IMPACTO DE LA PANDEMIA EN LA CULTURA

Los museos, en la encrucijada por el coronavirus

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Mauricio Bernal

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Son tiempos malos pero también tiempos de reflexión; lo son a nivel individual, colectivo e institucional; lo son en los museos. Esta crisis sin precedentes no solo ha puesto patas arriba la programación de la temporada en todas las pinacotecas de Barcelona, y obligado a complejos ejercicios para recomponer el calendario que aún no están terminados –y que dependen, mayormente, de la evolución de una situación que todavía es muy incierta–; es de tal calibre la conmoción que también ha puesto a los museos frente a un espejo, uno en cuyo reflejo están decididos a leer las claves de su futuro. "En medio de este desastre, este achuchón, si sirve para romper membranas, mejor", resume el director del MNAC, Pepe Serra.

El desafío a corto plazo en el que trabajan los museos es volver a montar el rompecabezas de la programación

Todo se detuvo la segunda semana de marzo. En el caso de los museos, supuso el cierre brusco de exposiciones que apenas estaban despegando o que llevaban poco tiempo en marcha: como la de surrealismo y diseño en CaixaForum, o la de Pérez Siquier de la Fundación Mapfre. El ejemplo paradigmático sería 'Son', la intervención de Oriol Vilapuig sobre el románico de la Vall d’Aneu que el museo de Montjuïc inauguró dos días antes de bajar la persiana. Otros, en estos casi dos meses de confinamiento, han visto cómo pasaban de largo las fechas en las que habían previsto inaugurar sus exposiciones de primavera, como el Macba y la que iba a ser la primera muesca de una temporada concebida para celebrar su 25º aniversario: 'Acción. Una historia provisional de los 90', en torno a la escena de la 'performance' española de esa década.

Juguetes rotos

Diseñar una temporada equivale a armar un puzle, y ahora todos están rotos; lo que se iba a hacer más adelante está condicionado por lo que no se ha podido hacer estas semanas. El desafío, el de corto plazo en el que están trabajando todos los museos, es volver a montar el rompecabezas. "Todas las exposiciones que estaban programadas se harán", dice el director del Macba, Ferran Barenblit, resumiendo la intención general: no cancelar, posponer. "Las haremos en el mismo orden en que estaba previsto, solo que en diferentes fechas". El decalaje implica, en este y en casi todos los museos de Barcelona, extender las temporadas hasta el próximo año. En el Macba, la esperada retrospectiva sobre Félix González-Torres, prevista para finales de octubre, será pospuesta al 2021.

A corto y mediano plazo, los retos prácticos y de gestión que plantea el nuevo escenario son diversos. Todos los museos dan por sentado que tanto el transporte como los seguros serán más caros. La propia visita de un museo será una experiencia distinta. El CCCB, que alargará tanto como pueda la exposición que tenía en marcha en el momento del cierre, 'Gameplay', sobre la cultura del vídeojuego, tendrá que repensar el acercamiento a una muestra que era una invitación a tocar. "Hay que replantear los espacios de juego para que la gente pueda visitarlos sin pasar por el ‘joystick’", dice la directora, Judit Carrera. El CCCB, cuyo programa del 2020 reivindicaba, mucho antes de que aparecieran el virus y el confinamiento, "la utopía en tiempos distópicos", trabaja con la idea de inaugurar en octubre la exposición sobre William Kentridge prevista para junio, y a principios del 2021 la de Marte prevista para noviembre.

Otro montaje es posible

El montaje de una exposición tampoco será como antes. Barenblit subraya que hasta ahora suponía "la presencia de muchísima gente en una sala", y prácticas que ahora son objeto de recelo como pasarse constantemente herramientas de mano en mano. "Mucha gente junta trabajando", resume. El museo ha puesto en marcha un nuevo protocolo que supondrá, entre otras cosas, trabajar "en grupos de a dos para minimizar los contactos", lo que evidentemente demorará el proceso. "Un montaje es algo muy complejo, y a partir de ahora nos tomará más tiempo". Significa que 'Acción', que ya estaba en proceso de montaje cuando sobrevino el confinamiento, tardará "unas semanas" aún en estar lista después de la reapertura. Aparte de la permanente, el público podrá ver la muestra dedicada al escultor griego Takis, que iba a permanecer abierta hasta el 19 de abril; antes de que las puertas de todo se cerraran.

