NUEVO HÁBITO

Auge, caída (y nuevo auge) de los autocines

Estados Unidos contó con 4.000 'drive-in' en su época dorada, entre el final de la segunda guerra mundial y los últimos años 60. Ahora, con el coravirus, vuelven a estar de moda

Un autocine en el Bronx, en Nueva York, en 1951

Un autocine en el Bronx, en Nueva York, en 1951 / periodico

Quim Casas

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Peter Bogdanovich ambientó la secuencia final de ‘El héroe anda suelto’ en un autocine. Mientras se proyecta en la gran pantalla del drive-in una cinta de terror con Boris Karlof, un psicópata armado con un fusil siembra el terror entre quienes se disponen a presenciar la película festivamente desde el interior de su automóvil.

Cuando Bogdanovich realizó este filme, en 1968, el fenómeno del cine al aire libre en coche empezaba su decadencia. Hoy vuelve a reactivarse como solución de emergencia ante los efectos devastadores del coronavirus en la exhibición cinematográfica. En Alicante se abrirá el próximo 11 de junio el más grande de Europa, Cinemacar Alicante, con capacidad para 400 coches. Hay seis más en toda España.

En otra película de Bogdanovich, ‘Esa cosa llamada amor’ (1993), sus protagonistas van a un autocine donde proyectan ‘El hombre que mató a Liberty Valance’ de John Ford. Hoy resulta bastante impensable que en un autocine programen un western clásico en blanco y negro, pero entonces, cuando el concepto hizo auténtico furor, eran habituales en los drive-in tanto películas de gran empaque como producciones B expresamente realizadas a tal afecto. Cintas musicales, comedias, de terror o de acción, primero para plateas adolescentes; después pensando en las familias.

La película proyectada era, en muchos casos, lo de menos. Los jóvenes estadounidenses iban en sus automóviles o los de sus padres para pasar dos horas de juerga, besos y alguna cosa más. Dentro de un coche, escuchando el audio de la película a través de un altavoz colocado en la ventana del vehículo, todo era posible.

En tiempos de crisis de la exhibición a causa del covid-19, el festivo autocine se plantea como una opción, aunque puntual: no todos los estilos de cine son aceptables en un 'drive-in'. El concepto se remonta a 1915, cuando en Nuevo México se abrió el primer cine al aire libre que ya tenía la disposición habitual de los autocines: una pantalla grande, una amplia área de estacionamiento para automóviles y una cafetería. Ya con el cine sonoro, hermanadas dos industrias tan poderosas como la cinematográfica y la automovilística, algunos promotores incluyeron áreas de juego para niños. 

El 6 de junio de 1932 se inauguró en Candem, Nueva Jersey, el primer autocine del mundo. El 'boom' se extendió entre el final de la segunda guerra mundial y finales de los 60. Del popular fenómeno se hicieron eco los Beach Boys con la canción ‘Drive-in’. Estados Unidos llegó a tener 4.000 autocines. La decadencia llegó en los 70, al revés de  otros países. El 1 de septiembre de 1977 se inauguró el primer autocine de Barcelona, situado en el kilómetro 7 de la Autovia de Castelldefels, y estuvo activo durante seis años. En Madrid se había abierto el primero en 1959, pero duró pocos meses.

El concepto vuelve de forma tímida. Quentin Tarantino le rinde homenaje en ‘Érase una vez en… Hollywood’: el personaje de Brad Pitt vive al lado de un autocine. Hoy empieza el festival de 'drive-in' itinerante de Burdeos, con una pantalla de más de 150 metros cuadrados y estrictas normas de seguridad: solo tres personas por vehículo, reparto de mascarillas en la entrada y prohibición de salir del coche.

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