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'Lo tuyo y lo mío': una historia de amor (y desamor) contada con canciones

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Eduardo de Vicente

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La vida es música… y canciones, que nos transportan a momentos inolvidables, nos rejuvenecen y nos convierten en nostálgicos. Pero, ¿es posible explicar la historia de una pareja (que podríamos ser nosotros mismos) a través únicamente de las letras de los temas más famosos sin ningún otro diálogo? Este es el juguetón reto al que se enfrenta cada domingo en el Eixample Teatre el equipo de Lo tuyo y lo mío, un musical de pequeño formato que promocionan anunciando “75 canciones en 75 minutos”, todo ello aproximadamente, claro…

Vale la pena fijarse en el escenario presidido por un sofá, una lamparita, un piano y dos micros con sus respectivos pies pero repleto de detalles: un álbum de singles, (no, no son solteros, es como se llamaba a los discos sencillos), portadas del festivo Saca el whisky cheli, del Dúo Dinámico o el elepé de Grease con John Travolta y Olivia Newton John, un cubo de Rubik, una bola de espejos discotequera, un globo terráqueo, un despertador, una partitura, un osito de peluche, un cassette y alguna que otra cinta y varias maletas.

Dos actores, un pianista y grandes éxitos

El reparto está integrado únicamente por dos actores (Óscar Jarque y Karen Gutiérrez) y un pianista (Andreu Cañadell) que tendrá más peso en la trama de lo que aparenta. La función se abre con un sorprendente tema a cappella en la platea, donde nos explican que el amor es como un rayo para entrar ya en materia con los dos protagonistas. Ella escribe en un diario en forma de corazón y busca a alguien que cuide de ella mientras que él está tumbado en el sofá con los auriculares puestos leyendo una revista y afirma estar “perdido en mi habitación”. Empieza el festival.

A partir de ese momento irán engarzando frases musicales casi sin parar, en su mayoría en castellano, grandes éxitos de Rocío Dúrcal, Raphael, Rocío Jurado, Karina, Ana Belén, Mocedades, Mecano, Miguel Bosé, Sabina o Chenoa variando también de tono, del más romántico al más hilarante. La vis cómica de Karen Gutiérrez ya es un aliciente habitual de este local en montajes como <em>Pijames, la comèdia</em> o <em>Estrógenos.</em> Tiene las réplicas más divertidas y se intuye que también añade alguna que otra de su propia cosecha. Por cierto, que la actriz, pocos minutos antes de esta representación, aparece también en esta sala en la energética <em>Como una canción de los 80.</em> Debe acabar los domingos exhausta…

Sonrisas y lágrimas de una relación

La trama se centra en la relación de estos dos personajes con los altibajos habituales en la misma. De la atracción, el enamoramiento inicial y la pasión a la monotonía, la infidelidad y las tensiones. Las canciones funcionan como el mecanismo de un reloj aportando una metalectura cuyo contraste (como si fuera el programa televisivo Alguna pregunta més?) provoca un nuevo significado.

Hay momentos hilarantes como la parodia de Titanic, Bailar pegados o A tu lado, de Operación Triunfo pero también delicadas versiones cantadas casi íntegramente como la del Derroche de Ana Belén o la Suerte de Shakira convertida en una deliciosa balada. Lo echamos a suertes, Hijo de la Luna, ¿Y cómo es él? , Jardín prohibido o Se nos rompió el amor (interpretada solo por las tres voces sin música) tienen efectos importantes en la historia que deriva en temas de desamor entre los que brilla Ese hombre, quizás la mayor acumulación de insultos de la historia de la música.

El público se convierte en cómplice

La obra se ve con una sonrisa de complicidad en los labios, esas situaciones (poco más o menos) las hemos vivido casi todos de una u otra manera y conocemos también casi todas las canciones que se interpretan y su ensamblaje resulta muy divertido. Es un musical que se hace querer por su orfebrería perfectamente tejida y su encanto, las carcajadas que provoca y que acaba dejándote con un buen sabor de boca algo agridulce. Aquí el repertorio es un poco más antiguo del musical que le precede en esta misma sala y el montaje mucho más modesto, pero no deja de ser entrañable “como una canción de los 70”.