CRÍTICA DE SERIE

Antorchas humanas en la Praga ocupada

'Burning bush' reconstruye física y anímicamente la Praga ocupada por los soviéticos de 1969

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Quim Casas

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HBO recupera esta miniserie de tres episodios y cuatro horas de duración que reconstruye una serie de hechos reales acontecidos en la Praga ocupada por los soviéticos de 1969. ‘Burning bush’, ‘Horící ker’ en su títulos original, es una producción checa realizada por la directora polaca Agniezka Holland, quien tras despuntar en el cine de su país en los años 80, pasó al cine anglosajón en la década posterior y terminaría convirtiéndose en una firma prestigiosa de series de postín como ‘The wire’, ‘Treme’, ‘The killing’ y ‘House of cards’.

Los títulos de crédito ya marcan el escrupuloso trabajo en la reconstrucción física y anímica de aquel periodo. Holland utiliza imágenes de archivo en blanco y negro. En unas de ellas vemos a varios jóvenes checos bailando de forma claramente liberadora un tema instrumental de rock en alguna discoteca. En otras, los tanques soviéticos se pasean amenazantes por las calles de Praga. La acción de ‘Burning bush’ arranca el 16 de enero de 1969, cinco meses después de la ocupación, cuando el estudiante universitario Jan Palach se prende fuego en público. No es un suicidio, sino un acto de rebeldía contra las fuerzas de ocupación y la propia aceptación de la sociedad checa. Esta primera antorcha humana –habrán más– clama contra la invasión soviética y anuncia que si no se cumple lo que deja escrito en una carta, otros como él se inmolarán a lo bonzo.

Situación explosiva

El conflicto afectó a todas las capas de la sociedad y así organiza Holland el drama. Si la policía checa no impide más actos de estas características, los soviéticos tendrán carta blanca para hacer lo que están esperando, disolver el Parlamento checo. Un inspector de policía con cierta conciencia intenta encontrar a los amigos de Palach mientras el hermano y la madre de esta quieren llevar a juicio a un miembro del partido por haber difamado a su hijo en la prensa. La abogada que se hace cargo del caso, un grupo de activistas universitarios y las gentes del comité central del Partido Comunista checo entran en juego. Holland va anudando sus vivencias personales y familiares con el trastorno emocional y una situación política a punto de explotar por los aires.

Han pasado siete años desde la realización de ‘Burning bush’, y en este tiempo la ficción catódica estadounidense y europea ha avanzado lo que no está escrito. Lo mejor que puede decirse de la serie de Holland es que vista hoy, en la canícula del 2020, sigue pareciendo tan útil como moderna.