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Crítica de 'Judy & Punch': reescribir el cuento, devolver el golpe

La debutante Mirrah Foulkes reevalúa un clásico del teatro de títeres desde una mirada feminista

Fotograma de 'Judy & Punch'

Fotograma de 'Judy & Punch'

Juan Manuel Freire

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'Punch & Judy', que no 'Judy & Punch', es el nombre de un famoso espectáculo de marionetas con raíces en la comedia del arte del XVI. Escena tras escena, siglo tras siglo, el muñeco masculino Punch ha ido dando porrazos a cualquier animal o persona que le pasara por delante, incluyendo a su esposa Judy.

Muchos dudan en revisar las tradiciones solo por el hecho de ser eso: tradiciones. No es el caso de la hasta ahora más conocida como actriz Mirrah Foulkes ('Animal kingdom', 'Top of the lake'), que en su debut largo como directora-guionista reescribe la historia con fines feministas. En 'Judy & Punch' (ponerla a ella delante ya es toda una declaración de principios), los personajes titulares son marionetistas además de muñecos, y Punch (Damon Herriman) pega tanto dentro como fuera del trabajo, pero su esposa (Mia Wasikowska) se decide a devolver el golpe.  

La historia que sucede fuera de las tablas está impregnada del aire de cuento de la obra; también de su virulencia, en la recta final vengativa pero desencantada. Foulkes se mueve por este mundo cruel, sin clara situación geográfica ni temporal, con bastante elegancia, sobre todo cuando entra en juego la Steadicam. Le ha quedado un cuento malsano con final solo relativamente feliz: para reescribir el curso del mundo, dice Foulkes, hacen falta más que dos manos y un único escarmiento.

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