'TRUE CRIME'

'El asesino sin rostro', una escritora en busca de la verdad

HBO estrena una cuidada docuserie sobre la obsesión de Michelle McNamara por identificar al 'asesino del Golden State'

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Juan Manuel Freire

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Mucho antes del pódcast 'Serial', de la serie 'The jinx (El gafe)' y de la adicción global a las historias sobre crímenes reales, Michelle McNamara era una adicta del asesinato. Lo era desde la adolescencia, como recordaba, sin miedo, en abril del 2012 en True Crime Diary, su página web sobre crímenes sin resolver y sucesos recientes: "Coleccionaba detalles sobre crímenes, pequeños o grandes. Pasaba horas tumbada en la cama, leyendo atentamente libros sobre crímenes reales. Estaba enganchada al asesinato, y de mala manera. Alimentaría esa adicción por el resto de mi vida".

Esa McNamara de 14 años que leía y leía se convirtió, con el tiempo, en la que, además, resolvía. La escritora acabó dedicando varios años de su vida a tratar de identificar al que ella llamó 'asesino del Golden State', un violador en serie (más de 50 mujeres fueron sus víctimas) y, después, asesino (de diez personas) que sacudió California entre 1974 y 1986.

Con semejante historial, era extraño que no fuera tan tristemente famoso como el 'Asesino del Zodíaco' o el 'Hijo de Sam'. Indignada por la impunidad, McNamara ató cabos por su cuenta para escribir un libro, <strong>'El asesino sin rostro' </strong>(Serie Negra de RBA), que sirvió a la policía de Sacramento para arrestar al autor de los crímenes, el exoficial de policía Joseph D'Angelo.

Por desgracia, McNamara no vivió para ver su libro publicado, ni para presenciar ese arresto: había muerto inesperadamente en abril del 2016, a causa de una combinación letal de medicamentos y un problema cardíaco. Tampoco podrá ver el sobrecogedor relato sobre su vida y gesta que ha dirigido Liz Garbus ('What's happened, Miss Simone?') para HBO, serie documental de seis episodios con el nombre de su libro.

El asesino no es el mito

La misma Garbus debutó hace poco en la ficción con 'Chicas perdidas' (disponible en Netflix), en torno al también real asesino de Long Island y la encarnizada búsqueda de la verdad por parte de Mari Gilbert (Amy Ryan), madre de una de las víctimas, muchas de ellas trabajadoras sexuales. Ryan se encarga en 'El asesino sin rostro' de leer textos de McNamara, que, como en el libro, es la principal narradora. Mensajes de buzón de voz, vídeos domésticos o entrevistas de archivo ayudan a que así sea.

La directora no parece tan interesada en mitificar al asesino como en dar voz a McNamara y preocuparse por el estado psicológico de las supervivientes. Por supuesto, se recorre la historia de los crímenes, y con el mejor trabajo de documentación imaginable, pero se intenta que esta no se convierta en la historia de D'Angelo, su especie de canonización épica voluntaria o involuntaria.

Retrato personal

'El asesino sin rostro' es (como lo era 'Zodiac', de David Fincher) la historia de una obsesión. De la energía irreprimible que movió a McNamara a la hora de arrojar luz sobre el paradero del asesino del Golden State. Es, también, un emotivo retrato personal, un poco al estilo del libro original. El cómico, actor y escritor Patton Oswalt, el que había sido su marido desde el 2005, recuerda en el primer episodio cómo se conocieron y las cosas que les unieron, caso del clásico del cine de 1954 'La mujer y el monstruo'.

Tras fallecer McNamara en el 2016, Oswalt buscó a las manos adecuadas para acabar el libro. La serie va más allá de su muerte, incluso más allá de la obra acabada, pero "incluso cuando la serie revela que Michelle ha fallecido, ella sigue todavía presente en la historia", dijo Garbus recientemente en el ATX Television Festival. "Para nosotros era importante saber que ella iba a ser parte esencial de la historia en todos los episodios".

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