CRÍTICA DE CINE

'Fahim': jaque a la intolerancia

Martin-Laval lleva al terreno del 'kitsch' esta historia real, de por sí sensiblera, de un niño que huyó de Bangladeseh y se convirtió en campeón de ajedrez

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Fahim'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Fahim'. / periodico

Nando Salvà

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En el 2008, un niño de 8 años llamado Fahim Mohammad huyó de Bangladesh con su padre con destino a París para pedir asilo político; cuatro años después, el niño se convirtió en campeón mundial de ajedrez. Para recrear su historia, el director Pierre-François Martin-Laval se basa en el libro autobiográfico que Mohammad escribió a cuatro manos con el que fuera su entrenador, Xavier Parmentier, pero esas credenciales no impiden que su retrato de la relación entre aprendiz (Assad Ahmed) y mentor (Gérard Depardieu) se construya sobre un estereotipo, según el que la desconfianza y la incomodidad iniciales dan paso a una amistad profunda.

Las tácticas de juego y las máximas vitales que el maestro suministra al alumno proporcionan a la película el andamiaje metafórico sobre el que construye su crítica a la falta de protección y los obstáculos burocráticos que los solicitantes de asilo se ven obligados a sufrir en Francia, explicitados a través de una subtrama que implica al padre del joven protagonista y que resulta tan previsible como previsiblemente sentimental. Tanto a lo largo de ella como del relato en su conjunto, Martin-Laval a menudo recurre a personajes unidimensionales y situaciones improbables que aportan dosis adicionales de almíbar y afectación dramática, y acaban así adentrando una historia de por sí sensiblera en el terreno del 'kitsch'.