CRÍTICA DE CINE

'Salvar o morir': héroes de trazo grueso

El director Frédéric Tellier recurre a los métodos habituales -música sensiblera, primeros planos de personajes emocionalmente hundidos, discursos conmovedores- para decidir cuándo debemos llorar

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Salvar o morir'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Salvar o morir'. / periodico

Nando Salvà

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'Salvar o morir' aspira a celebrar el coraje de un hombre y, por extensión, la de la profesión de bombero en su conjunto. Y para ello funciona como dos películas distintas, ambas profundamente burdas. La primera de ellas observa con detalle pretendidamente documental el día a día de esos admirables profesionales, dividiéndose para ello entre su vida en el cuartel y sus intervenciones contra el fuego, y en el proceso se empacha de tal modo de heroísmo masculino que bien podría funcionar como campaña publicitaria de reclutamiento. A lo largo de esas escenas, asimismo, el héroe de la película ejerce de protector silencioso mientras la gentil esposa ejerce cocina o mira preocupada a través de la ventana.

La segunda película dentro de 'Salvar o morir' acompaña a su protagonista a lo largo de varios años, en el hospital, sometido a una larga sucesión de intervenciones quirúrgicas a causa de un terrible accidente laboral. Lo vemos primero postrado y momificado, reducido a dos ojos sin rostro y un murmullo animal, y posteriormente ya puesto en pie pero desfigurado, pendiente de reconstruirse a sí mismo y a su familia. Y, mientras contempla a este hombre valiente y cariñoso y prácticamente perfecto mientras lucha por superar obstáculos casi insalvables, el director Frédéric Tellier recurre a los métodos habituales -música sensiblera, primeros planos de personajes emocionalmente hundidos, discursos conmovedores- para decidir cuándo debemos llorar.