ESTRENO EN NETFLIX

Crítica de 'Crip Camp': cómo empezar una revolución

Esta producción documental de los Obama recuerda la historia del campamento donde se gestó el movimiento por los derechos de los discapacitados

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Juan Manuel Freire

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Tras el oscarizado 'American factory', el nuevo documental producto del acuerdo entre Netflix y los Obama (a través de su compañía Higher Ground Productions) es el emotivo 'Crip Camp': la poco conocida historia del campamento de verano de las montañas de Catskills, al sureste del estado de Nueva York, donde se gestó el movimiento por los derechos de los discapacitados.

Nuestro cicerón inicial es el codirector del filme, Jim Lebrecht, nacido con espina bífida, pero ejemplo de movilidad y optimismo desde la infancia. En verano de 1971 se apuntó a Camp Jened (ese era el verdadero nombre del lugar), "un campamento para discapacitados organizado por hippies". En aquella utopía encontró una comunidad, la popularidad y su primera novia. Sus compañeros campistas Denise y Neil Jacobson acabaron casados.

Pero además de un lugar donde aprender a besar (y a combatir las ladillas), Camp Jened se convirtió ese verano en foro de debate, en espacio donde compartir experiencias y organizarse para ver cómo podían ayudarse entre todos; no solo en el campamento, también después. Judy Heumann, una de las monitoras, presidió la organización política Discapacitados En Acción y acabó arrastrando consigo a muchos de sus antiguos camaradas. Lideraron un movimiento sin el que nunca se habrían cumplido las promesas de la Ley de Rehabilitación de 1973, ni se habría promulgado la Ley de Estadounidenses con Discapacidades de 1990.

Alternando entre metraje de vídeo primitivo y entrevistas actuales con los protagonistas aún vivos, el documental de Lebrecht y Newnham recuerda con la épica necesaria, pero sin excesivo victimismo (ellos solo querían formar parte del mundo), las decisivas etapas embrionarias de una lucha que todavía hoy se libra.