CRÍTICA DE DISCOS
Lady Gaga regresa a la discoteca
Jordi Bianciotto / Juan Manuel Freire / Ignasi Fortuny / Roger Roca
Lady Gaga llevaba mucho tiempo apartándose del camino de las baldosas amarillas que la condujo a la fama: hemos tropezado con el ‘heartland rock’ y las baladas folk de la banda sonora de ‘A star is born’ (2018), con la flora country-pop de ‘Joanne’ (2016) y con el cancionero americano de siempre en la encopetada cita con Tony Bennett de ‘Cheek to cheek’ (2014). Y en medio de todo ello, la exhibición de sus males y flaquezas en el documental ‘Gaga: Five foot two’ (2017). Total, que, para vérnoslas con la Lady Gaga diva de discoteca, centelleante y desenvuelta, hay que remontarse, al menos, hasta los días de ‘Artpop’ (2013).
Mucho apetito acumulado ante ‘Chromatica’, álbum que ha visto la luz este viernes envuelto en medidas de seguridad dignas de la Nasa (no ha habido escuchas previas para la prensa) y acompañado de fotos que destapan su nuevo ego de criatura pos-apocalíptica (agarrando a algo parecido a un murciélago por la cola en una de ellas: ¿señal de victoria justiciera sobre el covid-19?). Y bien, Lady Gaga retoma el hilo de la música de discoteca de etapas anteriores, retrocediendo incluso a los tiempos de ‘The fame’ (2008) con sus tramas electro-pop y sus patrones rítmicos house.
Zona libre de baladas
Vuelta a los cuarteles de invierno, aunque mirando hacia atrás sin el grado de inventiva y de frescura de una Dua Lipa en su reciente ‘Future nostalgia’. Pero ahí está de nuevo la Lady Gaga invasiva, la bestia que no da tregua en la pista de baile convirtiendo en aparatosos artefactos sus circunstancias personales: superación de traumas emocionales, cura de heridas y gestión de la fama (“adoro los paparazzi, me encanta la popularidad / aunque sabes que me hace sufrir”, canta en ‘Fun tonight’) alimentan este cancionero desde su mismo arranque, donde la angustiada Stefani se presenta como la Alicia que cae en el hoyo en busca del País de las Maravillas.
En ‘Chromatica’ no hay ni una balada, tan solo tres cortinas orquestales que separan otros tantos bloques con teatralidad. Y el conjunto se hace fuerte en los ‘singles’ y duetos, desde las ya conocidas ‘Stupid love’ y ‘Rain on me’ (compartido con Adriana Grande) a ese ‘Sour candy’ con un pie en el K-pop por cortesía de Blackpink y, en el tramo final, el momento más vertiginoso: ‘Sine from above’, una montaña rusa espoleada por brochazos de Eurobeat, con un injerto de drum’n’bass y la voz imperial de Elton John colándose en el anticlímax: “Cuando era joven me sentía inmortal”, desliza cual voz de la experiencia.
Aunque es difícil ver en ‘Chromatica’ canciones con el potencial de un ‘Bad romance’ o un ‘Poker face’, recupera a la artista en su versión más reconocible. Y deudora de Madonna: oigan el estribillo de ‘911’ o los nítidos ecos ‘voguing’ de ‘Babylon’. La jerarquía sigue en su sitio. Jordi Bianciotto
Esta bien jugado: la nueva estrella afroamericana del jazz más 'soulfu'” pone banda sonora a 'Becoming' (aquí, 'Mi historia'), el documental sobre Michelle Obama. En formato breve, a las antípodas de las maratonianas piezas que le han dado fama, Washington sirve una música que pone un fondo cálido, de ecos espirituales, tono majestuoso y tintes vintage al perfil de Obama que quiere ofrecer la película. Como banda sonora funciona la mar de bien. Por su cuenta, queda en una agradable curiosidad en la discografía del saxofonista. Roger Roca
La hiperproductiva leyenda del trap de Atlanta conserva estilo y doctrina en su último álbum. Canciones en las que mantiene su hedonismo e individualismo característico, aunque también vence al ego en una pieza ('Accepting my flaws') dedicada a su pareja que es hasta romántica. Las numerosas colaboraciones de grandes nombres del rap (Drake, Lil Uzi Vert, Young Thug...) lucen en un disco asentado en las formas del Future dominante de los últimos años. Su realidad alrededor de la covid-19 también está en la destacada 'Solitaires' (junto Travis Scott): 'Diamantes de coronavirus'. Ignasi Fortuny
De efectiva banda emo-pop, The 1975 ha pasado a convertirse en ambiciosa máquina de pop moderno y grupo capaz de resumir los gozos y sombras de la era de Internet en canciones tan ensayísticas como disfrutables. En este primo hermano nocturno de 'A briefinquiry into online relationships' (2018), los de Matt Healy transitan entre géneros (pop de guitarras a lo Teenage Fanclub, música de club y de bajón) mientras recorren paisajes sentimentales marcados, de forma profética, por el aislamiento. Juan Manuel Freire
El título pasado de rosca no desentona ante los poderes de este argentino como creador de canciones de amplias miras, con inventiva y grandes recursos armónicos, ya sea acogiéndose a la épica, al rock’n’roll o al toque de folclore. Atención al ‘crescendo’ arrebatado de ‘Resucitar’, a la cumbia funky ‘Ey, you!’ y a la atalaya del álbum, ‘La canción de las bestias’, cálida y filosófica, envuelta en suaves cuerdas neoclásicas, buscando respuestas en “un mundo en el que todos llevan la razón”. J. B.
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