CRÓNICA DE MÚSICA

El Petit de Cal Eril, benéfica oscuridad en el Grec

El grupo de Joan Pons deslumbró con el despliegue de su 'Energia fosca' de la mano del montaje lumínico de Calidos

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Jordi Bianciotto

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La ‘Energia fosca’ del último álbum de El Petit de Cal Eril es hermosa y benéfica, y así lució este domingo en la puesta en escena más mayestática de Joan Pons y compañía que podamos recordar, acompañada de las instalaciones de luz y color que diseñó Calidos, es decir, David Giribet. Como si el anhelo de este artista visual, con sus barras fluorescentes y sus dibujos de láser, fuera proyectar el alma de las canciones, el espectáculo se elevó un palmo por encima de esa grada atada a la resignada realidad covid-19, con sus distancias, sus mascarillas y su disfrute compartimentado.

El Petit de Cal Eril alcanzó en el Teatre Grec un grado de sumo refinamiento en la construcción de su sonido algodonoso y gravitatorio, de constitución liviana y con tensión interior. Pop, al fin y al cabo, aunque parezca venir de algún lugar del futuro: desde la misma ‘Energia fosca’, pieza que abrió la sesión, dominaron los planos de sintetizadores, pero sin atisbos de un synth-pop a lo años 80, sino abriendo otro camino. Escena hipnótica en el anfiteatro, con una audiencia a la que se le negaba la sonrisa, capturada por el semicírculo de columnas de ‘leds’ como si se tratara de un oscuro rito pagano.

Criatura tentacular

Fluyeron esas canciones que no suelen tener estribillo y que confían el clímax a un trazo de teclado, al par de notas justas que mueven el mundo. Para Pons, la pandemia confirma que “todos somos la misma persona y que, si tú te cuidas, cuidas a los otros”. Ese principio lo aplicó a la dinámica del quinteto, que operó como una criatura tentacular con capacidad para deleitarse estirando a placer ‘Amb tot’ y ‘Som transparents’, en un bis mentalmente apoteósico en el que se anotó con trazo limpio el clásico ‘Close to me’, de The Cure.