La última cruzada 'retro'

Sexo, droga y madrigales

Las tropas del 'bardcore' conquistan el reino de Youtube con sus versiones medievales de éxitos pop de todas las épocas

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Rafael Tapounet

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Ni siquiera Simon Reynolds, el historiador y crítico que teorizó sobre la obesión de la música pop con su propio pasado en el muy influyente ensayo 'Retromanía', vio venir algo como esto. Youtube, la plataforma que más y mejor refleja (y moldea) los gustos musicales del público joven, se ha llenado en los últimos dos meses de laúdes, flautas, panderos y cornamusas. Con la virulencia y la fecundidad de una pandemia, se multiplican en la red las versiones de modernos (y no tan modernos) éxitos pop interpretados con instrumentos medievales, cantados a menudo en inglés del periodo Tudor. En un contexto de plagas mortales, profecías ominosas, mascaradas y revueltas civiles, el llamado 'bardcore' (juego de palabras entre el hardcore y los bardos que transmitían de forma oral las historias, leyendas y poemas en la Europa de la Edad Media) se postula como la banda sonora ideal para este abominable 2020.

Parece todo un inocente bromazo, pero la cosa ha adquirido ya proporciones de fenómeno a tener muy en cuenta. Una cruzada en toda regla. Las visitas a las producciones más exitosas del género se cuentan por millones y cada semana aparecen en Youtube no menos de un centenar de nuevas versiones 'bardcore' de canciones pop de todas las épocas. Las hay para cada paladar, desde el 'Fortunate Son' de los Creedence Clearwater Revival (ideal para levantar el ánimo de la soldadesca en la Guerra de los Cien años) hasta el 'Bad Guy' de Billie Eilish, pasando por el 'Rasputin' de Boney M (esto es lo que bailaban los boyardos que se conjuraron contra Iván el terrible), el 'Billie Jean' de Michael Jackson ("el infante no lleva mi sangre"), el 'Losing my Religion' de REM (¡a la hoguera por herejes!), el 'Chandelier' de Sia, el 'Get lucky' de Daft Punk y mil más.

De la orfebrería al 'bubble gum' medieval

No todas, conviene advertirlo, atesoran el mismo mérito. Poco tienen que ver las esforzadas versiones de Metallica o System of a Down que hace el orfebre Algal the Bard (el hombre toca todos los instrumentos él mismo y además se graba haciéndolo con semblante serio) con las baratas pero resultonas producciones del muy prolífico Graywick, puro 'bubble-gum' medieval con su abuso del MIDI y de los ritmos sintéticos.

El 'bardcore' es, en cualquier caso, una irresistible anomalía estrechamente ligada a la crisis del covid-19. En el futuro, los estudiosos del género podrán datar su nacimiento a mediados de abril del presente año, en plena emergencia sanitaria internacional; fue entonces cuando un programador de webs alemán de 27 años llamado Cornelius Link publicó en Youtube una relectura medievalizante de 'Astronomia', el hit electrónico del productor ruso Tony Igy convertido en objeto de 'trending topic' durante la pandemia gracias al popular meme de los bailarines ghaneses que llevan a hombros un ataúd. El invento captó la atención de una comunidad de internautas confinados (y presuntamente aburridos), que animaron a Cornelius a pulir su propuesta y dotarla de un ritmo un poco más marcado. Así nació 'Astronomia (Medieval Style) [Tavern Versión]', que en apenas dos meses ha convocado tres millones de visitas y que, más importante aún, puso las bases de la revolución 'bardcore' (aunque más que de revolución habría que hablar de revuelta, para no caer en la anacronía).

Como suele suceder, el pionero no tardó en ser superado por uno de sus discípulos. Discípula, en este caso, si atendemos a su 'nom de plume'. Animada por los vídeos de Cornelius Link, Hildegard von Blingin' (nombre acuñado en homenaje a la compositora, filósofa y mística del siglo XII Hildegard von Bingen) se puso a la tarea de realizar sus propias versiones, con el suculento añadido de una brillante interpretación vocal en inglés isabelino. Sus lecturas de 'Bad Romance' de Lady Gaga y de 'Pumped Up Kicks' de Foster the People han superado ya los cuatro millones de visitas cada una y han convertido a Von Blingin' (que, según reconoció en un reciente reportaje de la revista 'i-D', empezó con las grabaciones después de perder su trabajo en el inicio de la pandemia) en la estrella más rutilante del universo 'bardcore'.

Un universo en expansión en el que, a diferencia de lo que ocurría en el embarazoso disco de baladas renacentistas que Sting publicó en el 2006 con el título de 'Songs from the Laberynth', reinan la distancia irónica y los guiños a lo que 'i-D' ha llamado "el humor existencial de la Generación Z". Como dice uno de los (a menudo hilarantes) comentarios a uno de los vídeos de Graywick en Youtube, "solo los chavales nacidos en 1300 le ven la gracia a esto". Claro que los chavales de 1300 pueden no estar equivocados y, ahora que el sector de la música en directo se halla en fase de obligada reinvención, tal vez ha llegado el momento de abandonar los formatos y escenarios tradicionales de la era rock y apostar por las bacanales en castillos fortificados amenizadas por laúdes y salterios mientras ahí fuera la Muerte Roja campa a sus anchas.   

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