EXPOSICIÓN

Dior, Gala y Dalí, el triángulo fecundo

El Castillo de Púbol acoge una muestra organizada por la Fundació Gala-Salvador Dalí que explora la relación que los tres personajes construyeron en torno al arte y la moda

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Mauricio Bernal

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El acontecimiento donde desembocaron años de amistad y admiración mutua entre Salvador Dalí y Christian Dior no podía tener mejor nombre: 'El baile del siglo'. Organizado por el multimillonario mecenas y coleccionista de arte Carlos de Beistegui, congregó en el Palazzo Labia de Venecia a lo más granado, lo más flor y nata, lo más extravagante y lo más adinerado de la época, en una fiesta de las que enaltecen el concepto de fiesta. Los dos artistas se habían conocido en los años 30 en París, cuando aún buscaban su lugar en el mundo, y se habían vuelto a encontrar en Nueva York en los 40, cuando sus respectivos nombres se pronunciaban ya con reverencia. Venecia, en el año 51 –ese 3 de septiembre del que se hablaría durante tanto tiempo–, los vio asociarse y disfrutar en el contexto más expresivo para su alianza.

El arte de Dalí se alimentó de Dior y viceversa; durante décadas se profesaron admiración mutua

Otra fecha, el 10 de julio de 1982: Elena Ivanovna Diakonova, Gala Dalí, muere en Portlligat a los 88 años mirando al Cap de Creus. Cumpliendo sus deseos, su marido la traslada en el famoso Cadillac al Castillo de Púbol, donde ha dejado dicho que quiere ser enterrada. Viaja desnuda, envuelta en una manta, pero al llegar a la vivienda ampurdanesa, Dalí la cubre con un vestido de noche en seda roja de Dior. Era su favorito y con él será enterrada, pero no el único. En los armarios de la fallecida hay una decena de conjuntos firmados por el modisto francés, prueba de que había encontrado en su manera de entender el diseño, la moda y a la mujer algo que conectaba con su propia forma de verse a sí misma. La imagen que Gala quiso dar de Gala –atractiva y repelente al mismo tiempo– se materializó en el arte de Christian Dior.

Dior el galerista

De capítulos como estos está entretejido el relato de la exposición 'Gala / Dalí / Dior. De arte y moda', que este sábado abrirá sus puertas al público en el castillo de Gala en Púbol. Comisariada por Bea Crespo y Clara Silvestre, del Centro de Estudios Dalinianos, la muestra es la primera de una serie de al menos tres que acogerá el famoso castillo sobre la relación de Gala y Dalí con el mundo de la moda. "Salvador Dalí y Christian Dior tienen muchas cosas en común, entre ellas que se encontraron en la tradición para transgredirla", señaló la directora de la entidad organizadora, la Fundació Gala-Salvador Dalí, y responsable científica de la muestra, Montse Aguer. Quiere decir que se hermanaron en torno a una misma actitud frente al arte, probablemente frente a la vida. La exposición, cuyas piezas más destacadas son tres vestidos Dior que en su día fueron propiedad de Gala, retrata una amistad a tres bandas que fue beneficiosa para los tres involucrados: Gala habría sido otra Gala y Dalí otro Dalí sin Dior. Y Dior habría sido otro Dior.

Dior tendió la mano al matrimonio cuando este se instaló en París y expuso en sus galerías la obra del genio ampurdanés

Traban amistad a principios de los años 30. Decididos a sacar adelante la empresa de hacer de Salvador Dalí un pintor reconocido, Gala y Dalí aterrizan en la capital francesa para dar a conocer el arte del de Figueres, ¿y quién les tiende la mano? Entre otros, Christian Dior. Pero no Dior el diseñador de moda: faltan años para eso. Se la tiende el joven Dior que ha decidido dedicar su vida al galerismo. "Entre 1928 y 1933, Dior ejerce de socio de varias galerías parisinas", explica Crespo. En ellas, el surrealismo en general y Dalí en particular son tratados con deferencia. Pero las circunstancias son difíciles, es el periodo de entreguerras, la economía de EEUU renquea y los coleccionistas estadounidenses compran poco o no compran. "Las exposiciones dieron notoriedad a Dalí, pero pocas ventas", dice Crespo. Al final, los Dalí por su lado y Dior por el suyo optan por cambiar de aires. Ellos se irán a Nueva York. Él dejará las galerías y entrará en el mundo de la moda. Pasarán años antes de que se vuelvan a ver.

El New Look

Otra fecha: 12 de febrero de 1947. Christian Dior, el diseñador, presenta su primera colección, que la redactora jefe de 'Harper’s Bazaar', Carmel Snow, bautiza inmediatamente como New Look. Así quedará en los libros. Es un éxito sin paliativos, un antes y un después. Dior rompe con la moda práctica y funcional de Coco Chanel, con la extravagancia de Elsa Schiaparelli –los dos faros de entonces– y vuelve a los orígenes: se trata –lo escribió después en sus memorias, 'Christian Dior y yo'–, de "adornar y embellecer a las mujeres", de regresar a "lo adecuado" y "lo bello", de dar de nuevo relevancia a la maestría artesanal, la que se despliega en el taller. "Yo dibujaba mujeres-flores, de hombros suaves, busto dilatado, talles finos como juncos y faldas largas como corolas", escribiría después. Es, en resumen, la exaltación del cuerpo femenino, y Dalí no puede menos que expresar su admiración. "Tras 20 años, hoy los diseños de Dior resaltan la anatomía más importante del cuerpo femenino: las caderas", declara.

Dalí enterró a Gala en Púbol con un vestido de noche en seda roja de Dior, su favorito

Se vuelven a encontrar en 1948, algo menos de dos décadas después de sus andanzas en París, y se saludan con el mutuo respeto que sienten por lo que cada uno ha conseguido. A partir de entonces, el espejo de tres caras comienza realmente a girar. Gala, seducida, empieza a adquirir conjuntos de Dior; para su colección otoño-invierno de 1949, Dior diseña un vestido al que bautiza 'Dalí'; en 1952, Dalí retrata a Berthe David-Weill vestida de Dior. Los dos artistas se admiran y se influyen mutuamente, y a veces de maneras que no son tan evidentes: ambos son amigos del trampantojo y a ambos les seduce el juego de la doble imagen, por ejemplo. "Los diálogos trazados por Dalí y Dior en el arte y la moda demuestran una vez más que las artes no viven alejadas unas de otras", reza el catálogo editado para la muestra en Púbol. Pero el juego es de tres, no hay que olvidarlo: en 1971, en Portlligat, Marc Lacroix fotografía a Dalí pintando a Gala vestida con uno de sus Dior, un complejo conjunto que el propio pintor había descrito como "la cosa más difícil de pintar del mundo". Tan difícil que no llega a terminarlo.

Septiembre 3, 1951. Venecia. La comunicación a tres bandas que han sostenido en los últimos meses desemboca en un desfile de seis gigantes y un cabezudo que marchan por la ciudad de los canales camino del Palazzo Labia. El cabezudo es Dior, y dos de los gigantes, el matrimonio Dalí. La entrada en el palacio es triunfal, y una vez allí, los gigantes se despojan de la mitad de sus disfraces, la primera capa, y enseñan la segunda, la que van a usar en el baile propiamente: máscaras, antifaces, fulares, tricornios, pelucas. Seguro que fue una gran fiesta.