SIGUIENDO LOS PASOS DE UNA FIGURA INSÓLITA

La increíble vida del músico convicto y suicida Ike White

zentauroepp54065373 icult200710141115

zentauroepp54065373 icult200710141115 / periodico

Nando Salvà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Muchos músicos perfeccionan su técnica y encuentran su estilo en la intimidad de su habitación, o en el garaje de la casa de sus padres. Ike White, en cambio, lo hizo en una cárcel californiana, mientras cumplía cadena perpetua por asesinato. Ingresó en ella a los 19 años, y pasó la mayor parte de su tiempo allí escribiendo canciones en su diminuta celda o en la cámara de gas de la prisión, que le era permitido usar a modo de sala de ensayo. De algún modo sus habilidades multiinstrumentales -dominaba la guitarra, el bajo, la batería y los teclados- llegaron a oídos del productor Jerry Goldstein, que previamente había trabajado con Jimi Hendrix y Eric Burdon y que en 1974 se trasladó a la penitenciaría a bordo de un estudio móvil para grabar lo que sería el debut discográfico de White, ‘Changin’ Times’. 

Cuatro años después, Stevie Wonder escuchó aquella deslumbrante mezcla de soul, rock, funk y blues y decidió contratar un nuevo abogado, cuyos esfuerzos permitieron a White salir en libertad. Lo hizo casado -con la secretaria de Goldstein-, padre de un hijo y aparentemente en mitad del camino hacia el estrellato. Sin embargo, adaptarse al mundo real no le resultó fácil, y distracciones como el alcohol, las drogas y el sexo empezaron a interesarle más que su música. Y cuando una cadena televisiva le propuso producir un telefilme sobre su vida, echó a perder la oferta exigiendo interpretar él mismo el papel protagonista. Como resultado, su relación con Goldstein se rompió, y ‘Changin’ Times’ cayó en el olvido. Y White se esfumó de la faz de la Tierra.

Ese es el sorprendente relato que se cuenta durante la primera mitad de ‘Todas las vidas de Ike White’, el impactante documental dirigido por el británico Daniel Vernon que Movistar Plus acaba de estrenar. Pero se trata solo de una pequeña parte de la peripecia de su protagonista. Mediado su metraje, mientras la película toma un giro aún más asombroso, pasando de ser un ‘biopic’ musical para convertirse sucesivamente en algo parecido a una intriga detectivesca, un ‘collage’ de imágenes familiares y una emotiva reflexión sobre la redención y el perdón; exhibe, en otras palabras, el mismo tipo de fluidez camaleónica de la que hace gala el hombre al que retrata.  

Rumores sobre su desaparición

Mientras buscaba a White, Vernon chocó con varios rumores acerca de su desaparición: según uno de ellos, había sido víctima de unos gánsteres locales; otro aseguraba que permanecía oculto en Hawai por una deuda con el fisco, un tercero sugería que en su día se había mudado a Alemania para trabajar en el porno. En realidad, descubrió, nunca llegó a viajar tanto. Había pasado la mayor parte del tiempo en San Diego (California), haciéndose llamar David Maestro, y cantando en salas de fiesta y celebraciones privadas. Seguía vivo y se había casado con una mujer rusa llamada Lana, y estaba dispuesto a dejarse entrevistar para contar su verdad.

La película lo captura contando a la cámara cómo, en su juventud, se manifestó por las calles de Atlanta al lado de Martin Luther King y tocó en la banda de Big Mama Thornton, y al oírle resulta imposible distinguir cuánto de lo que dice es verdad y cuánto invención. Insiste en que la muerte que lo llevó a la cárcel fue completamente accidental y que, en cualquier caso, todo eso forma parte de su pasado. Es un hombre feliz, enamorado de Lana y en paz consigo mismo.

En busca de la verdad

Dos semanas después de volver a Inglaterra con la grabación de la entrevista, Vernon recibió una llamada de Lana. Ike, o David, se había ahorcado. Y había dejado listo para ser encontrado un tesoro compuesto de montones de cartas y grabaciones de audio y vídeo, que arrojaba luz sobre algunos de los secretos de su enigmático pasado. Al sumergirse en él, el cineasta descubrió que a lo largo de su vida White había asumido como mínimo seis identidades distintas, y que había tenido al menos cinco hijos e innumerables esposas, con las que se había casado quizá legalmente pero probablemente no. Al parecer, su patrón de comportamiento siempre había sido el mismo. Seducía a una mujer, la abrumaba con sus mentiras -solía decir, por ejemplo, que arrastraba serios daños psicológicos tras combatir en Vietnam-, formaba una familia con ella y, tras una etapa de aparente felicidad doméstica, escapaba para empezar de cero en algún otro lugar. Quizá la más inquietante de esas huidas hacia adelante, también demostrada con pruebas documentales, fue la temporada durante la que Maestro vivió en casa de una anciana de 86 años, mantenido por ella, y llamándola “mamá”. 

White logró salir de prisión gracias al abogado que contrató Steve Wonder

Llegado el momento, ‘Todas las vidas de Ike White’ se lanza a la carretera acompañando a Lana para localizar a algunas de esas otras esposas previamente engañadas, y las observa mientras tratan juntas de unir las piezas de la desconcertante identidad del hombre al que amaron, y que nunca logró encontrar su sitio fuera de la cárcel. Ni ellas ni la película misma llegan a ser capaces de discernir si el comportamiento de White había sido principalmente el resultado de un afán manipulador o, por el contrario, del calvario personal de un individuo que había pasado casi toda su edad adulta traumatizado y desesperado por escapar a cualquier precio tanto de los errores de su juventud como del estigma derivado de ellos, y que en cualquier caso siempre fue consciente de que, en realidad, eso nunca sería posible.

Suscríbete para seguir leyendo