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El director Alexis Michalik nos cuenta las anécdotas de 'Cartas a Roxane'

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Eduardo de Vicente

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Hoy llega a la Sala Virtual de Cine, Cartas a Roxane, una de esas películas pensadas para estrenarse en cines pero que, debido a la actual situación, ha debido trasladar su debut a esta plaforma online. Es una entretenida cinta de época que explica cómo el escritor Edmond Rostand escribió su obra cumbre, Cyrano de Bergerac. Ha sido dirigida por el actor francés Alexis Michalik, muy popular en su país por sus trabajos en teatro y televisión y que, curiosamente, ha trabajado más como actor de cine en películas españolas como La banda Picasso y Kamikaze. Está protagonizada por el joven Thomas Solivérès junto a Olivier Gourmet (el actor fetiche de los hermanos Dardenne) y Mathilde Segnier (Harry un amigo que os quiere, El papel de sus vidas), entre otros.

La película, basada en la obra teatral Edmond transcurre en el París de finales del siglo XIX y Rostand, pese a tener el apoyo de la prestigiosa actriz Sarah Bernardt, acaba de fracasar con su última obra en verso, La princesa lejana. Pero ella le contacta con su compañero Constant Coquelin, que busca un texto para estrenar. El filme cuenta las pequeñas anécdotas de su vida que le llevaron a escribir esta pieza inmortal y cómo fue improvisando a contrarreloj todos y cada uno de los actos en que está dividida.

Destaca por la recreación del Paris de la época con referencias tanto al Moulin Rouge como al nacimiento del cine y es un elogio de la creación artística, de cómo una idea va tomando forma y se convierte en una obra maestra. Su realizador, Alexis Michalik, explica a los lectores de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA las anécdotas surgidas durante el rodaje.

-Un París digital. “Toda la reproducción del París del siglo XIX se hizo digitalmente ya que el rodaje fue en Praga porque era más barato que en Francia. Todos los edificios que vemos como la torre Eiffel, el Sacré Coeur o los monumentos se hicieron de forma digital. La espectacular imagen del tren accidentado que aparece al principio fue un hecho real (también mostrado en La invención de Hugo, de Martin Scorsese) y, para recrearlo digitalmente, nos inspiramos en una foto de la época”.

-De 150 a más de mil figurantes. “Lo más difícil de hacer fue la representación del estreno de Cyrano de Bergerac porque cuando intentamos reproducir ese momento estamos hablando de una obra teatral de la época y necesitábamos mucha gente en el escenario, en la platea y en los diversos anfiteatros. Solo había unos 150 figurantes y luego los convertimos en unos mil también con métodos digitales. Fue durante la primera semana de rodaje, que fue muy dinámica. Teníamos un teatro durante un mes y, desde las 4 o 5 de la madrugada, estuvimos preparándolos a todos. Alquilamos una escuela completa únicamente para poder guardar el vestuario y, más tarde, ponérselo. Encontramos ropa en España y en Austria, en lugares que tienen un stock importante de esa época”. 

-El Moulin Rouge de Praga. “Teníamos mucha documentación sobre el Moulin Rouge pero lo más complicado fue encontrar un local en Praga que se pareciera y pudiéramos hacerlo pasar por el famoso cabaret”.

-La realidad y la ficción. “Es cierto que Edmond Rostand tenía 29 años cuando empezó a escribir su Cyrano, que antes nunca había tenido un éxito, solo fracasos, y que esta obra cambió su vida en tan solo una noche, la de esta primera representación, y fue nombrado poeta nacional. Pero hay muchos elementos que están creados para que fuera dramáticamente más interesante como los productores corsos o el triángulo amoroso entre Edmond, su amigo actor y la chica que le inspira, que es una ficción. Quería introducir la obra de Cyrano en la vida de Edmond y por eso imaginé estos otros dos personajes de Leo y Jeanne. En la realidad, la musa de Rostand fue su mujer, Rosemonde, que fue muy importante para él y quien más le ayudó pero he cedido algunas de sus características al de Jeanne para que la trama fuera más atractiva”.

