PREMIO DE LAS LETRAS

La poesía intuitiva de Anne Carson gana el Princesa de Asturias

La autora canadiense, profesora de latín y griego, cumplirá 70 años el próximo domingo

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Elena Hevia

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El nombre de Anne Carson (Toronto, 1950), que acaba de alzarse con el Premio Princesa de Asturias de las Letras, fue  uno de los nombres fijos en las listas del premio Nobel del 2019 (o del 2018). No fue así, y no porque la poeta canadiense, la voz hoy más respetada de las  letras anglosajonas no lo mereciese. Ella es una de las grandes. Por eso el galardón español tiene un punto de desagravio (no siempre ha sido tan certero, a veces mira más a la galería que a la excelencia). Habrá que ver si puede recogerlo en persona.

Carson es una creadora difícil de encasillar. Una extraña combinación de opuestos. Haciendo buena esa regla no escrita de que las poetas mujeres empiezan a publicar en la madurez, ella lo hizo a los 42 años con el poemario ‘Eros the bittersweet’ y el próximo domingo cumplirá 70. Como  profesora de latín y griego -que enseñó durante décadas en Princeton y más tarde en la Universidad de Michigan-, su poesía bebe de los clásicos pero es a la vez enormemente narrativa. El kilómetro cero de su vocación, dice, está en la lectura que de niña hizo de unos poemas de Safo traducidos al inglés que le inocularían su seminal amor por la lengua griega. Según el jurado: en su poesía “la vitalidad del pensamiento clásico funciona a la manera de un mapa que invita a dilucidar las complejidades del momento actual”.

Como poeta es una excelente artesana del 'patchwork'. Ahora ya nadie se opone a su intuitiva libertad de escritura, que combina ensayo, memoria, narración, filosofía y búsqueda poética, pero durante años algunos de sus colegas, básicamente hombres, le negaron el pan y la sal por no ajustarse a las reglas de la forma poética. Y más contradicciones: pese a su narratividad, no es la de Anne Carson una poesía fácil. Por lo menos no lo es en una primera lectura: “Lo que hago es construir una metáfora sin preocuparme si tiene sentido o no”, suele decir. Y no es pedantería de su parte, sino su forma errática y nada sistemática de pensar.

Como Patti Smith

Pero, contra todo pronóstico, es una de las poetas más leídas y vendidas en el área anglosajona, especialmente entre los jóvenes que aprecian su trabajo pero también su personalidad: alejada de la pretenciosidad, capaz de hacer un chiste sobre Kant en medio de una disertación sesuda y con un aspecto como el de una Patti Smith algo más agraciada. Quizá con menos sentido del humor, se la hubieran tomado más en serio. Ella suele decir que esa mirada irónica y desprejuiciada que es marca de la casa le ha impedido dedicarse a la filosofía.

Uno de sus libros más reconocidos, ‘La belleza del marido’ (Lumen), relata la ruptura de su matrimonio, en el que incluyó un relato de cómo su esposo le robó sus cuadernos de poesía cuando se marchó. En ‘Men in the off ours’ imagina un diálogo entre Virginia Woolf y Tucídides en un programa de televisión. En ‘Norma Jean Barker of Troy’ funde el mito homérico con la estrella suicida. Bien conocida por los lectores de poesía, sus libros han sido publicados en Lumen, Vaso Roto y  Dioptrias.

Carson es literatura en estado puro. De niña, leía con pasión un libro de ‘Vidas de santos’ y le gustaba tanto, tanto, que… se lo comió. Literalmente.