CRÍTICA DE CINE

'Mi vida con Amanda': elogio de la sencillez

Una película pequeña que se hace grande contando la relación entre un veinteañero y su sobrina

ICULT FOTOGRAMA DE LA PELICULA Mi vida con Amanda

ICULT FOTOGRAMA DE LA PELICULA Mi vida con Amanda / periodico

Quim Casas

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Hay películas que te apetece ver pero de las que esperas pocas sorpresas después de leer algo sobre su argumento y sobre quienes la han realizado. Es un prejuicio como otro cualquiera. ‘Mi vida con Amanda’ podría entrar en esta categoría. Se trata de una producción francesa modesta, sin reparto rutilante, director no especialmente conocido y un tema más o menos ortodoxo, el de la relación de un joven de 24 años con su sobrina de 7, de la que tiene que hacerse cargo tras la muerte traumática de su madre.

Lo primero que sí sorprende es la facilidad con la que los hechos dramáticos están contados. Su funcionalidad y desnudez narrativa, tanto en la primera media hora de presentación como a partir del giro que dan los acontecimientos.

Lo segundo destacable es la capacidad que tiene para otorgar emoción a una historia sencilla. Nada en ‘Mi vida con Amanda’ está exagerado y, sobre todo, nada sobra, cada escena es importante. No es una obra reveladora, pero si una película pequeña que se hace grande en la forma de contar la compleja relación entre los personajes, en las estupendas interpretaciones de Vincent Lacoste (el joven) e Isaure Multrier (la niña) y en su elogio de la mesura y la sencillez.