La desaparición de un icono de la escena

Rosa Maria Sardà: radicalmente republicana

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José Antonio Sorolla

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Además de una gran actriz -la mejor, según Berlanga-, Rosa Maria Sardà siempre fue una persona comprometida políticamente. Se definió como “radicalmente republicana, federalista y socialista” y, con el mismo desparpajo con el que actuaba –“Tengo más sentido del humor que del honor”, dijo hace un par de años-, opinaba contra la guerra de Irak, contra el terrorismo, contra los gobiernos del PP o contra el proceso independentista en Catalunya.

El compromiso político de Sardà se inició durante los últimos años del franquismo y ya nunca lo abandonó. Ni en el caso Joglars, cuando la autoridad competente prohibió la obra 'La torna' y encarceló a Albert Boadella y al grupo; ni en la gala de los Premios Goya contra la guerra de Irak (2003), en la que se pronunció contra la injusticia social, la compraventa de armas y el conflicto armado; ni al recibir el Premio Max de Honor (2015), cuando hizo un discurso contra los gobernantes -mandaba el PP, con José Ignacio Wert al frente de Cultura-, a quienes dedicó “una buena butifarra, para que les aproveche durante las largas vacaciones que espero que tengan pronto”, dijo.

Siempre desde
las filas socialistas,
llegó a participar
en varios mítines
de Rodríguez
Zapatero

Siempre desde las filas socialistas –participó en algunos mítines con José Luis Rodríguez Zapatero-, Rosa Maria Sardà se significó también en la condena de los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, en agosto del 2017, cuando leyó, junto a la activista antirracista Miriam Hatibi, el discurso 'No tinc por': “No tengo miedo de condenar estos crímenes que solo persiguen provocar el terror a través del terror y la devastación para intentar romper nuestro modelo de convivencia”, afirmó.

Distinción

Desde ese mismo año, fue una opositora beligerante del proceso soberanista que iba a culminar en los hechos del otoño del 2017 en Cataluña. Aunque el hecho se conoció en noviembre, el 24 de julio se presentó en el Palau de la Generalitat para devolver la Creu de Sant Jordi que Jordi Pujol le había concedido en 1994. Entregó la insignia y una breve nota en la que explicaba que, “dadas las circunstancias”, no se consideraba merecedora de la distinción y pidió que la Generalitat se ahorrara la esquela que acompaña a la Creu. Solicitó también un recibo que dejara constancia de la devolución. En una entrevista en 'El País Semanal' (4-12-2018), explicó que, en realidad, nunca había querido esa distinción y que la devolvió también “porque el que me la entregó era un corrupto”. “Y porque, si no piensas como ellos, te consideran un mal catalán”, añadió.

En septiembre firmó, junto a más de 300 personalidades, el documento '1-O Estafa antidemocrática' y en marzo del 2018 pronunció uno de los discursos con los que se cerró una manifestación organizada por Societat Civil Catalana. Pidió al Gobierno de Mariano Rajoy, a quien responsabilizó de gran parte de lo que ocurría en Catalunya, “eficacia” y “diálogo”.

"Condenado nacionalismo"

Contraria a la prisión para los dirigentes del 'procés', su visión sobre el conflicto catalán la explicó en una entrevista en La Sexta en diciembre del 2017, en la que citó un fragmento de Stefan Zweig que atribuye al “condenado nacionalismo” que “los partidos se disgreguen a nivel internacional. El nacionalismo lo corrompe todo”. Sardà negó que los independentistas catalanes tengan “un mandato democrático” con 2,3 millones de seguidores frente a los seis millones de catalanes con derecho a voto. Se distanció del PP, pero apoyó la aplicación del artículo 155 de la Constitución porque “sabían que, si transgredían las leyes, tenían que hacer algo. No solo este Gobierno que no nos gusta, cualquier Gobierno europeo”. Pero “tuvieron la suerte extraordinaria de que ocurriera ese hecho macabro y asqueroso que fue el ataque policial”, agregó.

Devolvió la Creu
de Sant Jordi,
«porque», dijo en
referencia a Pujol,
«me la entregó
un corrupto»

Ante el futuro tras la pandemia, era pesimista. “No saldremos mejores. Seguirán vendiendo armas, seguirá la explotación del hombre por el hombre, seguiremos recibiendo pateras de gente que no quiere nadie, seguirán existiendo los campos de refugiados, seguiremos exactamente igual”, le dijo a Jordi Évole en pleno confinamiento.            

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