CRÍTICA DE CINE

'Los hermanos Willoughby': la liberación de los huérfanos

En 'Los hermanos Willoughby', filme canadiense de Kris Pearn y Cory Evans, sus protagonistas son casi tan peculiares como la familia Addams

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Quim Casas

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Adaptación de un libro infantil de Lois Lowry en el que el tema de la orfandad está tratado con humor, Los hermanos Willoughby utiliza elementos reconocibles en otros cuentos infantiles, caso de la fábrica de caramelos que emula a la de chocolate de Willy Wonka, en la célebre creación de Roald Dahl, para relatar la emancipación de cuatro hermanos a quienes sus padres no hacen ni puñetero caso.

Los Willoughby son casi tan peculiares como la familia Addams. Viven en una casa antigua aislada en medio de la ciudad. El matrimonio tiene tanto dinero como egoísmo, y los hijos no son bien recibidos. Después de nacer, se limitan a darles un nombre y dejarlos completamente solos. Son un chico, una chica y dos gemelos que se llaman igual, Barnaby. La animación es simple y estilosa: los cabellos de todos están confeccionados con ovillos de lana roja, una de las obsesiones de la madre.

Hay niñeras buenas y niñeras malas en la literatura infantil. La de esta película es buena. Cuando los padres se van de vacaciones, la niñera no sólo comprende a los niños; también estimula su independencia.

El filme tiene detalles curiosos. Por ejemplo, el narrador de la historia es un gato que efectúa comentarios irónicos. Recluidos en la amplia pero opresiva mansión familiar, los niños no conocen apenas nada del mundo exterior, así que el mayor cree que la película emitida por televisión es un cuadro en movimiento.