sobrevivir 

Como recuerda ‘Resistencia’, durante la guerra Marceau usaba gestos como el que años después lo harían famoso -al pasarse la mano por el rostro, su expresión pasa de la tristeza a la felicidad- para aliviar el dolor de niños que, en muchos casos, habían sido testigos directos del asesinato de sus padres. Pero no solo para eso; también les enseñaba la importancia del silencio para sobrevivir, y su estrategia queda ilustrada en una escena de la película en la que un grupo de nazis encabezados por Klaus Barbie suben al mismo tren que lleva al mimo y a su delicada carga a la frontera suiza.

A Barbie, recordemos, se lo conocía como ‘El carnicero de Lyon’, y ‘Resistencia’ deja muy claro por qué. “Pero en todo caso me esforcé por no retratarlo simplemente como un monstruo”, aclara Jakubowicz. “Muchas de las películas sobre el Holocausto caricaturizan a los nazis, y me parece un error. Creo que la única forma de asegurarnos de que algo tan terrible nunca vuelva a suceder es comprender que Hitler y sus seguidores fueron seres humanos, y que estaban convencidos de estar haciendo lo correcto”.

"Empleados de supermercado o repartidores arriesgan hoy sus vidas" 

 Jonathan Jakubowicz

— Director de 'Resistencia'

El director es descendiente de supervivientes del Holocausto por parte tanto de padre como de madre, y es por eso, señala, que durante años pensó que nunca podría hacer una película sobre el nazismo. “Sentía que mi implicación emocional en el asunto era demasiado intensa”. Cuando conoció la historia de Marceau, sin embargo, se dio cuenta de que no habla del exterminio, sino que es un relato de salvación. “La de cientos de niños pero también la de un artista que encuentra su propia voz en cuanto deja de pensar de forma egoísta en su talento y empieza a usarlo para ayudar a los demás”. En Marceau el director ve a alguien cuyas facetas heroica y artística se resumen en la palabra que da título a la película. «La mímica se basa en el sacar provecho expresivo a la ilusión de un objeto o una fuerza que ofrece resistencia: una pared que impide el paso, una racha de viento que ofrece resistencia. Nada de eso existe realmente, pero el público tiene la sensación de que sí”.

Ante la pandemia

En la peripecia vital del mimo, añade Jakubowicz, es fácil encontrar paralelismos con las de todas esas personas que en los últimos meses se han erigido en héroes que no quieren ser tratados individualmente como tales. “La película muestra cómo la gente corriente saca fuerzas de flaqueza para enfrentarse a un mal terrible, y eso es precisamente lo que en los últimos meses han hecho los empleados de supermercado y los repartidores de comida a domicilio: arriesgar sus vidas para mantener a flote a la sociedad. Ahora más que nunca es necesario contar historias de sacrificio y valentía, de la posibilidad de trabajar juntos contra un enemigo común, y de toda la fuerza y resiliencia que los humanos somos capaces de mostrar en los momentos más oscuros».

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