-Del teatro al cine. “La película es casi igual a la obra de teatro, porque la obra original es una adaptación de un guion que estaba intentando producir para el cine pero nadie quería hacerla porque resultaba muy cara. Después del éxito en el teatro, los productores me dieron el visto bueno para hacerla”.

-Dirigir e interpretar. “Ser director y, a la vez, tener un pequeño papel no me supuso ningún problema. Solo pierdes un poco más de tiempo porque, tras rodar, debemos parar un momento para ver cómo ha quedado la toma. Me ha gustado mucho hacer ambas labores y no me ha costado porque ya estoy acostumbrado a hacerlo en el teatro. Precisamente, estos últimos días estaba haciendo las dos tareas en una obra romántica en un teatro francés”.

-Un actor dirigiendo a otros. “Cuando eres un actor es más fácil dirigirte a otro porque entiendes lo que está pensando, sus dudas y puedes explicarle lo que piensas de una manera que él lo entienda. Escribí y dirigí la obra de teatro original, que obtuvo muchos premios, y era sencillo decirles que sabía lo que quería, lo que iba a funcionar para que confiaran en mí”.

-Los primitivos efectos especiales. “Hay una escena muy simpática que muestra los efectos especiales en el teatro, cómo se imitaba el ruido del oleaje o la máquina para crear una niebla y me inventé esta manera de hacerlo. No sé si realmente se hacía así, pero pensaba que sería una buena secuencia”.

-Autores entre prostitutas. “En el filme, Rostand coincide en un prostíbulo con el autor Anton Chejov. No sé cómo fue Chejov pero en esa época París era el centro del mundo artístico, con muchos teatros y me pregunté cuáles de los autores teatrales más conocidos podían estar en la capital francesa en ese tiempo ¿Chejov? ¿Oscar Wilde? ¡Georges Feydeau, claro! (el personaje que interpreta Mijalik). Quería que Chejov tuviera una escena simpática, de comedia, y se me ocurrió que se encontraran en un burdel. No sé si en la vida real los frecuentaba pero creo que es posible que hubiera ido a ver obras a París con su amigo Stanislavski (el creador del famoso método interpretativo, que también aparece en el filme). Chejov es un poco tímido, más discreto, y su compañero es más extrovertido y vitalista. Es una escena que al público eslavo le gusta mucho porque es como un homenaje al autor y al teatro ruso”.

-Un Bolero antes de tiempo. “En el filme suena el Bolero de Ravel, que fue compuesto más adelante. Era una broma de la versión teatral porque allí oíamos el Bolero y Coquelin le preguntaba a un joven músico que trabajaba en el teatro qué era eso. El chico le decía que era su creación y le pedía su opinión, y el actor le contestaba que no estaba mal. Realmente fue creado años después pero, en 1897, Ravel tenía unos 20 años era estudiante de música en París y es muy posible que, para ganar algo de dinero, trabajara en un teatro y que ya tuviera la idea del Bolero. Lo mismo me pasó a mí, que llevaba 15 años pensando en hacer Cartas a Roxane”.

-Un monólogo memorable de última hora. “En una escena se menciona una frase clave: “para nosotros los actores, el mañana no existe. Lo que existe es el público, el espectáculo, el instante. Somos los artesanos de lo efímero”. Este monólogo no existía inicialmente pero un productor pensaba que necesitaba una escena entre los dos actores para salvar al personaje de la actriz, que es un poco diva y no resulta demasiado simpática para el público. Ahora conocemos los nombres de Shakespeare, de Molière, pero no los de los actores que representaban sus obras. Los de ahora son estrellas, pero entonces no. Es una frase un poco filosófica para reivindicar su trabajo en el teatro porque es efímero, solo para el momento y es algo mágico. Es una manera de decir que lo que los espectadores vivieron esa noche no está documentado y solo queda en la memoria de los asistentes. El éxito fue increíble y, en los meses posteriores todo París presumía de haber estado allí. La broma de esos días era que si era verdad que habían asistido todos los que lo aseguraban no hubiera sido en un teatro, sino en un hipódromo”.