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Crítica de 'Marianne & Leonard: palabras de amor': un romance sin fin

El documental de Nick Broomfield explora la historia de amor entre Leonard Cohen y Marianne Ihlen

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Juan Manuel Freire

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El documentalista Nick Broomfield ('Kurt & Courtney', 'Whitney: Can I be me') reprime un poco sus impulsos amarillistas en 'Marianne & Leonard: palabras de amor', crónica elegíaca del complicado romance entre Leonard Cohen y Marianne Ihlen, la mujer que inspiró 'So long, Marianne' (entre otras diversas canciones) y que fue anclaje emocional del cantautor durante casi toda su vida.

Otro rasgo conocido de Broomfield, su tendencia al protagonismo, tiene esta vez todo el sentido. Para el cineasta esta historia es personal. Él mismo fue amante de Ihlen durante uno de los períodos en que el trovador canadiense y su paciente novia noruega no tuvieron contacto. Fue ella, según cuenta, quien le empujó a hacer películas.

El director inglés no viene aquí a imponer justicia, aunque colocar el nombre de Marianne antes que el de Leonard en el título es ya un gesto significativo. Trata de arrojar nueva luz sobre Ihlen, despojarla un poco del sempiterno epíteto de 'musa' y hacernos sentir de cerca sus expectativas, sus necesidades, sus sentimientos. Cohen aparece retratado como un mujeriego empedernido, algo que él nunca negó, pero también como todo un romántico; dos cosas contrarias pueden ser ambas ciertas.

Leonard conoció a Marianne y su hijo de 8 años, Axel Jr., en 1960 en la isla griega de Hidra, donde iban a parar muchos artistas en busca de inspiración y las promesas del sol y el amor libre. Fue allí donde, bajo los efectos de las drogas, escribió un par de novelas de pobre respuesta. Ella iba a comprar comida, cocinaba, etcétera. Él no comía demasiado porque, al parecer, el speed le dejaba sin hambre.

La vida soñada de Hidra no podía durar: Cohen empezó a viajar a Montreal para hacer dinero, algo que empezó a llegar gracias menos a los libros que a las canciones. Cedió 'Suzanne' a la cantautora folk Judy Collins, quien le animó a cantar sus propios temas. El resto, como suele decirse, es historia. Cohen encontró una vocación y el éxito, y con éste llegaron las giras, las mujeres pasajeras y el consumo desmadrado de drogas.

Este no sería un documental de Nick Broomfield si no incluyera, como mínimo, media docena de anécdotas más o menos escabrosas. Según el guitarrista Ron Cornelius, músico de gira de Cohen, en cierta temporada cogieron fuerzas de una variante de LSD (el llamado Polvo del Desierto) durante veintitrés noches seguidas; poco importaba que ese día fueran a tocar en el Royal Albert Hall o la Ópera Estatal de Viena. Todo cuanto sale de la boca de Aviva Layton, esposa del poeta Irving Layton, es oro puro.

'Marianne & Leonard: palabras de amor' termina, sea como sea, en un clima de melancolía y relativa plenitud, con la lectura a una enferma Ihlen del e-mail de despedida que le había enviado Cohen. "Estoy justo detrás de ti, lo bastante cerca como para cogerte la mano", escribió el músico. Marianne murió de leucemia en julio del 2016. Él la siguió, tras una fatal caída nocturna, menos de cuatro meses después.

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