UN MÚSICO QUE VA POR LIBRE
Pantanito: "Cuando te gusta algo, lo haces y ya está"
El cantante y guitarrista cordobés, establecido en Gràcia, presenta en el Diobar su arrebatador nuevo disco, 'María Lionza', donde se aventura en la mezcla del pop y los géneros latinoamericanos
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Los caminos de José Antonio Bejarano, Pantanito, extramuros del rock’n’roll le llevaron primero a la rumba y ahora apuntan a una fase más avanzada, a las músicas latinoamericanas que en otros tiempos dejaron huella en nuestros artistas rumberos. Puede sonar rebuscado, pero su tercer disco, ‘María Lionza’, es cualquier cosa menos eso: un álbum luminoso y lleno de desparpajo, “más positivo que ‘buenrollista’, hecho con amor, como debe hacerse un disco”, explica el cantante y guitarrista cordobés, vecino de Gràcia, en vísperas de sendos conciertos de presentación, este jueves en el Diobar (21.00 y 23.00 horas).
Han pasado seis años desde su anterior entrega, ‘Força vita!’ (2014), y trece desde el debut homónimo (2007), cuando se sacó de la manga las tesis del ‘neocalorrismo’, un ismo en el que ya no se identifica. “Tuvo su momento y su razón de ser”, defiende. “Pero yo estaba empeñado en que los grupos gitanos, como Los Chunguitos, me habían influido mucho, y ahora cuando escucho mis canciones de entonces diría que veo más la sombra de Kiko Veneno y Gato Pérez”.
Salsa colombiana y ‘rockers’ pandilleros
Aquellos referentes han dado paso a otros venidos de ultramar, que Bejarano ha ido descubriendo tirando del hilo de un grupo mexicano moderno, Sonido Gallo Negro. “Hacen como yo con la rumba: viniendo del rock y del garaje, tratan de actualizar un sonido, en su caso la cumbia peruana”. Trazos de folklore incrustado en dinámicas pop con puntos de fuga psicodélicos. Haciendo un poco de arqueología, Pantanito ha dado con los grupos de salsa colombiana Fruko y sus Tesos y The Latin Brothers, y con los “’rockers’ pandilleros, puertorriqueños de Nueva York”, de Ghetto Brothers, y con la champeta de Abelardo Carbonó, y con el venerable mambo de Dámaso Pérez Prado.
Le contraria que cuando se habla de las influencias de la rumba (“tanto la flamenca como la catalana”) se centren las atenciones en Cuba, “y se olviden las versiones que se hicieron de temas de vallenato o de cumbia, como ‘La piragua’ o ‘El charlatán’, que Peret convirtió en ‘La noche del hawayano’”. Así que “el punto de este disco es no hablar de Cuba, que como perla del Caribe que es, siempre chupa el protagonismo”, observa. Y del roce de estas pistas latinas con su educación en el rock sale ‘María Lionza’. “El fruto de un batiburrillo que tengo en la cabeza y que, por lo menos para mí, tiene sentido”.
Deidad de la selva
Da título al álbum una deidad venezolana, asociada al agua y a las montañas, que Los Coyotes citaron en su disco ‘Mujer y sentimiento’ (1985). “Es como una diosa de la selva y el título me parece bonito y metafórico”, indica José Antonio Bejarano, que en las primeras estaciones del nuevo repertorio armó una banda con músicos colombianos que bautizó como Pantanito y Los Sónicos, en honor a “esos grupos latinoamericanas de los 60 y 70 con nombres rimbombantes”.
‘María Lionza’ transpira un contagioso libre albedrío y afronta la fusión musical con refrescante naturalidad y con destellos de buen humor. “El mensaje es que soy libre de componer como me dé la gana, que no siento presiones y que trato de no ser ni panfletario ni épico”, reflexiona Bejarano, expeditivo por naturaleza. “Cuando te gusta algo, lo haces y ya está”. Un principio que quizá comparta con una banda barcelonesa que parece hablar una lengua cercana a la suya, Los Hijos del Trueno. ¿Ve similitudes? “Sí, los he oído y me han parecido interesantes. Me recuerdan a cuando yo arrancaba, tocando rumba sin venir de ella, y con un poco de exageración, porque su voz, salvando distancias, me hace pensar en un Nick Cave”, explica Pantanito, que se declara “ilusionado por conocerlos”.
Guitarras y bongós
En ‘María Lionza’ toman parte músicos como el teclista Richard Sohn, ex-Very Pomelo, grupo del que Bejarano fue mánager (otro de sus exmiembros, Xarim Aresté, fue fijo en la banda de Pantanito en sus inicios), así como Isabel Vinardell e Isabelle Laudenbach. Pero en el Diobar, Bejarano cerrará filas con Miguel Ramón y David Italiano. Pantanito en versión trío, “con guitarras, bongós y algo de cajón”, presentando este disco publicado no solo en CD y en vinilo, sino también en casete, “un formato fetiche”. Asumiendo todos los pesos y derivadas desde su radical autogestión. “Yo no puedo decir: ‘la discográfica me fastidió el álbum’. Soy el único responsable”.
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