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Alfonso Sánchez cuenta los divertidos imprevistos de 'Superagente Makey'

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Eduardo de Vicente

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Esta semana se estrena la comedia policíaca Superagente Makey firmada por el actor (Ocho apellidos vascos) y director (El mundo es nuestro) Alfonso Sánchez e interpretada por Leo Harlem, Jordi Sánchez, Sílvia Abril y María Sabaté. El protagonista es un policía muy estricto que trabaja en el barrio de Carabanchel pero que, tras excederse en sus funciones, es trasladado a Estepona, donde vive su hija a la que hace mucho tiempo que no ve. Allí se verá envuelto en una trama urdida por la mafia rusa e intentará solucionarlo con la ayuda de un vividor que conoce muy bien la zona. Makey está descrito como un tipo anclado al pasado. Tiene cassettes y vídeos de VHS y no sabe cómo manejar las nuevas tecnologías, lo que le provocará múltiples problemas en su nuevo destino.

Lo mejor y lo que más gracia hará a los cinéfilos más veteranos son sus constantes homenajes al cine policíaco de los 80 como Arma letal, Jungla de Cristal o Límite: 48 horas. Incluso la banda sonora pretende imitar los temas de Superdetective en Hollywood o algunas fanfarrias de esa década. Su realizador nos explica algunas de las divertidas anécdotas que sucedieron durante el rodaje, que tuvo alguna que otra complicación.

-Mad Max en Tenerife. “La localización donde rodamos las escenas del final, en la Cathedral, era un lugar apartado en Tenerife, una antigua leprosería que se montó durante el régimen franquista y nunca se llegó a utilizar. El director de arte, Javier Fernández, y yo nos enamoramos del lugar pero no caímos en que había un parque eólico al lado, lo que nos debía haber hecho pensar que de vez en cuando hacía viento. Pero es que allí vivimos la tormenta de arena más grande que se recuerda en Tenerife. Íbamos con gafas de protección, la arena volando, yo tenía que gritar… fue una locura. Era el primer día que rodaba Silvia Abril y me dijo que parecía Mad Max. Empezó por la tarde y fue a más. Se volaron varias carpas, pusieron planchas de hormigón con neumáticos y tampoco aguantaron. Fue una de las experiencias más brutales de mi vida, sobre todo, por el coraje que le echó el equipo para seguir. Al final, la propia tormenta se convirtió en un aliado y le da un aspecto a toda la escena increíble, tiene un valor de producción que es alucinante”.

-Muñeca diabólica. “Yo soy alérgico a los gatos y encontramos el lugar para simular el apartamento de Makey. Todo era estupendo, era perfecto para mover la cámara, pero nadie cayó en preguntar si había gatos y cuando llegamos para rodar, entré y empecé a estornudar, me puse malísimo. Había pelo por todas partes y ese día no pude entrar en el set de allí, a mí que me gusta ir de un lado a otro dando instrucciones. Me comunicaba por medio del walkie y, los del equipo, que son muy bromistas, cogieron una muñeca de la casa y pusieron el walkiey parecía que era la que daba las órdenes”.

-De pelo en pecho. “En las tomas falsas de los títulos de crédito podéis ver una anécdota real que tuvo lugar en la Fundación A La Par, donde cuidan a chicos con distintas capacidades, una especie de internado con artesanía donde están súper integrados. Nos ayudaron y estuvieron muy a favor. Allí rodamos las escenas del patio de la cárcel y, durante una pausa, montamos una pequeña pachanguita jugando a baloncesto con el equipo. En una de estas Leo, desde muy lejos, dice: "Pásamela, que estoy solo". Se la pasé, la agarró… y la metió. Pensé que era un presagio positivo porque siempre es bueno tener un actor que esté en racha”.

-La montaña interminable. “Parte del rodaje se hizo en Tenerife pero teníamos que hacerlo pasar por Estepona. Es curioso pero no fue difícil ya que descubrimos que tienen mucho en común e incluso hay sitios del mismo color. Pero había un elemento que era terrible para los planos generales que era el Teide, que se ve desde todos lados. De hecho hay un plano de la película en el que se empieza a vislumbrar, pero entraron unas nubes y no se acaba de ver”.

-Superdetective en Estepona. “El filme está lleno, intencionadamente, de guiños cinematográficos. La banda sonora tiene momentos que recuerdan al Equipo A, Superdetective en Hollywood, las fanfarrias de John Williams… La referencia de todo el diseño de fotografía son los años 80, al estilo de Tony Scott, con muchos teleobjetivos largos, el uso del humo que le da ese halo de aspecto ochentero. El vestuario de Makey con la cazadora de Axel Foley en Superdetective en Hollywood o la camiseta imperio como en Jungla de cristal Hay planos de la Cathedral que homenajean a Centauros del desierto o influencias de Huida a medianoche y un tema policial como en las películas de Sidney Lumet, mi director fetiche”.

-Le llaman Makey. “El prólogo con los atracadores ataviados con caretas de presidentes norteamericanos está sacado de Le llaman Bodhi. Fue muy fácil encontrar las de Trump y Obama, pero muy difícil la de Bush, al final recurrimos a una en la que tenía una pinta de mono. Toda se rodó en un solo día, fue una locura y creíamos que no sería posible. Todas mis pelis tienen acción y es el género que más me divierte, pero es muy técnico y lo tienes que tener todo en la cabeza. Tuvimos que cambiar de localización en el último momento, pero el director de Arte Javier Fernández (habitual en el cine de Almodóvar), al que admiro mucho, consiguió recrear de la nada una sucursal bancaria norteamericana y quedé encantado con su trabajo”.

