EL LIBRO DE LA SEMANA

Crítica de 'Calypso': Sedaris se pone sentimental

El autor estadounidense firma su obra más personal, un libro de cuentos centrado en la familia

zentauroepp54309669 icult200731133231

zentauroepp54309669 icult200731133231 / periodico

Mauricio Bernal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La publicación de un libro de David Sedaris es un acontecimiento en el mundo de la literatura del buen humor. Queremos tanto a Sedaris que en cuanto vemos una obra suya en la mesa de novedades se nos ilumina el rostro con una sonrisa oblonga, prólogo y anhelo de las risas, algunas a mandíbula batiente, que suele desatar la lectura de sus cuentos. Sabemos que podemos anhelarlo porque hemos leído antes los relatos de ‘Cuando te envuelvan las llamas’, ‘Un vestido de domingo’ y sobre todo ‘Cíclopes’, que en cualquier antología de Sedaris tendría más de una pieza que aportar. Por ejemplo, ‘Con nuestros mejores deseos’, o la desopilante ‘Crónicas desde Santa Land’. Queremos tanto a Sedaris que podemos admitir que no encaja en la definición de maestro, pero su prosa sencilla, ingeniosa e irónica tiene el secreto de la risa, ese deslumbrante tesoro pirata. Hay escritores que venden su alma por poseerlo.

Y sí: vuelve Sedaris. Lo hace con ‘Calypso’, su más reciente obra, editada en castellano por Blackie Books. Decir de un escritor que ha hecho vocación de depurar su vida en busca del meollo cómico de la existencia que esta es su obra más autobiográfica es mucho decir, pero no por eso es menos apegado a la verdad. La mayor parte de los cuentos de ‘Calypso’ son una mirada al pasado y a la familia, y están escritos con una atención especial al tema del legado: lo que absorbemos de la gente (padres, madres, hermanos, la pareja) que durante años nos ha obsequiado con su amor. Sedaris bucea en la relación con su padre, su madre y sus hermanos, pero no en busca de la clave maestra de lo hereditario, que es inexpugnable, sino, parece, por el narrativo placer de relatar a la familia. Sedaris, a su manera, se ha puesto sentimental.

Sonrisas de complicidad

Es teniendo en cuenta esto que debe valorarse que no sean las grandes carcajadas de antaño lo que nos depare su lectura, sino más bien sonrisas de complicidad con un hijo y hermano que mira al pasado de la única manera en que sabe hacerlo: con humor. Queremos tanto a Sedaris que comprendemos que si en algunos pasajes su finura flaquea es porque la distancia que hay que establecer con lo relatado para hacer reír acaso le era más difícil mantenerla: en algunos pasajes al lector lo asalta la sensación de que el autor ha sido secuestrado por su propia tradición, y de que le gustaría deponer el útil humorístico y cambiarlo por otro más ajustado a sus objetivos.  Si uno fuera un Sedaris le gustaría creer que es un libro escrito para la familia, pues con ella ha hecho lo que al fin y al cabo todo escritor debe hacer, y de lo cual debe sentirse orgulloso: salir de su zona de confort. ‘Calypso’ no es otra cosa que su libro más personal hasta la fecha.

La mayoría de los relatos tienen lugar en la casa donde se junta la familia para veranear, lo cual establece un anclaje: ‘El Mar Quesito’ –así se llama– es el lugar desde donde se mira al pasado, a la vez que el pasado hacia donde Sedaris mira. ‘Calypso’ es evidentemente algo más que una recopilación de cuentos. Sedaris nos invita a su casa. Habíamos tenido atisbos de su intimidad en libros anteriores, pero esta vez va en serio. Y en esa casa hay un tipo que sabe hacer reír, incluso cuando busca a sus fantasmas.