ENTREVISTA

Roger Mas: "Este mundo parece hecho por cocainómanos y para cocainómanos"

El cantautor de Solsona actúa en el Cruïlla XXS con su grupo para recorrer sus clásicos y adelantar algunas canciones de su próximo disco, 'Set flors', que espera publicar en el 2021

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Jordi Bianciotto

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Roger Mas acude este viernes al Cruïlla XXS en un escenario inédito, el de los jardines del TNC, donde fundirá el repertorio de su gira 'Parnàs' con citas en primicia de su próximo trabajo.

-Dos años y medio después de 'Parnàs', ¿qué es lo próximo de Roger Mas?

-Tengo un nuevo proyecto con los mismos músicos de 'Parnàs', Xavier Guitó (piano), Arcadi Marcet (contrabajo) y Míriam Encinas ('dilruba', viola medieval, flautas y percusiones), con la diferencia de que, si en aquel disco no había ninguna letra mía, en este todas los serán, además de las músicas. Se titulará 'Set flors' y contendrá siete canciones. La idea es publicarlo en primavera. Pero hace solo un mes que veo el disco claro.

-¿El confinamiento le ha dado clarividencia?

-A mí me ha ido como anillo al dedo. Ha sido terapéutico, aunque, claro, yo no vivo en un piso, sino en una casa de payés. He estado separado de las personas, del contacto social, y de las redes, porque lo que hice el primer día fue apagar los teléfonos. Pero no me he separado del aire, ni del cielo, las nubes, los pájaros, las plantas, las rocas... Todo lo que siempre me ha inspirado. Y hacerlo me ha permitido reconectar conmigo mismo cuando empezaba. Algo maravilloso.

-¿Ha recordado las razones por las que se hizo músico?

-Y las emociones, los estímulos, las motivaciones... Cuando haces discos, y promoción, te importa mucho gustar a la gente, porque has convertido eso en tu trabajo y te conviene que vaya bien, pero a veces te ocupa demasiado espacio mental y contamina tus motivaciones, y la percepción que tienes de tu trabajo. El confinamiento ha sido una oportunidad para descubrir que todavía siento un imperativo vocacional. Necesitaba ese freno de mano social. Creo que me he curado.

-Ha tomado distancias con el mundanal ruido.

-Con esa sociedad que va a golpe de tuit, con no reflexionar y vomitar lo primero que te pase por la cabeza. Vivimos en un mundo que parece hecho por cocainómanos y para cocainómanos. Todo es: corre, corre, ya, ya, no pienses, me gusta, no me gusta, esto es una mierda, esto es la hostia... El poder usa eso en beneficio propio, y me preocupa, porque hay una involución democrática y de libertades gravísima. La reflexión, la moderación, ver las cosas con distancia, entender a los demás... Todo eso no está de moda. Y hay un antes y un después de esta pandemia, y nos viene encima un mundo menos libre y a la gente le gusta, y votará eso, y quiere que le quiten libertad, y que el de al lado no se lo pase bien porque eso a él le da un poco de miedo. Todo eso me inquieta mucho.

-¿Qué simbolizan esas 'siete flores'?

Una flor es algo bonito, así que serán siete cosas que a mí me gustan, remitiendo a la vez a 'Les flors del somni' (1997), mi primer álbum. Las flores son recurrentes en mi discografía. Creo que será un disco más simpático de lo habitual; más ligero. Cuando ensayamos las canciones, nos reímos. Quizá habrá más temas que recuerden a 'El dolor de la bellesa' o 'Francesc Pujols' que a 'El rei dels verns'. El que más me gusta se titula 'Totes les flors'.

-¿Qué cuenta esa canción?

-Habla de una chica que lleva todas las flores en un saco y las va repartiendo por el bosque, con toda la inocencia, y detrás va otra, una chica mala, que se dedica a ir aplastándolas con gran deleite. Y al final resulta que esa chica mala es la misma que las canta, porque así somos las personas: buenas y malas, y hay un tiempo para construir y otro para destruir, y para reír y para llorar. Seguramente la cantaré en el Cruïlla XXS, aunque tenemos los arreglos a medias y será un poco experimental.

-Habrá más canciones nuevas.

-Sí, seguramente, y una que no creo que esté en el disco, una versión de Raymond Lévesque, cantautor quebequés. Una canción preciosa, humanista, sobre el drama de la guerra, que Marina Rossell grabó en catalán, con Lluís Llach, titulándola 'Quan tothom viurà d’amor'. Me va muy bien para contar mi experiencia quebequesa, cuando actué en Montreal, con un público que me compraba no solo los discos, sino también los libros; algo extraordinario. Y porque me gusta explicar que allí uno de los artistas más conocidos es un señor de Barcelona llamado Jordi Bonet, un escultor que tiene un mural gigantesco en el Gran Teatro de Quebec y del que aquí no tenemos conocimiento.

-¿Por qué un disco de solo siete canciones, que técnicamente diríamos que es un epé?

-Sí, supongo que lo es, porque durará 25 minutos. Aunque 'Mística domèstica' (2005) duraba 32 y se consideraba un álbum. El siete es mi número fetiche desde siempre, por una cuestión de compases, y porque desde pequeño siempre le he visto una magia, una sensualidad y un misterio.

-El nuevo trabajo saldrá en el 2021, coincidiendo con su 25º aniversario de carrera, que arrancó cuando ganó el premio Èxit, de Catalunya Ràdio, en 1996.

-Pensar en estas cosas me ha puesto presión, pero me ha liberado darme cuenta de que tenía que recuperar la manera en que hacía las primeras canciones, dejando de lado lo que no fuera disfrutar de la guitarra, de cantar y de cuidar una letra. Volver al placer onanista del cantautor. Por otra parte, puedo decir que no me he sentido muy acompañado en todo este tiempo. El tipo de canción, de sensibilidad, que he cultivado me ha hecho sentir a veces más cerca de las generaciones anteriores. Me he sentido un poco como un 'bolet', como diría Sisa.