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Crítica de 'Dangerous lies': comida rápida con ingredientes de lujo

Este thriller poco ambicioso gana envergadura por la presencia de Elliott Gould o una rica fotografía

Mentiras peligrosas

Mentiras peligrosas / periodico

Juan Manuel Freire

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De un thriller con un título tan perezoso como 'Mentiras peligrosas' (que, curiosamente, estaba sin coger) no se puede esperar una gran aportación al género. Suena más a telefilme con poca envergadura, y justo esa clase de proyecto es la especialidad de Michael Scott (director) y David Golden (guionista), estajanovistas de su trabajo. Titular así la película es un acto de sinceridad y valentía profesional.

Sus autores no llevan a nadie a engaño, al contrario que la mayoría de personajes de este thriller maquiavélico destinado a solucionar sobremesas. La única persona pura parece Katie (Camila Mendes, Veronica de 'Riverdale'), cuidadora del anciano Leonard (¡Elliott Gould!), quien fallece imprevistamente y le deja su casa en herencia, según informa a la heroína una abogada (Jamie Chung). Tanto Katie como, sobre todo, su marido Adam (Jessie T. Usher) creen que sus problemas financieros se han acabado, en particular tras descubrir un arcón lleno de dinero en el ático de la casa. Pero nada ni nadie es lo que parece, las mentiras son peligrosas y los giros no tienen fin.

De hecho, las revelaciones y los giros se reproducen con tanta celeridad que al llegar la mitad de metraje pueden dejar de hacer efecto. El misterio más interesante debe ser: ¿cómo acabó el mítico del Hollywood de los 70 Elliott Gould, quien no se prodiga tanto como muchos querríamos, metido en este embolado? También da lustre al proyecto la rica fotografía de Ronald Richard ('Riverdale'), especie de condimento de lujo para pura 'fast food'.  

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