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Las anécdotas de 'La maldición del guapo' explicadas por su director

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Eduardo de Vicente

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El realizador gallego pero afincado en Argentina Beda Docampo Feijoo (Amores locos, Francisco: el padre Jorge) acaba de estrenar la comedia pícara La maldición del guapo protagonizada por el televisivo Gonzalo de Castro (7 vidas, Doctor Mateo), Juan Grandinetti (Despido procedente, hijo de Darío Grandinetti), Ginés García Millán, Cayetana Guillén Cuervo, Carlos Hipólito, Malena Alterio y Andrea Duro. Es una comedia hispano-argentina, como su director, sobre la relación de un padre y un hijo, pero también una película de timos en la línea de Nueve reinas  con alguna sorpresa inesperada.

El protagonista es un antiguo estafador que estuvo preso en Argentina y que vive bajo una nueva identidad en Madrid, donde regenta un bar. Su hijo, con el que se portó muy mal, necesita dinero y puede ser su oportunidad para recuperarlo. Pero el chico trabaja en una joyería y también puede aprovecharlo para cometer uno de sus golpes de antaño. Es una película elegante, de sonrisa más que de carcajada, y cuya mejor baza es la participación de Gonzalo de Castro que domina a la perfección todos los registros de su personaje (seductor, truhán, canalla, padre, etcétera). Su director nos explica las curiosidades de su rodaje.

-El brazo roto… de verdad. “Antes de empezar a rodar Andrea Duro vino con el brazo totalmente vendado. Su novio le había dejado una moto y se cayó. Eso era tan llamativo que tuvimos que encontrar una solución de guion y tenía que tener una continuidad. Cuando rodó la primera escena en la que se la ve estaba casi curada, pero tenía que parecer que estaba fracturado. Y tuvimos que introducir varias referencias en los diálogos como cuando Gonzalo la ve por primera vez en la fiesta y le pregunta cómo se ha roto el brazo y ella le dice que se cayó de la cama, luego la madre lo comenta… Se  convirtió en un running gag  (un chiste recurrente)”.

-El ojo hinchado. “Un rodaje es una máquina imparable, mucho más para los productores, y un día parado provoca muchas pérdidas. Íbamos a rodar una escena cerca del palacio de Oriente y Gonzalo llegó con un ojo hinchado porque le había picado una avispa. Le habían dado unas pastillas, pero no se curó. Para nosotros era toda una catástrofe porque nos podía romper la continuidad. Llamamos al médico del seguro para ver si le podían inyectar cortisona, porque era probable que una inyección lo eliminara y con un poco de maquillaje no se notara. Tardó una hora pero se salvó el día de rodaje”.

-Diálogos al día. “Al conocer a los actores te vas dando cuenta de sus características, qué les favorece y qué no. Por eso todos los días les reescribía sus diálogos en función de cómo los iba viendo en su personaje, los iba adaptando a cada actor,  modificando incluso detalles de la puesta en escena. Eso provocó que fuera un rodaje muy flexible, grato, complejo porque tienes que ir cambiando cosas sobre la marcha, pero fue más creativo y pudieron sacar lo mejor de sí mismos".

-El gran enemigo. "Nuestro principal inconveniente fue el calor. Rodamos en julio, el perro no aguantaba el calor y en una de las escenas que va paseando con Ginés se descompuso. Durante el rodaje, la temperatura era de unos 40 grados y al sol aún eran más. Además teníamos que apagar los aires acondicionados para rodar por el ruido que hacían".

-El sonido del perro. “Con el perro, más allá del calor, no hubo problemas. Tenía un nivel de adiestramiento máximo de nivel 2 sobre 3 y actúo a un gran nivel. En algunas escenas como en la del bar se le oye hacer un ruido muy extraño y es que era sonido directo y al pobre, con el calor, le costaba respirar”.

-El apartamento del hijo. “Elegí el piso que convertimos en el apartamento del hijo cuando vi la enorme foto americana que hay en la pared y que aparece en la película. También me inspiró para crear diálogos como el que mantienen el padre y el hijo sobre las series que ven. Eso sí, hay que reconocer que dio mucho trabajo en postproducción porque reflejaba las luces y, luego, tenías que quitarlas, pero valía la pena”.

-La casa de los ricos. “Descubrimos la mansión de los ricos cuando aún no habíamos empezado a rodar. La vi en foto y era perfecta, tenía una decoración que me recordaba a Granujas de medio pelo de Woody Allen y pensé que podría funcionar. Era de una gente que la alquilaba y después se pasaban el día paseando por allí y hablando con los actores. Puede parecer extraño pero hay personas así”.

-La escena de la fiesta de cumpleaños. “En el interior de la casa, en cuanto apagábamos el aire se convertía en un horno. En el exterior pusimos una telas arriba para matar el sol durante la fiesta pero los termómetros estaban a 39 y fue un gran esfuerzo para los técnicos de fotografía que tenían que acarrear con la cámara”.

-La joyería. “Encontrar la joyería para las escenas que transcurren en ese establecimiento fue muy difícil. A los propietarios les tienes que explicar que no va a salir el nombre de la joyería y te piden que les cuentes de qué va. Cuando les decíamos que son unos joyeros que blanquean dinero vendiendo piedras preciosas, todos se negaban. Al final utilizamos una sala que estaba haciendo una exposición sobre joyería y, por eso, las joyas que aparecen en el filme acabaron siendo auténticas”.

-El tango y los golpes. “Los actores tuvieron que practicar disciplinas que no dominaban. A Gonzalo y Cayetana les tuvimos que enviar a ensayar el tango con un profesor todos los sábados. El golpe que Malena le propina a Gonzalo lo ensayamos muchas veces con un artista en defensa personal que lo iba corrigiendo y ella se sabía muy bien la coreografía. Lo rodamos desde diversos ángulos y añadí la frase en la que ella dice que aún le ha dado flojo, porque lo cierto es que si una persona que ha estado en el ejército se pasa puedes acabar teniendo que hacerte una rinoplastia”.

-Doblado por su autora. "El tema que interpreta en la película Andrea Duro, no lo canta ella, sigue perfectamente la sincronización, pero la voz es de su autora, la también actriz Manuela Vellés (Caótica Ana, Secuestrados) porque era la creadora y porque lo canta de una manera muy difícil de superar. Manuela estaba entre entre las posibles actrices para hacer el personaje de Andrea Duro, pero se quedó embarazada. Y estuvo muy bien porque no hizo una canción autista, sino basada en el guion, sobre cosas que pasan en la película sin que fuera literal. Es un encanto e hizo un trabajo muy profesional”.

-La maldición del título. “Quise ponerle este título para darle un poco la vuelta al tópico de que las mujeres guapas son tontas. Me gustaba porque el padre le considera un poco bobo, igual que el personaje de Cayetana, que le ve como guapo pero tonto, como también lo mira así el personaje de Andrea. Todos lo tratan como el tonto del regimiento, pero al final demuestra que no lo es”.