ENTREVISTA

Simone Young: "Cuando empecé a dirigir orquestas me veían como una marciana"

Una de las primeras mujeres en la dirección musical ofrece un interesante programa con la OBC con obras de Brahms y Schubert en el Auditori

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Marta Cervera

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La australiana Simone Young ha sido la primera en muchas cosas, entre ellas en dirigir una ópera estatal de Viena, en 1993, y un concierto de la Filarmónica de Viena, en el 2005. Recién regresada de EEUU, donde ha dirigido a la Filarmónica de Nueva York, ofrece de jueves a sábado en el Auditori con la OBC un programa con obras de Schubert y Brahms con el fantástico pianista Javier Perianes como solista.

-¿Cómo ha encontrado a la OBC tres años después de su debut en el Auditori?

-Tengo ideas estilísticas concretas sobre Schubert y Brahms pero he visto a la orquesta interesada en incorporarlas. La obra de Schubert tiene mucho de las últimas sinfonías de Mozart, de ese estilo elegante y clásico, aunque Schubert utiliza armonías y articulaciones más complejas. La tentación en esta obra es acercarte al último Beethoven y para mí es un error porque se aleja de la naturaleza de la obra. Y en el concierto de Brahms, posiblemente el más dramático de todos, busco un tono muy cálido, con mucho 'legato' y un intenso 'vibrato' porque es un estilo romántico tardío. Es como una sinfonía con un piano que conversa con la orquesta. 

-Y cuenta con un magnífico conversador.

-Trabajar con Javier Perianes es siempre motivo de alegría. Hasta ahora solo había hecho Beethoven con él, algo que repetiré en Sídney cuando me haga cargo de su orquesta. Más allá de su excelente técnica Javier toca con una musicalidad muy elegante. Parece fácil y no lo es.

-¿Alguno de sus descendientes sigue sus pasos?

-Mi hija pequeña se ha graduado en arpa pero su idea es hacer un máster en musicoterapia. La música es un lenguaje maravilloso capaz de excitar, provocar, vigorizar, consolar y darte espacio para la contemplación. Es directa y conecta emocionalmente, de ahí su valor terapéutico. Mucha gente con demencia que no habla responde a estímulos musicales. Pero vayamos más allá. ¿Dónde hoy tienes oportunidad de sentarte y pensar durante dos horas sin que suene el teléfono? Eso debe ser valorado como un tesoro.

-¿El mejor momento de su carrera?

-La primera vez que dirigí ‘La Bohême’ en la Ópera Estatal de Viena. Fue mi debut allí, a los 32 años, con la Filarmónica de Viena en el foso. Y en escena estaba una soprano joven no demasiado conocida: Angela Georghiu. Y mis padres estaban en la sala.

-¿Cómo logra compaginar ópera y música sinfónica?

-Es difícil desarrollarse en ambos mundos y hallar el equilibrio. Los primeros 12 años de mi carrera me concentré en la ópera. Después empecé a hacer más y más conciertos. Hoy no podría imaginar mi vida sin alguna de estas vertientes. Ahora, en pleno Año Beethoven, dirijo mucho la ‘Novena’ y ‘Fidelio’. Para mí ambos conforman un mismo mundo. Es como dirigir Wagner y después obras tardías de Brahms y Bruckner. También están conectados.

-Ya tiene un amplísimo repertorio ¿A qué aspira?

-Cumplí 59 años el lunes pasado y el año próximo llega el gran número. Toquemos madera, pero ojalá pueda dedicar como mínimo los próximos 20 años a seguir haciendo lo que me gusta. He trabajado duro pero tengo una vida privilegiada: me dedico a lo que amo.

-En su mundo la experiencia se valora.

-Cuanto más sabes más puedes expresar. Como un pintor, un director a medida que madura y adquiere experiencia va ampliando su paleta de colores.

-Y esos colores cambian en función de la orquesta.

-Así es, has de tener en cuenta su tradición, lo que han estado interpretando en los últimos meses, sus músicos y la acústica de la sala. 

-¿Qué le parece la acústica de la Sala Pau Casals del Auditori?   

-He estado escuchando a la orquesta desde las butacas y me gusta. Pero es complicado equilibrar las cuerdas con los vientos y los metales, aunque no con el repertorio que haremos estos días. Lo que la gente no entiende es que los músicos no pueden escuchar la música igual que el público, por eso deben confiar en quien tienen delante, responsable de todos los ajustes. La misión del director es que suenen como un todo. 

-¿Qué le hizo decidirse a tomar la batuta?

-Fue una progresión. Empecé como repetidora de ópera, tocando con el piano para los cantantes. Como a menudo el director no está en los ensayos tú diriges desde el piano y te aprendes la partitura. Después pasé a seguir los ensayos con el director, a ser su ayudante. Esta carrera implica mucho estudio y trabajo.

-¿Lo más importante para dirigir?

-No basta solo con saber cómo tú quieres que suene una obra sino ayudar a los músicos para que puedan hacerlo de esta manera. Has de comunicarlo no solo con palabras, sino con tus manos, tus gestos, tu cara. Cuando tocas el piano cada tecla funciona de una manera pero si cada una tiene una personalidad, entonces, tienes una orquesta. No es lo mismo trabajar con 88 músicos que con 88 teclas. A veces los directores jóvenes que empiezan dicen: “No me siguen”. Eso es porque no lideran. Dirigir significa ir un poco por delante de la música, no mover las manos seguiéndola.

-Cuando empezó era raro ver a una en el podio. Ahora es ‘cool’.

-Todavía no está normalizado tener a mujeres directoras. Ahora está de moda, que es bueno. Quizá debamos ir en esa línea unos años hasta que se vea como normal tener a una mujer en el podio. Siempre me han preocupado las decisiones sobre artistas que no tienen que ver con la calidad de su trabajo sino con su apariencia. A ver, hace 25 años me veían como una marciana. Ahora todo el mundo quiere la última joven promesa. En algunos países han legislado y creado cuotas. No me convence porque en el terreno del arte lo que cuenta es el talento. No hay que juzgar por criterios externos pero hacerlo es muy humano.

-Usted tuvo la suerte de trabajar con Barenboim en sus inicios.

-Para él que fuera hombre o mujer no importaba de ningún modo. Solo quería una asistente eficiente. Haberme tratado de otra forma me habría parecido muy extraño.

-¿Cuál será su próximo disco?

-Haré cosas con la Orquesta de Sídney, pero no está decidido el qué todavía. De momento acaba de salir el DVD de ‘La casa de los muertos’ de Leos Janacek que dirigí en Múnich. Participa Bo Skovhus con quien volveré a trabajar en abril con ‘Lear’ en el Teatro Real de Madrid.