CRÍTICA

Náufragos bajo la nieve

Sorprende la oportunidad de 'El peso de la nieve' , novela de supervivencia y de convivencia, durante estos días de reclusión global

Sergi Sánchez

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El fin del mundo está al caer, quien no lo admita es que le ciega la nieve. “Es imposible ver si los copos llegan del cielo o suben de la tierra”, dice el narrador de esta novela finisecular. Todo es blanco, pero reinan las tinieblas: el apagón nos ha dejado sin electricidad. El Apocalipsis siempre significa volver a los orígenes y al confinamiento: cuanto más encerrados estamos en nosotros mismos, más (falsamente) protegidos nos sentimos. La oportunidad de 'El peso de la nieve' durante estos días de reclusión global es sorprendente. La prosa del canadiense Christian Guay-Poliquin es seca y descriptiva, como escrita tiritando de frío, economizando desvíos poéticos por los que puede colarse la calidez de las acciones, que son las de una supervivencia cotidiana, extrema, bajo cero. Es una prosa de cárcel espartana, que es donde viven los dos protagonistas, un mecánico que ha tenido un grave accidente de coche de camino a su pueblo natal, y el viejo Matthias, que se ha comprometido a cuidarle a cambio de viajar a la ciudad, donde permanece su esposa moribunda. 

Es esta una novela, decíamos, de supervivencia, lo que significa que también lo es de convivencia. Es 'La carretera' en clave estática, organizada por capítulos en días crecientes y decrecientes, que marcan una curva cuyo pico está en la proximidad del fin del invierno y en la falta de esperanza de que haya un horizonte más allá de la oscuridad. Así las cosas, todo está organizado alrededor de la fantasía de escapar de un escenario catastrófico, casi como en un episodio minimalista de 'The walking dead', pero sin zombis. El Apocalipsis es un fuera de campo meteorológico. La idea de comunidad se ha destruido, aunque estos dos hombres reciban visitas de algunos de sus miembros, con nombres sospechosamente bíblicos (Jonás, María, Joseph) para reforzar lo que toda distopía tiene de alegoría religiosa. Esas visitas generan una tensión que despierta en “El peso de la nieve” una sensación de amenaza y desconfianza muy eficaces narrativamente. 

Solidaridad ante la adversidad

Lo que, sin embargo, dota a la novela de un interés especial es el desarrollo de la relación entre el narrador y Matthias. El uno funciona como la némesis del otro, y aunque esto podría parecer una solución fácil -uno es prácticamente mudo, el otro es un gran contador de historias; uno es puro desvalimiento, el otro es forzado protector- Christian Guay-Poliquin sabe sacarle partido dramático. Durante buena parte del texto, se trata de una relación pragmática, por la que Matthias recibirá la recompensa de reencontrarse con esa esposa idealizada en su aislamiento, pero el tiempo compartido juntos también es el de la solidaridad, el de la empatía en la adversidad, el de saberse solos en un mundo que agoniza. 'El peso de la nieve' es, en ese sentido, una novela de náufragos en una isla desierta, en la que ambos protagonistas aprenderán a quererse desde esa masculinidad inviolable, desde esa falta de sentimentalismo que, también, es una de las marcas registradas del estilo de Guay.