Son nuevos tiempos, y traen nuevas maneras de vivir las cosas. "Tendré que cambiar el recorrido", dice el director del Museu Picasso, Emmanuel Guigon, en atención a un hecho que no puede soslayar: que el actual itinerario por la colección permanente implica, tal como está planteado, “muchas idas y vueltas”, exactamente lo que desaconseja el sentido común. "Procuraremos no tocar mucho, pero hay que cambiarlo". "Cambiamos para adaptarnos", sentencia. El Picasso tenía que inaugurar este mayo su exposición estrella de la temporada, sobre las joyas diseñadas por el artista, que en razón de los préstamos que implica ("hay que hacerla bien"), Guigon y su equipo han decidido trasladar al 2021, en primavera o verano. La otra muestra que el museo iba a inaugurar este mes, en torno al fonógrafo surrealista 'Jamais', más sencilla, se pondrá en marcha tres o cuatro semanas después de la reapertura.

Varios escenarios

Al rediseño de las programaciones lo favorece que la crisis es mundial, y que todos los museos en todos los lugares pasan por lo mismo. "Reprogramar implica hablar con todos los museos y prestadores que han comprometido obras, pero hay una gran voluntad de superar el momento, y de aportar flexibilidad a unas fechas que suelen ser muy rigurosas", explica Elisa Durán, directora general adjunta de la Fundación La Caixa. Su rompecabezas particular tiene un plus de complejidad, toda vez que implica no solo al CaixaForum de Barcelona sino a sus siete hermanos repartidos por España, cada uno con dos o tres salas. "Son 30 o 40 exposiciones al año", dice. En el de Barcelona, las cosas, a expensas del virus y la política, quedarán así: la muestra sobre surrealismo y diseño, que debía cerrar en junio, se prolongará a septiembre, y la dedicada a los vampiros en el mundo del cine, prevista para junio, se aplaza al otoño. "Pero todo es incierto, trabajamos con varios escenarios", explica la responsable.

Se respira el mismo aire en la Fundación Mapfre. "No cancelamos. Trabajamos para posponer", dice Nadia Arroyo, directora del área cultural de la entidad. La crisis se ha presentado en un momento clave para la fundación, que se despedía de la Casa Garriga Nogués con la retrospectiva en torno a la obra de Carlos Pérez Siquier, paso previo a la apertura de su nuevo centro internacional de fotografía en la Torre Mapfre del Port Olímpic. Pérez Siquier ("es una pena") se da por terminada (abrió en febrero), y la inauguración del nuevo centro, que debía tener lugar este mayo, se pospone al otoño. "Y aún no sabremos si habrá inauguración, tal y como está todo. Dependerá de la evolución de la situación".

Un modelo agotado

Más allá de los desafíos prácticos, hay una pregunta casi de orden existencial que ronda por los despachos: si todo va a ser igual que antes. La respuesta general, a veces categórica, es que no. Uno de los abanderados de la reflexión es el director del MNAC, Pepe Serra. "Hace tiempo que sabemos que trabajamos con un modelo agotado", dice. La crisis puede ser la excusa para dar el paso que muchos museos de Barcelona llevan tiempo queriendo dar. ¿Hacia dónde? Hacia un modelo más sostenible que prime el trabajo con las colecciones más que las grandes exposiciones, por ejemplo. Uno que tenga consideración por la actividad de los museos como servicio público, a la altura de la educación o la sanidad. Uno que no viva constantemente al borde de la precariedad, y que esté bien financiado. "Pero que quede bien claro que en tiempos de crisis lo primero es que todo el mundo pueda pagar el alquiler e ir al supermercado", dice Serra. "Eso es lo primero".

Serra, que ha tenido que trasladar a otoño la exposición sobre Isidre Nonell prevista para esta primavera (y renunciar a algunos préstamos), que dice que tiene "en el limbo" la esperada muestra sobre las pinturas murales de Annibale Carracci ("quizá en el 2022") y que alargará lo máximo posible la hasta ahora brevísima 'Son' –entre otros movimientos de artesanía museística a los que lo ha obligado la coyuntura–, asegura que "esta crisis es una oportunidad para pensar y llevar a cabo todo esto". Y que "es un tópico, pero es que está clarísimo". "Hay que abrir en canal el debate –dice–: ¿hay que pagar por entrar en los museos públicos?"

Todo esto, en un momento de pérdidas: el MNAC las cifra en 2 millones. El Macba, en 1,5 millones. "Si nuestra pretensión es ser los de antes, vamos equivocados", dice Barenblit. "Somos un servicio público, y las cuestiones de taquilla y déficit no deberían ser relevantes". "Volver a la normalidad no es nuestra aspiración". Es el clima que se respira un poco por doquier: la normalidad de antes era anormal. Hay que construir una nueva. Los museos también están en ello. Hay mensajes que van y vienen estos días para coordinar una apertura simultánea, y a día de hoy todo apunta a que ocurrirá la segunda semana de junio. Entonces, todo empezará a ser distinto.