HOTEL CADOGAN 22
Churchill y la uve de la victoria
Andrew Roberts escribió la mejor biografía del 'premier', una lectura ideal para festejar una efeméride deslucida por la pandemia

churchill car 1200 / periodico

Olga Merino
Olga MerinoPeriodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
Olga Merino
Los muertos conservamos una memoria apabullante, aunque después de tantas lunas suspendidos en el éter las imágenes se nos superponen en las retinas como las de un caleidoscopio enloquecido. ¿Fue hoy o hace 75 años? Las tinieblas nos confunden. Ayer mismo nos dieron las tantas bailando en la recepción del Cadogan, los huéspedes con las criadas, la misma melodía una y otra vez, en bucle, la canción ‘We’ll meet again’, que puso de moda Vera Lynn —la señora, por cierto, sigue viva, guapa y coleando a los 103 años recién cumplidos— durante la segunda guerra mundial. “Volveremos a encontrarnos/ no sé cuándo, no sé dónde/ pero sé que volveremos a encontrarnos/ algún día soleado”. Danzando como malditos, sin saber a ciencia cierta si estábamos celebrando el fin de los bombardeos alemanes o bien el inicio de la desescalada por el coronavirus. Una lástima que la pandemia haya emborronado la efeméride.
Hemos amanecido tarde, claro, con las sábanas pegadas y el tiempo justo de sorber una taza de tépara escuchar a Churchil len el hall, arracimados todos en torno a la radio como arenques en barril. Son las tres de la tarde del 8 de mayo de 1945. Atrás quedaron los apagones, las cortinas tupidas, las noches del ‘blitz’, las carreras hacia el metro, el racionamiento y las zanahorias sembradas en el ‘backyard’. Londres ha resistido como un gigantesco hipopótamo de piel correosa. Desde su despacho en el número 10 de Downing Street, el primer ministro se dispone a radiar la alocución de la victoria,pero antes de hacerlo se suenala nariz con “un trompetazo tremendo”, a decir de su secretaria. Como hace un día soleado, pide que bajen un tanto las persianasy al fin dice: “Los malvados yacen postrados a nuestros pies”.
Luego habla desde el balcón de Buckingham Palace, junto a la familia real, y hace su famosa uve de la victoria frente a una multitud que lo aclama. Apenas dos semanas después, sin embargo, sufre una derrota estrepitosa en las urnas a manos del laborismo, ‘that’s life’. Todos estos asuntos los desgrana magistralmente Andrew Roberts en ‘Churchill’ (Crítica), la mejor biografía del personaje publicada hasta la fecha, lejos del divertimento libre que escribió Boris Johnson y del muy sesudo tomo de Roy Jenkins. “Jamás vaciles, jamás te fatigues, jamás desesperes”; ese fue su último discurso en los comunes.
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