QUÉ HACER HOY... EN CASA

Un ciclo para recordar el irreverente humor de los geniales Monty Python

50017538 59

50017538 59 / periodico

Eduardo de Vicente

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Estos días los medios no paran de recordarnos que ya hay muchas películas en el mercado que nos avanzaban los peligros y las consecuencias de la situación que estamos atravesando estos días. Pero, la verdad, no tenemos el cuerpo para amargarnos más de lo necesario ni para repetir en bucle lo que ya estamos viviendo, así que la propuesta de hoy es radicalmente diferente, montarnos un ciclo de humor tan elegante como pasado de vueltas con las mejores obras de los Monty Python, el genial grupo británico formado por seis auténticos monstruos del humor y la imaginación: Terry Gilliam (futuro director de Brazil Doce monos), el genial John Cleese (que, si la situación mejora, visitará el 13 de abril Barcelona con su espectáculo Last time I see me before I die), Michael Palin (que acabó convirtiéndose en narrador de documentales de viaje), Eric Idle (Monjas a la carrera) y los desaparecidos Graham Chapman (el inolvidable Brian) y Terry Jones (Servicios muy personales, Erik el vikingo).

El rey Arturo y el 'alter ego' de Jesús

Si lo iniciamos cronológicamente, para comprobar mejor su evolución, empezaríamos por Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (Netfllix y Movistar+), de 1975 y firmada por los dos Terry. Es una alocada y desternillante versión de la leyenda del rey Arturo donde el monarca de Camelot, acompañado por sus fieles, se lanza a la búsqueda del mítico Santo Grial tropezando como todo tipo de extraños personajes. Está repleta de gags memorables como el del caballero negro que se niega a rendirse aunque su rival le haya amputado medio cuerpo, los caballeros que dicen "ni" o el conejo asesino.

Su obra maestra o, al menos, su película más popular fue La vida de Brian (Netflix), dirigida en 1979 por Terry Jones, una divertidísima sátira bíblica que cuenta las peripecias de un tal Brian, un tipo que llevará una vida paralela a la del famoso Jesús de Nazaret, pero con una diferencia principal, la suya será un auténtico disparate. Los primeros en confundirlo son los Reyes Magos que acuden con sus regalos, pero cuando descubren su error se los arrebatan inmediatamente. Cuando crece se enamora de Judith, una joven rebelde que le lleva a unirse a la organización revolucionaria Frente Popular de Judea. Tras participar en varios actos terroristas fracasados es detenido y llevado ante Poncio Pilatos, que provoca hilaridad por sus dificultades para pronunciar la letra R. Entre los seis miembros del equipo interpretaron a 40 personajes masculinos... y femeninos. El grupo decidió que el filme no podía ser doblado, por lo que, cuando se estrenó en nuestro país, solo pudo verse en versión original, pero no fue un inconveniente para que fuera un éxito.

Viajes en el tiempo y un festival de sketches

En 1981, Terry Gilliam dejó un poco de lado el humor para pasarse al cine de aventuras con Los héroes del tiempo (Sky y Vodafone TV), que presagiaba su predilección por los viajes temporales como luego demostraría en Doce monos. Un muchacho escapa de sus padres y se une a una banda de enanos que viajan por el tiempo. El chico conocerá a todo tipo de personajes famosos de la historia como Robin Hood y Napoleón. Sin ser propiamente una película Python, en el reparto figuraban algunos de sus compañeros del grupo (Michael Palin, John Cleese) junto a una estrella como Sean Connery y George Harrison, productor, que hacía un cameo. Una acertada estrategia comercial consiguió que se convirtiera en un éxito.

La última gran película del grupo fue El sentido de la vida (Amazon, Movistar+) que, en 1983, consiguió el gran premio del jurado del Festival de Cannes y que volvió a estar dirigida por los Terry. Más que una trama propiamente dicha era una sucesión de sketches cómicos a cual más insólito unidos con el pretexto de justificar el título. Arranca con un corto de Gilliam, Seguros permanentes Crimson, y va desde un musical sobre el esperma a un gag algo desagradable sobre un hombre que come demasiado. Eso sí, su diseño de producción era visualmente deslumbrante, contenía varias animaciones surrealistas y ya hacía prever la futura tendencia de Gilliam a los escenarios espectaculares de imaginación desbordada como en Brazil Las aventuras del barón Munchausen.

Su última obra y recomendaciones complementarias

El grupo aún tuvo otra obra maestra en la que se reunieron gran parte de sus miembros aunque no era propiamente suya, la magistral Un pez llamado Wanda, de 1988 (Filmin). Es una divertidísima parodia sobre las relaciones entre norteamericanos y británicos que unía el humor de los Monty Python con el de Charles Crichton, un veterano que rodó espléndidas comedias corales en los 50 como Oro en barras. Cleese fue el coguionista y, según algunas fuentes, el codirector. La excusa es el robo de una joyería y las trampas que se tienden los participantes para quedarse el botín. En el enredo involucrarán a un remilgado abogado al que intentarán manipular para conseguir sus fines. Fue una de las grandes comedias de la década, incluso compitió en los Oscar (Kevin Kline se llevó la estatuilla como secundario) y tuvo una continuación (Criaturas feroces), pero bastante olvidable.

Para completar esta retrospectiva también pueden verse capítulos de la celebrada serie Monty Python’s Flying Circus (Netflix y Movistar+) donde se dieron a conocer en la televisión británica en los años 70. Allí encontraremos el origen de muchos de los chistes o escenas que posteriormente retocaron para sus películas y otros tan originales como irreverentes como el más famoso, sobre la Inquisición española. Igualmente es muy recomendable el documental An accidental studio (Vodafone TV), del 2019, que es un repaso por la trayectoria de la productora británica HandMade Films surgida, como anuncia el título, por casualidad. Todo empezó gracias a la pasión que sentía el exbeatle George Harrison por el grupo cómico Monty Python e invirtió su dinero en La vida de Brian simplemente porque quería verla. Creía que eran unos genios y sabían lo que hacían (no era así) y hasta empeñó su casa. Defendía que era una parodia no de Jesucristo sino de lo absurdos que son quienes siguen las religiones a ciegas. Judíos, protestantes y católicos se unieron para repudiarla pero fue un éxito que le hizo fundar la empresa. Fue la Shangri-La de las productoras, un paraíso perdido que dejó una profunda huella en el cine británico e, incluso, algunos de sus títulos menos taquilleros se convirtieron años después en obras de culto. Una historia apasionante a través de entrevistas de archivo y otras actuales con las canciones de George como atmosférico acompañamiento. Monty Python forever!