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Homenaje a tres grandes artistas: Lucía Bosé, Stuart Gordon y Salvador Vives

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Eduardo de Vicente

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Estos últimos días nos han dejado tres artistas que tuvieron una fuerte vinculación con el cine. Muy distintos entre sí y con carreras muy dispares, pero todos ellos contribuyeron a la cinefilia de mucha gente. En vista de que la mayoría de las teles no están por la labor, hemos querido dedicarles un pequeño tributo desde esta sección a cada uno de ellos. Se trata de la actriz Lucía Bosé, el director de serie B Stuart Gordon y el actor de doblaje Salvador Vives.

Las mejores películas de una gran dama

La italiana residente en España Lucía Bosé se inició en su país natal en los años 50, cuando empezaba a nacer el neorrealismo y uno de sus primeros trabajos importantes fue Crónica de un amor, de 1950 (Filmin y Rakuten), que supuso el debut de Michelangelo Antonioni. Massimo Girotti es un joven empresario textil que adora a su bellísima mujer pero teme que le sea infiel. La aparición de un antiguo amante desata todas las alarmas por lo que contrata a una agencia de detectives para que la vigile, pero el remedio será peor que la enfermedad. Repitió con el realizador italiano en otro retrato en el que cuestiona a la burguesía, La señora sin camelias, de 1953 (Filmin). Interpreta a una humilde dependienta que se convierte en actriz, se casa con un famoso productor que es víctima de los celos, lo que la lleva a encontrarse en un callejón sin salida.

Su etapa española se abre con una obra maestra, Muerte de un ciclista (1955), de Juan Antonio Bardem, disponible en FuboTV pero también fue emitida el viernes pasado por RTVE y puede visionarse aquí. La acción gira en torno a una pareja adúltera formada por un profesor universitario y su amante, una burguesa casada, que atropellan con su automóvil a un ciclista. Asustados por la repercusión que podría tener el caso, deciden darse a la fuga sin dar parte. Pero poco a poco el miedo, la mala conciencia y los remordimientos comienzan a atenazarles. Un drama social que cuestionaba a las clases altas, algo poco habitual en pleno franquismo. Tras un tiempo separada de las cámaras reemprendió su carrera en 1968 de la mano de Pere Portabella con Nocturno 29 (Filmin), uno de esos experimentos inescrutable del realizador catalán. Posteriormente fue reclamada por los mejores directores italianos como Fellini, los hermanos Taviani o Bolognini. Con el primero de ellos participó en Satyricon (1969), disponible en Filmin y A3Player, donde tenía un breve papel de matrona, pero de aquellos que dejan huella.

Uno de sus mejores trabajos lo hizo para televisión. Se trata de la serie La señora García se confiesa (1976-77) sobre una viuda acomodada que conoce a un guionista progresista (Adolfo Marsillach) que le rompe los esquemas. En la web de RTVE podemos ver uno de sus capítulos. En 1973 rodó uno de sus filmes más insólitos, la terrorífica Ceremonia sangrienta, de Jorge Grau, sobre una condesa que se bañaba en la sangre de las vírgenes, que también puede verse en Televisión Española. Un pequeño homenaje a una grande.

El nuevo rey de la serie B

El norteamericano Stuart Gordon era de esos realizadores habituales de Sitges, un cineasta especializado en sacar partido a presupuestos ínfimos para conseguir cintas de terror o ciencia ficción resultonas. Su primer gran éxito en 1985 fue Re-animator, que no se encuentra en las plataformas, pero sí en YouTube. Es una disparatada combinación de terror gore, humor y sexo sobre un científico que crea una fórmula para resucitar a los muertos. Fue la primera de sus muchas adaptaciones de los relatos de su autor de cabecera, H. P. Lovecraft. Antes de que surgieran Chucky y Annabelle, Gordon creó a sus propias muñecas diabólicas, Dolls (1987, disponible en Filmin). Son los juguetes que crea una pareja de ancianos pero esconden muchos secretos.

Fue el guionista de dos importantes filmes de terror que pueden verse en Rakuten. El primero es Secuestradores de cuerpos (1993), la tercera versión de La invasión de los ladrones de cuerpos dirigida por Abel Ferrara y en la que una familia descubre que sus vecinos se comportan de una forma muy extraña. El realizador nos hizo temblar una vez más con su guion para El dentista (1996), de Brian Yuzna, por si no nos diera suficiente miedo ir al odontólogo. El protagonista era un tipo enloquecido tras descubrir la infidelidad de su esposa que decide vengarse de ella y también reciben de paso sus ingenuos clientes.

Cambió ligeramente de estilo con Space Truckers: Transporte espacial (1996, Rakuten, Amazon Prime Video y A3 Player). Era una cinta de aventuras con mucho humor y bastante gamberra protagonizada por Dennis Hopper, que da vida a una especie de camionero intergaláctico que debe transportar un misterioso cargamento a Tritón. Naves espaciales, robots y piratas. Y su última vuelta de tuerca, Edmond (2005, Filmin), adaptación de una obra teatral de ni más ni menos que David Mamet sobre un ejecutivo hastiado de su vida que se lanza a conocer el lado oscuro de la ciudad de Nueva York. Pese a las reticencias iniciales, el resultado fue mucho más positivo de lo esperado.

También merece nuestro reconocimiento un sector a menudo olvidado, el de los actores de doblaje. Aunque algunos seamos más partidarios de la versión original hay que admitir que determinados profesionales contribuyen con su voz a dotar de elegancia y matices a las traducciones (cuando el actor original es flojito, a veces hasta lo mejoran). Uno de ellos fue Salvador Vives, voz habitual de estrellas como Jeremy Irons, Rupert Everett, Mark Harmon, los hermanos Bridges (Beau y Jeff), Pierce Brosnan, Peter Coyote, Peter Fonda o el actor fetiche de Tarantino, Michael Madsen, por citar algunos de los muchos intérpretes a los que cedió su voz. En total, participó en más de 1.000 películas, por lo que cualquier ciclo que podamos dedicarle se quedaría corto pero la próxima vez que oigamos su maravillosa voz en un filme, mandémosle un abrazo a donde quiera que se encuentre para agradecerle lo mucho que nos ayudó a disfrutar del cine.