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Los Brodas Bros juegan con las luces y las proyecciones en su nuevo montaje

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Eduardo de Vicente

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La vida de los artistas no está siendo nada fácil estos días. La inmensa mayoría no pueden representar los espectáculos que tenían previstos y los pocos que tienen programadas actuaciones viven con la inquietud de no saber si se las suspenderán en el último minuto. Por ello es una gran noticia que podamos ver, aunque solo sea tres días, el nuevo montaje de Brodas Bros<em>Around the world</em>, una sucesión de números coreográficos para todas las edades que combinan baile, iluminación, proyecciones y efectos sorprendentes y que todavía se puede disfrutar hoy en el Teatre Victòria, dentro de la programación del festival Cruïlla XXS. Y la otra nota positiva es que ellos puedan reencontrarse con su público y que sientan más que nunca sus aplausos, lo que más echan de menos.

En primer lugar hay que respetar todas las normas sanitarias. Previamente nos envían un email para que nos identifiquemos y, una vez, en el teatro, debemos llevar las entradas descargadas en el móvil para que haya el contacto mínimo, la habitual ración de gel, mascarilla puesta y nos sitúan en nuestra zona donde nos repartimos para guardar las distancias con los demás. Que le quede claro a quien lo dude: la cultura es segura. Nos recibe una gigantesca pantalla donde vemos un grafitti en el que figuran ciudades, países y continentes (Barcelona, Palestina, China, Japón, Brazil, África…), términos relacionados con el baile (boogaloo, dance, breaking), la tecnología (roboting, technology) y mensajes (madre naturaleza, juntos o your life). Todos ellos tendrán su significado en el espectáculo. En el suelo, cuatro misteriosas cajas negras.

La magia de las luces y los primeros destinos

El primer número ya nos deja con la boca abierta. Varios componentes del grupo juegan con las luces que van saliendo de esos rectángulos sobre el escenario que mágicamente pasan de unos a otros, aparecen y desaparecen creando efectos ópticos asombrosos. En el siguiente apartado, el reto consistirá en integrarse en unas proyecciones. La sincronización entre los bailarines es perfecta tanto entre ellos como con la imagen en la pantalla. Llega el momento de que el público se sienta partícipe y uno de los Brodas baja a la platea con un mando a distancia y consigue que dos jóvenes espectadores se pongan a bailar. Son dos críos, pero lo hacen como profesionales. Seguramente está preparado, pero es igual, la sorpresa es mayúscula.

La fanfarria de apertura de las películas de la Fox da paso al empleo de unos cañones de luz que serán el prólogo a su anunciado viaje por el mundo que arranca en Japón frente a una pagoda mientras miramos atónitos los pasos de hip hop que ejecutan con una melodía de aroma oriental combinados con las formas geométricas de la pantalla. Nos vamos ahora a África-Brazil, con ritmos tribales y predominio del color rojo. Nuestro siguiente destino es Los Angeles donde la fotografía de una embarazada se multiplicará hasta el infinito mientras los personajes se van iluminando. Es el esplendor de la naturaleza. Unos fluorescentes van cambiando de manos creando formas insólitas que nos sorprenden.

De la emoción a la espectacularidad

El momento más emocionante es el de Palestina. En la pantalla se muestra el tristemente célebre muro y se rememora la imagen creada por el artista urbano Banksy de la niña con el globo en Cisjordania. Una chica corre tras el mismo y va apartando las piedras haciéndolas saltar por los aires entre los ooohs! de la platea… y ella también vuela. Poesía y simbolismo en un canto a la libertad que te deja con los ojos llorosos. Por si aún no hemos tenido bastante siguen con Chile y la Brigada Espacial. Se enfundan unas armaduras tipo tropas de asalto de Star Wars pero equipadas con luces de colores. Los vemos de cerca ya que se pasean por la sala (también por el anfiteatro) para luego, ya en el escenario, deslumbrarnos con sus evoluciones en las que aparecen en cualquier lugar por arte de magia y crean todo tipo de imágenes alucinantes que nos parecen increíbles y nos dejan impactados. El trayecto finaliza en la China con otra explosión de luces y sonidos.

Regreso a los orígenes

Para acabar, da la impresión de que se han dado cuenta de que nos han abrumado con tanta tecnología de láseres, leds y demás que se les ha olvidado lo principal, demostrar lo buenos que son bailando. Por ello, el desenlace arranca con lo que podríamos denominar una danza a cappella, desnuda, sin ningún tipo de sonido. Poco a poco, una música tenue va acompañándoles y demuestran su virtuosismo sin fin. La ovación es de escándalo. Y eso que el aforo, por medidas de seguridad, no está al completo, no es difícil imaginar que con la sala a rebosar hubiera sido aún más estruendosa.

Uno de los hermanos toma el micrófono para agradecernos nuestra asistencia y, en sus palabras, se nota la emoción por haber podido volver a sentirse artistas en directo, en un escenario, frente a la gente que los admira y recibir sus aplausos. Compartimos la admiración y también nos tocan la fibra. Como propina, nos regalan otro número espectacular y nos dejan proyectando un vídeo de sus giras con el Around the world de Daft Punk de fondo, para que vayamos saliendo escalonadamente. Poco más de una hora de disfrute total, niños incluidos, que salen a la calle moviéndose como sus ídolos y con una marcha más. Quien aún esté a tiempo, que no se pierda este ingenioso e imaginativo espectáculo que, esperamos, pueda verse próximamente con regularidad en la cartelera barcelonesa.