CRÓNICA

Fascinados por Xavier Cugat

El espectáculo 'I sing a song about bananas' recreó con detalle y agudeza en el Grec el exuberante imaginario del músico de Girona

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Jordi Bianciotto

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Aunque se le recuerde como gran hedonista y tremendo sátiro, Xavier Cugat fue en primer término el introductor de las músicas latinas en las era de las grandes orquestas de baile, con ritmos y arreglos que en los años 40 y 50 volvieron turulatos a los estadounidenses. Por eso, ‘I sing a song about bananas’ suministró, en su simpático estreno de este martes en el Teatre Grec, mucha más música que teatro, si bien las canciones, 14 en total, se sucedieron acompañadas de gráciles pinceladas que las ponían en contexto y ampliaban los amplios contornos de nuestro simpar ‘Coogie’.

Papel este encarnado por el actor Xavier Ruano, impecable con sus trajes, sus pajaritas y esa sonrisa bajo el bigote propia de aquellos a quienes todo les ha salido bien. Incluyendo tener muy cerca a admirables señoras como Rita Montaner, su primera esposa, a la que Anna Moliner evocó con su acento cubano, su falda de tubo y su voz agudísima en ‘El manisero’. La camaleónica Moliner centró los focos una y otra vez con su amplio repertorio de caracterizaciones: de la Rita Hayworth del alto estándar ‘Bewitched, bothered and bewildered’, con deriva a golpe de swing y claqué (a cargo del también multitarea Ferran Vilajosana), a una Carmen Miranda con tocado de frutas en ‘Tico tico’, y de ahí al sinuoso chachachá ‘Me lo dijo Adela’, en la que se quedó algo corta al revisitar la imbatible carnalidad de Abbe Lane.

Enmienda en escena

La visión de la mujer como trofeo del artista genial y proyección de su ego provocó una escena de protesta cuando Moliner-Hayworth deslizó que el ejército de los Estados Unidos llamó Gilda a la bomba atómica experimental que lanzó en 1946 en el atolón Bikini, asociando la femineidad al erotismo destructor. Fue un momento en el que la fantasía ‘cugatiana’ encajó una interferencia del presente, una cuña en aquella feliz banda sonora de otro tiempo, enriquecida por los matices de otros tres cantantes, Saphie Wells, Eva del Canto y Antonio Navarro.

El imaginario de Cugat era ajeno a esas observaciones, y tal cual siguió desplegándose de la mano de las frondosas instrumentaciones de la Original Jazz Orquestra del Taller de Músics, con David Pastor a la batuta. Ante los lujos exóticos de ‘Begin the beguine’ y el traqueteo del ‘Cuban mambo’ solo nos quedaba apelar a la conclusión de Ruano, cuando mirando hacia atrás, resumió: “Solo he querido hacer feliz a la gente, y estoy orgulloso de ello”.