CRÍTICA DE CINE

'Fuga de Pretoria': la mecánica de la huida

Puede que no aporte nada nuevo al género de las fugas, pero consigue su propósito: que el espectador quede absorto con este sólido relato gracias a su precisión rítmica

Daniel Radcliffe, a la derecha, en un fotgorama de 'Fuga de Pretoria'

Daniel Radcliffe, a la derecha, en un fotgorama de 'Fuga de Pretoria' / periodico

Beatriz Martínez

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El director británico Francis Annan debuta en el largometraje con una historia basada en las memorias de Tim Jenkin (encarnado por Daniel Radcliffe), activista 'antiapartheid' que fue encarcelado en los años setenta, los más duros de la represión racista en Suráfrica.

Configurada a modo de 'thriller', ‘Escape de Pretoria’ nos introduce en el mundo carcelario pretecnológico a través de la figura de unos presos políticos que planean con minuciosidad cómo ir abriendo las numerosas puertas de la prisión que los separan de la libertad. Su plan poco a poco irá tomando forma a través de un ingenioso sistema de llaves talladas en madera confeccionadas de manera artesanal y metódica. Algo de eso también tiene esta película de aliento clásico que se centra en ese proyecto de huida que se verá salpicado de momentos en los que se dosifica de forma perfecta el nervio, la tensión y el suspense.

Puede que no aporte nada nuevo al género de las fugas como clásicos imperecederos que nos llevan desde superproducciones como ‘La gran evasión’ al cine de autor más estricto de Bresson con ‘Un condenado a muerte se ha escapado’, pero ‘Fuga de Pretoria’ consigue su propósito: que el espectador quede absorto con este sólido relato gracias a su precisión rítmica.