CRÍTICA DE CINE

'Mi semana extraordinaria con Tess': solitarios y excepcionales

Quim Casas

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No es nada fácil hacer películas infantiles que se rebelen contra los tópicos y, además de servir de evasión y diversión para el público más pequeño, sean capaces de tratar temas con los que se puedan identificar los niños que las vean. 'Mi semana extraordinaria con Tess' es uno de esos contados y excepcionales casos. Sam, su tímido protagonista, de 10 años de edad, está pasando unos días en una localidad costera con sus padres y su hermano mayor. Su hermano se lesiona en un tobillo y él conoce a una chica un poco mayor que él, Tess. 

"La gente pensaba que yo era raro, pero esta chica sí que es rara", dice al poco de conocerla. De este modo comienza una relación atípica en un filme inteligente en el contexto del cine infantil en el que se mueve. Unas secuencias después, Sam reflexiona en cómo se sentirá al quedarse solo. "Soy el más pequeño de la familia y todos morirán antes que yo", piensa con toda naturalidad. Decide entonces hacer un entrenamiento de soledad. Si practica lo suficiente, cree que después no le costará tanto estar solo. A continuación, la cámara se alza hasta mostrarlo como una figura diminuta en la inmensidad de la playa, sin nadie a su alrededor. Simple pero efectivo.