ENTREVISTA

Hernán Migoya: "Todavía se puede hablar del famoso 'charnego power"

El escritor y guionista de cómic regresa con 'Baricentro', una memoria familiar con el núcleo en su Barberà del Vallès natal

hernan-horizontal

hernan-horizontal / periodico

Elena Hevia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hace poco más de un mes, en su Facebook y desde el apartamento que tiene alquilado en el límite entre Miraflores y Surco, dos pintorescos barrios de Lima, en Perú, Hernán Migoya, escritor, guionista de cómic y antiguo director de ‘El Víbora’, anunciaba la salida inmediata de su novela, ‘Baricentro’, en realidad, una memoria sobre su infancia y juventud en la Barberà del Vallès en los 80, y las ganas de abrazar a su madre, a quien habían diagnosticado un cáncer. Pero llegó el coronavirus y el autor, al que hace 17 años salpicó el orquestado escándalo de ‘Todas putas’, libro que quisieron leer como un ensayo programático cuando, en realidad, como cualquier novela estaba poblado por monstruos de ficción, lleva ya varias cancelaciones del vuelo que le tiene que traer a Barcelona. De momento, Reservoir Books, su editorial, saca la edición digital. 

¿Cómo se vive el confinamiento en Lima? 

Aquí cerraron fronteras en seguida. El presidente Vizcarra se puso la pilas y se han tomado las medidas correctas. Ahora está por ver cómo se comporta la población y cruzar los dedos porque la sanidad en el país deja mucho que desear. 

Tanto se habló del Migoya salvaje, satírico y provocador que costaba trabajo imaginar el golpe de timón que supone 'Baricentro', un libro cargado de ternura. 

Yo he dado muchos golpes de timón en mi vida, he cambiado de ruta muchísimas veces. He cambiado incluso de país. He escrito más de 20 guiones de cómic y estoy adaptando las historias de Pepe Carvalho a la novela gráfica. He escrito otras tantas novelas fantásticas, de terror e incluso pornográficas. Ahí, aunque eran obras imaginativas, dejé parte de mis vivencias desparramadas a modo de metáforas pero nunca me había atrevido a mostrarme a mí mismo. 

Sus padres tendrán que esperar para darle un abrazo.

Sí, eso es lo que peor llevo. Acabo de hablar con ellos por Skype y están bien. Pero, por lo que sé, no saben nada de este libro porque lo normal para ellos es que su hijo esté siempre escribiendo. No hay novedad en eso. Estoy deseando llevarle la novela a mi madre y decirle que la he escrito para ella. Claro que a algún familiar se le puede escapar antes, pero me gustaría estar presente cuando se entere. 

¿Y qué le dirá? 

"Mamá: no te asustes pero he escrito un libro sobre ti y tu familia, sobre nosotros". Sé que se va a poner muy nerviosa, no va a entender nada. 

"Mi padre tiene alzhéimer y no podrá decirme que soy idiota. Pero a mi padre siempre le ha dado igual lo que digan de él"

Su padre queda más oscurecido en el retrato, quizá porque encarna a esos hombres de los 70 que no dejaban traslucir sus sentimientos. 

Estoy contento del equilibrio con el que he dibujado a mi padre porque no escondo sus zonas oscuras pero a la vez muestro su humanidad y así queda evidente mi cariño hacia él. Mi padre encarna una tipología del hombre de clase media-baja que se ve obliga a ser rudo para salir adelante. 

La lástima es que no podrá leerlo 

No, hace ya tiempo que sufre alzhéimer. No podrá decirme que soy idiota [ríe]. Pero a mi padre siempre le ha dado igual lo que digan de él. 

En lo que también hay una tipología es en el retrato generacional de su infancia. 

Es un fresco de los 80, de una manera de sentir y de un barrio proletario. En este libro abrazo una reivindicación charnega. Aunque no he hecho un retrato idealista de Barberà, me gusta la sencillez y la alegría de la vida allí, que en cierta manera he recuperado un poco en Perú. En ese ambiente sí podías bajar la guardia. 

"Me gusta la sencillez y la alegría de Barberà del Vallès que, en cierta manera, he recuperado en Perú"

¿Y dónde no? 

En Barcelona y en el mundillo cultural en el que me movía. Me clavaron 50 cuchillos por la espalda. Soy fácil de traicionar. 

¿Estamos hablando del ‘affaire’ 'Todas putas'? 

Han pasado 17 años y me entra la risa tonta cuando me ponen en la posición de defender esa obra. No voy a renegar de ella. Nunca lo haré. Pese al linchamiento general. Se llegó a decir que yo tenía que estar en la cárcel y mucha gente se apuntó a avivar la hoguera. Hasta que vino Vargas Llosa y les acusó de censores. Quien sí fue leal desde el primer momento fue Miriam Tey, que es a quien buscaban realmente. 

Porque dirigía el Instituto de la Mujer y había publicado el libro de cuentos en un pequeño sello. 

Ella llevó el ostracismo al que la condenaron con mucha elegancia y nunca me vendió. Pero en fin, el libro dio muchas vueltas y en el 2013, 15 autoras coordinadas por Carla Berrocal lo adaptaron al cómic. 

"Lo de la escritura periférica me suena a determinismo geográfico directamente clasista"

Últimamente vuelve a hablarse de cultura charnega, ¿se siente interpelado?

He oído hablar de escritura periférica, ahí me han incluido. A mí eso me suena a determinismo geográfico directamente clasista. Me gusta mucho más el término charnego. Todavía se puede habla del famoso 'charnego power',  que está diseminado por toda Catalunya y que siempre he relacionado con el mestizaje del que me siento orgulloso. Además, es más una reivindicación cultural que política.

Pero últimamente, sí se ha teñido de política. 

Desde que se desató el rollo de la victimización y la hipersensibilización en el tema de los colectivos se ha lijado todo. En vez de decir "las razas no existen", como decíamos los progresistas hace años, ahora se ha apostado por la racialización para mantener esas protecciones. Ahora bien, quiero dejar claro que me defino como escritor, no como escritor charnego. 

TEMAS