CRÍTICA DE CINE

'El barco': Bienvenido a bordo

`El barco¿ no llega a sacar punta a la posibilidad de que el vehículo esté dotado de una malvada conciencia autónoma.

Estrenos de la semana. Tráiler de 'El barco'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'El barco'. / periodico

Nando Salvà

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La premisa de ‘El barco’ es a priori idónea para un relato de terror, en tanto que resuelve el problema de credibilidad inherente a muchas películas de casas encantadas -¿por qué no se limitan los personajes a huir del recinto?-; su protagonista, después de todo, es un hombre solo en el océano y atrapado en un velero quizá poseído, y no tiene adónde escapar puesto que todo cuanto le rodea es agua.

Por eso es algo frustrante que el director Winston Azzopardi use ese punto de partida para ofrecer una sucesión de escenarios que resultarán familiares a todo aquel que conozca las convenciones del cine sobre supervivencia en alta mar, aunque luego los adorne con detalles asociados a lo sobrenatural. El protagonista es un marinero experto pero los acontecimientos parecen conspirar contra él de un modo que va más allá de la mala suerte, y mientras eso sucede ‘El barco’ no llega a sacar punta a la posibilidad de que el vehículo esté dotado de una malvada conciencia autónoma. 

La película parece más interesada en sacar músculo por el hecho de pasar la inmensa mayoría de su metraje en un solo escenario, y en generar tensión mientras su protagonista echa mano de su experiencia y su tesón para sobrevivir. Y lo cierto es que lo hace con eficacia, en buena medida por su buena mano extrayendo sustancia atmosférica tanto del aislamiento que genera la vastedad del océano como de los claustrofóbicos interiores de la embarcación.