LOS AUTORES DE 'CARRETERAS INFINITAS'

Sidonie homenajea el turismo de sol y playa en 'Me llamo Abba'

El trío barcelonés lanza un 'single', adelanto del nuevo álbum, mientras su cantante y compositor, Marc Ros, debuta con la novela del mismo título

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Jordi Bianciotto

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¿Qué es más difícil, recuperar la infancia perdida o esperar que Abba se reúna para realizar una gira mundial? Con ambos supuestos igual de improbables juega Sidonie en su nuevo material bicéfalo: un disco casi terminado, cuya edición seguramente se trasladará a después del verano, y una novela a cargo de su cantante, guitarrista y principal compositor, Marc Ros, esa ya disponible, por ahora en versión ‘ebook’. Ambas obras se titulan igual, ‘Me llamo Abba’, y asaltan un imaginario pop con acentos ‘kitsch’ y regusto generacional.

‘Me llamo Abba’ es también la canción bandera del álbum, lanzada estos días en ‘single’, la única que estaba en condiciones de publicarse cuando nos cayó encima el estado de alarma. En el vídeo, vemos a Sidonie lanzándonos un mensaje reconfortante para tiempos de apuros (“soy un naufragio, pero también soy una balsa”), con la blanca Cadaqués como telón de fondo, y presentándonos al personaje central de Abba en la figura de Kimberley Tell, cantante y actriz de Lanzarote con raíces anglo-danesas.

Ella desliza unas estrofas en francés, y la escena adquiere un tono de lo más Gainsbourg (se diría incluso que Ros tiene un aire al autor de ‘La javanaise’). Pero, ¿Sidonie no era ante todo una tropa de anglófilos? “Sí, pero una vez rayé todos los discos de la era mod y psicodélica británicos, profundicé en el pop francés”, revela Ros. “Y Gainsbourg es el puente entre ambos mundos”.

El año sabático que no fue

Pero antes de la canción fue la escritura del libro, el primero de Marc Ros, una misión con la que logró cargarse sus nobles intenciones de tomarse un año sabático en el 2019. “¡Burro de mí! Pero me apetecía meterme en esa historia de ficción, aunque cuando llevaba 50 o 60 páginas estuve a punto de dejarlo”. Cobraron forma los protagonistas: Abba y Hugo, músicos, y Doménech, “el hippie fan de The Grateful Dead que les ayuda a tirar su proyecto adelante”.

Y el imaginario de fondo: los años del auge del turismo de sol y playa, con sus edificios desarrollistas con nombres como Vistamar, Playa Azul o Bahía Serena. “Abba es una arquitecta frustrada y tiene cierta obsesión por esa estética”, explica Ros. “Y todo eso conecta con nuestra infancia, en los 80, cuando nuestros padres nos llevaban de viaje a la Costa Brava. Asociamos esa arquitectura a la felicidad”.

Meses sin dormir

Como sus protagonistas eran músicos, a Ros se le ocurrió la loca idea de que sus canciones fueran de verdad, y sin darle más vueltas procedió a componerlas, una para cada capítulo, dando así forma a un álbum conceptual de Sidonie. Misión intrincada. “Me compliqué la vida a base de bien. He estado muchos meses sin dormir, con ansiedad y esperando que todo esto valga la pena”. Todo para que la covid-19 entrara ahora en escena lista para el sabotaje. Pero Ros celebra haber consumado su obra, un “acercamiento a la literatura hecho con mucho respeto y también con un punto de descaro y de juego”.

Abba, el personaje, lo tiene difícil para volver a la infancia, “porque no puedes revivir el pasado”, y es poco realista esperar que Abba, el grupo (al que no se alude ni una vez en el libro), reaparezca en los escenarios a estas alturas, con coronavirus o sin él, aunque, como recuerda Ros, hace un par de años se habló de una gira con hologramas. Da igual. “Se trata de no ponerte a llorar por eso”. Y de esperar a poder dar los últimos toques a ese disco: mezclar y masterizar, esencialmente; un trabajo que no quieren hacer a distancia. “Tenemos que vernos las caras. ¡Yo necesito discutir con mis compañeros!”.

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