QUE NO PARE LA MÚSICA

¿Qué fue del rock sinfónico?

Ha sido uno de los géneros más discutidos, pero, aunque fuera escuchándolo a escondidas, muchos grupos modernos han filtrado su influjo. Sus pioneros siguen dando guerra: pronto nos visitarán Yes, Nick Mason (ex-Pink Floyd) y Steve Hackett (ex-Genesis).

El batería de Pink Floyd, Nick Mason, tocando con su banda Saucerful of Secrets en Portsmouth (Reino Unido)

El batería de Pink Floyd, Nick Mason, tocando con su banda Saucerful of Secrets en Portsmouth (Reino Unido) / periodico

Jordi Bianciotto

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Si hay un género musical que todo aquel que haya pretendido disfrutar de un respeto intelectual ha debido manejar con prudencia es el rock sinfónico. Así se conoció en España a esa corriente que vivió su auge en los 70; etiqueta sustituida con el tiempo por la más homologada de rock progresivo o prog-rock. Hablamos de la escuela que quiso saltarse las reglas de la canción de tres minutos y de los moldes estrofa-estribillo-estrofa. Composiciones caudalosas, a veces excéntricas, incluso un poco locas, tendentes a la fantasía y la fabulación literaria, a la experimentación con el sonido y, en ocasiones, a los solos más largos que un día sin pan.

Una evolución de la psicodelia y de las audacias de los mismísimos Beatles (‘Sgt. Pepper’s’) o los Beach Boys (‘Pet sounds’), llevadas a un estadio aventurado y envueltas en una imaginería febril: portadas de álbumes evocadoras de mundos ilusorios, obras desplegadas en ‘suites’, diálogos orquestales, malabarismos del señor guitarrista (y de todos los demás). En 1977, vino el punk, se cargó el encantamiento y el prog-rock pasó a simbolizar la decadencia del imperio, marcado a fuego por artificioso, pelma y alejado de la realidad. Y desde entonces, muchos de quienes han seguido escuchándolo lo han hecho a escondidas.

Cuando Radiohead lanzó el venerado ‘OK Computer’ (1997), a la pregunta de si Thom Yorke y compañía bebían del rock progresivo, no pestañeaban: “¡Lo odiamos!”. Buenos chicos, si bien, en ese disco (y en los siguientes) se puede intuir el influjo de Pink Floyd, King Crimson Genesis (bandas estas, sobre todo las dos primeras, merecedoras por lo general de una consideración especial, hay que decir). Pero esta es una música reducida a la caricatura, más ventilada con displicencia que escuchada serenamente: ¿detestaba Radiohead el género, o aquello que se decía de él?

Y bien, el rock progresivo sigue siendo ese submundo del que nadie que desee pasar por moderno y estiloso se reconocerá un forofo, si bien su legado se ha ido filtrando sibilinamente en toda clase de obras modernas. No hay más que oír a un grupo asiduo del Primavera Sound como es Tame Impala, con sus evasivas dinámicas instrumentales, o a los chiflados muchachos de King Gizzard & The Lizard Wizard, o a Fleet Foxes, o a los más rodados The Flaming Lips, o a metaleros como Tool Mastodon, o a las bandas de estadios Coldplay y Muse.

Mientras, los viejos pioneros siguen activos, aunque sus filas estén diezmadas. El batería de Pink Floyd, Nick Mason, se deleita ahora tocando el material más remoto del grupo, el del período 1965-72, anterior al famoso ‘The dark side of the moon’. “Ya hay muchas bandas de tributo tocando los éxitos de Pink Floyd”, me contaba esta semana en entrevista telefónica, motivada por el concierto que ofrecerá con su nueva formación el 1 de julio en Barts.

En esta sala actuará este mismo viernes otro nombre histórico de esa escena, Jethro Tull, y el 16 de septiembre lo hará Steve Hackett con ‘Genesis revisited’, en homenaje a su antiguo grupo, que, por cierto, planea una gira de reunión (sin él ni Peter Gabriel, y con Phil Collins al frente) para el 2021. Otro nombre de leyenda, Yes, se dejará ver el 26 de abril en Razzmatazz, recorriendo su álbum ‘Relayer’, de 1974. La fiesta continúa mientras los controles médicos no aconsejen lo contrario.

Aunque tachado de pretencioso, vacuo y propenso al egocentrismo, el prog-rock ha tenido su papel en la evolución de la música. Expandió los límites de la expresión pop y entregó fantasía a la afición. ¿Merecía el ensañamiento? Es espinoso tachar de malvado a todo un estilo musical, y los excesos y los esperpentos no son exclusiva de ninguna familia, ni se libra de ellos el ismo más ‘cool’. Pero, atención: el prog-rock es, por excelencia, una música inglesa, blanca y consumida por hombres de mediana edad. ¿Puede haber hoy un perfil más odioso?

Viaje al origen de Pink Floyd

Todo apunta a que Pink Floyd no volverá por desinterés de sus líderes, Roger Waters y David Gilmour, pero su histórico batería (el único miembro del grupo que ha tomado parte en todas sus encarnaciones) encabeza ahora la formación conocida como Nick Mason’s Saucerful of Secrets, nombre que alude al segundo álbum de la banda, de 1968. Su misión es revisar el repertorio más juvenil de Pink Floyd, incluyendo su etapa con el malogrado Syd Barrett. Mason cuenta con un viejo colaborador de Floyd, el bajista Guy Pratt, y con Gary Kemp, guitarrista de Spandau Ballet, grupo actualmente en el congelador.