ENTREVISTA

Josele Santiago: "Mucha gente lleva ya tiempo sin pensar en el mañana"

Los Enemigos reaparecen con un álbum de rock arrollador, 'Bestieza', que se ha alzado como el más vendido y descargado esta semana en España

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Jordi Bianciotto

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Como si se hubieran olido que venían tiempos raros y extremos, Los Enemigos cierran filas en un álbum urgente, macizo, con el que hacer de tripas corazón dejando que la emoción corra por dentro. Canciones que este grupo surgido en los bares de Malasaña allá por 1985 presentará en el Festival Mil·lenni, pero no el mes que viene, como estaba previsto, sino el 15 de enero del 2021. Hablamos con Josele Santiago, que vive actualmente en Montcada i Reixac, de ‘Bestieza’, disco que esta semana ha llevado a Los Enemigos al número uno en ventas en España.

En el título del disco, ‘Bestieza’, se han tomado una licencia sin permiso de la RAE.

Viene de la palabra catalana ‘bestiesa’, que me encanta. La castellanicé porque me hacía gracia. A lo mejor acaba en el diccionario de la RAE, yo qué sé, estaría bien. Dice mucho de lo que hay en este disco y entronca con la bestia: el día de la bestia, el número de la bestia... Era perfecto. Habla de la contundencia y de lo agreste, y de la energía de ese gato de la portada, que se busca la vida. Y tiene que ver con la idea de un futuro de, como mucho, media hora. Ahora, con el bicho este... Pero una buena parte de la población ya lleva tiempo sin pensar en el mañana. Desde el 2008 o por ahí. Me hizo gracia cuando alguien dijo: “Se acabó el futuro, hay que pensar en el día a día...” Para mucha gente, esto no es nuevo.

El primer tema, ‘Siete mil canciones’, comienza diciendo precisamente “El futuro fue / Desapareció”.

Este es un poco autobiográfico. Habla de la edad que uno tiene, y es sobre un pobre tío que está buscando el amor, como todos. A diferencia de otras canciones, aquí no me ha hecho falta inventarme un personaje, aunque sí que he necesitado 20 años para terminarla, porque ya estaba esbozada con Los Enemigos allá por 1999. El estribillo no venía, y apareció el año pasado. ¡Hijo de puta, cómo ha tardado!

"Hüsker Dü es una banda que siempre hemos tenido en cuenta"

Viene de un disco en solitario muy elogiado, ‘Transilvania’ (2017). ¿Ha compuesto de otro modo al pensar en Los Enemigos?

No, lo distinto es la manera de vestir las canciones. No pienso en estilos, prefiero evitarlo. Me centro en las melodías y las letras, y luego en vestirlas. Y a estas les sentaba bien meterles caña. Lo fui sintiendo así: “A ver, un poco más...”, “¿nos habremos pasado?”... La mayoría están hechas con una guitarra acústica.

¿Un disco más pensado que el anterior, ‘Vida inteligente’ (2014)?

Este parece muy bestia, pero está muy currado. ‘Vida inteligente’ estaba más deshilachado, no tenía el peso específico de este; picoteaba un poco de todo, y este se ha agarrado a uno de nuestros puntos fuertes que es el punk, el registro guitarrero. Es como mejor nos lo pasamos en directo: en los conciertos siempre hay un tramo de canciones, en el centro, como ‘Dentro’, ‘Sr. Correcto’ o ‘Yo, el Rey’, que beben del 77.

Y de la saga de Hüsker Dü, Sugar... Ese cruce de melodía y dinámica guitarrera expeditiva.

Sí, sí, Hüsker Dü es una banda que siempre hemos tenido en cuenta. Y sus reencarnaciones tanto por parte de Grant Hart como de Bob Mould. Sobre todo, este, más prolífico. Su último disco, ‘Sunshine rock’, lo tenemos todos en el ‘Spoti’.

Son hijos ideológicos de la revuelta punk de 1977.

Totalmente. Yo cumplí 15 años en 1980 y empecé muy tempranito a escuchar música: aunque era la que escuchaban mis hermanos mayores, primos y vecinos, rock sinfónico. Pero aquella tensión entre punk y sinfónico nos llevó a muchos a Malasaña, donde podías escuchar de todo sin complejos. Y el rock sinfónico me sigue gustando, ¿eh? Fui a ver a King Crimson al Coliseum, el año pasado, y me pareció impresionante; una sacada de huevos así. Empezar el concierto con un solo de batería... Joder.

"Me gusta hacer ese juego. Meterme en la piel de un personaje. Lo cual a veces da lugar a confusiones"

Sus letras son diálogos consigo mismo.

