Crítica de 'Todo arde': Orfeo y Eurídice

La escritora Nuria Barrios.

La escritora Nuria Barrios. / periodico

Ricardo Baixeras

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La poeta y novelista Nuria Barrios (Madrid, 1962) ya se enfrentó a cómo la droga fractura familias en los primeros cuentos de su 'Ocho centímetros' (Páginas de Espuma, 2005). Ahora entrega un texto de igual calado contando la historia de la drogadicta Lena -léase Eurídice- y de su hermano Lolo -léase Orfeo-, situados ambos en el poblado–léase el Hades- en el que Lena malvive tras cometer pequeños hurtos en el aeropuerto. Un poblado que “como una goma de borrar sucia, había emborronado el pasado y amenazaba con emborronar el futuro y dejar sólo el presente, aquel presente opaco y sin sentido.” El Orfeo que habita en Lolo solo pretender liberara su querida Eurídicede ese territorio infernal y devolverla al mundo para regresar así a la ‘normalidad’ de una familia acomodada que es descrita como la geografía íntima de unos vasos comunicantes a punto de desmoronarse, una familia como si fuera “un organismo extraño y complejo. Cuanto más deteriorada estuviese Lena, más deteriorada estaría la familia. Por eso funcionaba a la inversa. Si la familia resistía, Lena resistiría.”

Con una prosa ágil y envolvente, con unos diálogos vivísimos y cuyo mayor   -y no poco mérito- ha sido mantener el pulso de una tensión notable que se va acumulando a medida que avanza la novela, Barrios ha sabido huir como de la peste de convertir su texto en una ficción moralina y moralizante para elevarla al terreno fructífero de la ambigüedad, con la que certeramente se cierra el texto. Porque a pesar de que conocemos cómo acaba el mito Barrios ha conseguido, como quería Ovidio y como reza la cita inicial que abre esta lograda novela, “tejer el prematuro destino de Eurídice.” Que no es poco.