LA ESCENA LOCAL EN EL TARDOFRANQUISMO

Ser una 'punkie' en España

Componentes de los grupos Vulpes y Último Resorte debaten en el libro 'God save the queens' sobre si punk y feminismo iban de la mano en nuestro país

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Nando Cruz

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Paloma Romero nació en Melilla y creció en Málaga antes de huir a Londres y convertirse en Palmolive, la batería de The Slits y The Raincoats. El país en el que ella se educó fue otro: el del tardofranquismo, el del colegio de las Teresianas y el de una familia de nueve hermanos y hermanas con comportamientos profundamente conservadores y machistas. "Una vez discutí con mi madre porque quería que hiciese los bocadillos a los chicos para el colegio y yo no entendía por qué no se los podían hacer ellos. Nosotras nos teníamos que hacer la cama y ellos no", explica en 'God save the queens', la colección de entrevistas a pioneras del punk firmada por Cristina Garrigós, Nuria Triana y Paula Guerra.

En ese clima represivo también crecieron las primeras punks españolas: mujeres como Silvia Escario, Begoña Astigárraga y Teresa González que se abrieron paso al frente de los grupos Último Resorte, Vulpes y Desechables. "“Éramos pocas en los escenarios, pero muchas en la calle", explica Astigárraga, bajista de Vulpes, en el libro. Pero gracias al punk, "las mujeres perdimos ese respeto a salir solas al escenario", añade. Y lo hicieron en un país polarizado donde "llegabas a un pabellón de deportes y había niñas de 12años con sus madres pidiéndonos autógrafos" y, al mismo tiempo, podían ser acorraladas y agredidas por policías de paisano tras un concierto en la sala Rock-Ola.

Posiciones alejadas

En 'God save the queens', y con la perspectiva que dan los años, Astigárraga y Escario, cantante de Último Resorte, reflexionan sobre los vínculos entre punk y feminismo en España. "A finales de los 70 y principios de los 80, el movimiento feminista y el punk iban por caminos muy alejados. La cosificación de la mujer estaba a la orden del día", asegura la primera. Y pone como ejemplos letras de grupos punk de hombres "que hablaban de matar a las novias por celos, de machacar a los maricones, de posesión de la mujer por el hecho de serlo e incluso de violación". La perspectiva de Escario es distinta. "El punk desde un principio ha sido feminista a pesar de incurrir alguna vez en 'microgarrulismos', pero ha sido un movimiento que ha visualizado en todo momento a la mujer. El punk es transversal para todos los géneros", asegura.