ESTRENO EN PRIME VIDEO
Crítica de 'Countdown: La hora de tu muerte': interminable cuenta atrás
Una app de móvil predice horas de defunción en esta serie B de torpes intenciones lúdicas
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
Juan Manuel Freire
El terror siempre ha sido un reflejo de las ansiedades de cada momento cultural y social. Por eso en los ultimos años han llegado las historias inquietantes sobre apps de móvil, pequeños inventos del diablo que afectan nuestras vidas sobre todo para mal. El gran episodio 'Caída en picado' de 'Black mirror' sacó partido a la ansiedad derivada de tiras, globos y pings. Últimamente hemos visto (o no) diversas series B cinematográficas sobre apps del infierno, como 'Bedeviled', 'Antisocial.app', la explícitamente titulada 'Killer app' y la estrenada en cines en muchos países, pero aquí directamente en Prime Video, 'Countdown: La hora de tu muerte'.
En este primer largo del director-guionista Justin Dec, la aplicación Countdown permite saber a pobres curiosos cuándo van a morir y deja a su alcance una cuenta atrás como bonito recordatorio. Si tratan de evitar su destino, de poco servirá: encontrarán la muerte igual. Casi nadie que se la baja vuelve a quejarse sobre los grupos de WhatsApp.
La heroína de esta actualización (de software) de 'Destino final' es una joven enfermera, Quinn (Elizabeth Lail), a la que persiguen los problemas en el trabajo (un médico de manos largas), en casa (una hermana pequeña rebelde) y, ahora, también en el móvil. Cuando descarga Countdown para aclarar sus intuiciones sobre la muerte de un paciente, descubre que le quedan dos días de vida. En su búsqueda de un remedio contará con el apoyo de otro joven, Matt (Jordan Calloway), que según la app lo tiene aún peor: palmará un par de horas antes que Quinn.
La idea de base era atractiva y tenía potencial. Pero tras un prólogo tan tenso como elegante, con ciertos aires de 'It follows', se entiende que esto no va de jugar con la duda y la expectativa; de dejar campo abierto a nuestra imaginación mientras se nos conduce lenta pero inexorablemente hacia una revelación final. Esto es solo un susto barato tras otro, algo que puede estar bien si no se hace así de mal. Y con la entrada en juego de un cura geek (PJ Byrne) como salido de la peor película de Kevin Smith, todo pierde definitivamente cualquier capacidad sugestiva.
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