Muchas veces son monólogos y me los tomo con una concepción muy teatral, creando un personaje en el que me meto dentro. En ‘Menos que un perro’ está hablando un hijo de la gran puta y yo estoy ahí dándole voz, porque está en primera persona. El ‘Rey pescador’ es una especie de gurú espiritual que en realidad va a por tu cartera. Y eso es así de toda la vida, porque ‘Desde el jergón’ ya era sobre un tío que está preso, ‘Septiembre’ va de un chaval que se va a colgar de un pino... Me gusta hacer ese juego. Meterme en la piel de un personaje. Lo cual a veces da lugar a confusiones: “¿Tú piensas eso?”. No, hombre, no...

Personajes tirando a chungos.

Hombre, ¡dan mucho más juego! Una canción sobre alguien respetable, pues también, con ironía funciona todo, pero me llama más esto. Es más divertido y da más juego narrativo.

En ‘Sacrilegio sideral’ da voz a un individuo que dice haber desperdiciado toda su vida “de una manera constante y tenaz”.

Esta es la más nihilista. Autobiográfica, no, porque yo no he tenido los huevos de dejarlo todo como el tipo de la canción. Me interesa mucho esa gente que va dando vueltas por el mundo; ese tío que tenía una casa, un curro, y míralo ahora, con la mochila... La mayoría de veces no es voluntario, pero a veces sí lo es: gente que se va y a tomar por culo. Leyendo a escritores alemanes del siglo pasado, como Walser, eso sale mucho. Siempre que veo a un ‘sin techo’ me pregunto, “y usted, ¿cómo...?”. “Ah, que me quedé sin curro”, o “que me fui de casa y llevo dando vueltas cinco años, y cuando me muera, me muero...” Pues vaya huevos que tiene usted, señor.

"Quién nos habría dicho hace 35 años que estaríamos en este punto; tanto tiempo viviendo de esto"

En Los Enemigos hay un nuevo equilibrio interno: marchó Manolo Benítez y ha entrado David Krahe.

Manolo se fue con Porretas. Así lo decidió. Porque le planteamos: “Aclárate, que en dos grupos no puedes estar”.

Después de tantos años compartiendo bandas, ¿le obligaron a decidirse?

Claro, ¡no puedes mandar a un sustituto para Los Enemigos! Decidió irse con ellos y ya está. Llamé a David porque he trabajado mucho con él, nos conocemos a la perfección y controlaba el repertorio de Los Enemigos porque nos ha visto mil veces. Amigo y candidato ideal. Y estaba libre. Tiene una gran paleta de colores, y su guitarra está muy presente en este disco. Es un guitarrista muy versátil y suena a lo que quiera; está muy interesado en los efectos; tiene una pedalera que flipas, y sabe qué hacer con ella. Aporta mucho entusiasmo, que no es ninguna tontería, y es muy trabajador. Es medio alemán, y se nota. Y está ahí el espíritu de su tío.

Claro, Javier Krahe.

A la hora del fraseo de ‘Sacrilegio sideral’ teníamos una especie de broma: “voy a probar como lo haría tu tío”. Él está un poco ahí, o a mí me hace ilusión que esté. Soy un fan de Javier Krahe, sobre todo de sus letras, y de su manera de afrontar el espectáculo, y de su entereza y falta de pretensiones. Siempre me ha parecido un gigante. Y era un gran conversador, teníamos unas tertulias maravillosas.

Y con Fino Oyonarte conserva su tándem de composición en tres piezas.

Claro, en todos los discos. Básicamente, yo me encargo de la letra y él de la música, aunque hay excepciones. Si nos pilla juntos en la misma ciudad, nos vemos, y si no, trabajamos por correo electrónico, como ha sido en esta ocasión. Trabajamos muy bien.

Usted en Montcada i Reixac, y el resto de la banda en Madrid. A estas alturas, ¿son una banda que no necesita verse ni ensayar demasiado?

Bueno, cuando voy a Madrid aprovechamos, más con David, que siempre quiere más y más ensayos. Ya lo sabía yo que sería así, porque he trabajado con él mucho. “Oye, vente al bar con la guitarra, que tengo una idea”. Le encanta eso, siempre está así.

Los Enemigos, número uno en ventas por primera vez en la historia.

Y teníamos los primeros conciertos de la gira con ‘sold out’, pero si no puede ser, no puede ser. Qué le vamos a hacer. Pero estamos encantados con todo lo que nos ha ido pasando. Quién nos habría dicho hace 35 años que estaríamos en este punto; tanto tiempo viviendo de esto. Esto hay que cuidarlo. Es un privilegio. No puedo tener un discurso negativo, porque estoy aquí. Y bueno, claro que cuesta. Nadie dijo que fuera fácil. No te lo dan todo hecho y siempre hay que sacrificar un poquito de tu ego si quieres que esto funcione.

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