-Arma fatal. “Leo Harlem tenía una frase que se convirtió en un latiguillo y que nos hacía mucha gracia a todos: “pero, ¿esto no era una comedia?” Y es que había tiros, caídas, persecuciones, escenas dramáticas... Por suerte es muy disciplinado y le gusta aprender. Se metía muy bien en el rollo y disfrutó del trabajo de acción. Estuvo preparándose con la policía municipal de Carabanchel, estuvo disparando con los armeros, pero una cosa es disparar en un campo de tiro y otra en el set. Es muy distinto que te disparen con un kalashnikov una ráfaga de tiros. Si te fijas bien, en algún plano incluso cierra los ojos de la impresión, como le pasaba a Bruce Willis en Jungla de cristal, cuando no estaba acostumbrado porque hasta entonces no había hecho acción. Curiosamente, la escena de más riesgo es cuando, al final recibe una bofetada y tuvimos que hacerla varias veces. La actriz le estaba dando y con ganas y nos reímos mucho”.

-Discoteca hasta el amanecer. “La presentación del local de La Cathedral está tomada del bar de la parte final de Abierto hasta el amanecer. En todas mis películas siempre hay mucho del cine que me gusta y con el que he crecido. De una manera u otra, Tarantino está en todas mis pelis. Teníamos oportunidad de darle ese rollo de tercer acto y ha sido una gozada”.

-Loca autoescuela de policía. “Es una película de encargo y, después de pasarme el guion, me advirtieron de que Leo no sabe conducir, y es que su personaje se pasa conduciendo un tercio de la película. Al final tuvimos que usar una cámara car, planos con pantalla verde detrás y le dije que parecía que estuviéramos rodando La guerra de las galaxias En la escena de la persecución de la furgoneta tenían que imaginárselo todo, yo les iba diciendo lo que iba ocurriendo a través del walkie. Les pedía más emoción, que gritaran y ya no sabían ni donde estaban. Entramos con una especie de euforia colectiva que desembocó en un ataque de risa".

-Esta cara es una ruina. “Durante una pausa, Silvia Abril se fue descansar a la roulotte y se quedó dormida sin darse cuenta de que el sofá tenía la tapicería de pana. Cuando llegó al set no podíamos rodar porque se le había quedado la marca de la pana en toda la cara. Tiene una piel súper sensible y tuvimos que cambiar el orden de trabajo mientras el equipo de maquillaje le ponía hielo y, al final, al cabo de unas horas pudo recuperar su aspecto original”.

-Dirty dancing. “Para María Sabaté, que interpreta a la hija de Makey, es su primera película y su formación es de bailarina pero descubrió que tenía que hacer de todo desde el minuto 1: acción, hablar varios idiomas, etcétera. Pero tiene esa disciplina de bailarina y capta todo muy bien. Su principal problema fue la escena en la que se tira a la piscina. Le vi el miedo en la cara, le dije que se soltara, pero tener que lanzarse a cinco metros del suelo, aunque sea al agua, no es fácil. La gente ni se imagina la de tomas que hay de su doble de acción, pero es que eran iguales, era alucinante”.

-Doble impacto. “Por su parte, Leo tiene un doble que es su doble oficial. Estábamos rodando y me puse a pasarle unas notas hasta que me di cuenta de que era el doble, y es que era clavado”.

-El imperio del sol. “Jordi Sánchez tenía que estar muy moreno. El referente de su personaje era un vividor como Espartaco Santoni con algo del Eddie Murphy de Límite: 48 horas. Venía de Lo que se avecina y tuvo que perder muchísimo peso, cerca de 15 kilos, aunque como es una comedia eso no suele valorarse. Pero no le había dado tiempo de ponerse moreno y recurrió a los rayos UVA. En una escena salía su trasero y le costaba ponerse el culo moreno. Por el contrario, Leo tiene mucha facilidad y cada día estaba más moreno y a él le costaba una barbaridad. El maquillaje fue de gran ayuda”.

-Oriéntate como puedas. “Estaba encantado con la escena final, la idea de generar humo es muy chula, pero al hacerla era una locura porque con tanto humo no se veía nada. El microfonista estaba en el otro lado, se había perdido, yo no sabía dónde estaban rodando, un caos muy loco. Sobrevivimos, pero fue una de las secuencias más complejas”.

-El hombre elefante. “Venía de rodar Para toda la muerte, donde había cogido 20 kilos para mi trabajo como actor, y pensaba adelgazar en este rodaje. Pero me encontré con el catering de Canarias, de lo mejor que he comido en mi vida. Me ponía cada día como Las Grecas, ni dieta ni nada, hasta adquirir un aspecto muy hermoso. Fue mi pequeño homenaje a Orson Welles”.

-Robo-cop. "En el atraco de Carabanchel, al inicio del filme, venía la gente del barrio ya que cada dos por tres había un atraco pero, en este caso no, era una peli. En esa escena hay mucho de La estanquera de Vallecas. El personaje del atracador (Ángel Solo) va vestido exactamente igual que José Luis Gómez y no entendía por qué salía de la sucursal con un pañuelo hasta que le expliqué que era lo que hacía Al Pacino en Tarde de perros… y lo disfruto muchísimo”.

-El último gran héroe ¿2? "Se está hablando de una posible secuela, de que continúen las aventuras de Makey. Me encantaría porque soy bastante familiar y en mis pelis están casi los mismos desde el principio. Teniendo en cuenta cómo acaba la película, sería maravilloso rodar en Rusia, no me parece mal sitio, pero si vamos, que vayamos en verano".