EL DISCO DE LA SEMANA

Green Day, terapia contra la nostalgia en 'Father of all motherfuckers'

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Jordi Bianciotto, Roger Roca, Juan Manuel Freire, Ignasi Fortuny

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Guitarras eléctricas escurridizas, estribillos tribales y bailoteo atolondrado, exorcizando la nostalgia de la adolescencia, son los ingredientes que maneja Green Day en el disco que ha puesto a la venta este viernes. Es el giro hacia la canción sencilla, llana y divertida, con destellos de melancolía, de la banda que en los 90 encabezó la cuadrilla punk-pop (antídoto a la oscuridad grunge), y que tras el cambio de siglo se puso más serio en obras de calado conceptual como 'American idiot' y '21st century breakdown'.

'Father of all motherfuckers' (título que algunos medios y plataformas reducen a 'Father of all...', si bien en su portada luce entero) es el álbum más corto de Green Day: 25 minutos y 53 segundos. Menos de tres minutos por canción de media, celebrando la inmediatez, si bien no a través de un regreso a los orígenes, sino expandiendo moldes y patrones. Desde la pieza que lo abre y le da título, a golpe de rock abrupto con vestigios de blues y voz en falsete, la banda californiana se las arregla para sortear fórmulas y lograr que (casi) cada una de esas pequeñas canciones sea moderadamente sorprendente. Todo un mérito considerando las limitaciones naturales de un lenguaje musical en el que todo parece haber sido dicho.

Con la ayuda de Gary Glitter

En 'Fire, ready, aim', un 'riff' de guitarra canónico decanta el corte hacia un sonido garajero con órgano 'sixties', mientras que 'Oh yeah' ahonda sin complejos en un glam peleón de equipo de 'cheerleaders', ideal para corear en un estadio. Logro, hay que decir, del gran Gary Glitter: el estribillo está 'sampleado' de una creación suya de 1973, 'Do you wanna touch me', o mejor dicho, de la versión que grabó Joan Jett casi una década más tarde. La siguiente estación nos lleva con desparpajo a aquella clase de ritmo Motown que The Strokes reflotaron en 'Last nite', y nos topamos luego con la canción de mayor calado del disco, 'I was a teenage teenager', suerte de advertencia en torno a los fantasmas de la juventud, el fracaso escolar, la desubicación y las drogas ("no quiero asustarte / pero no puedo mentirte"), con un estribillo que en inglés llamarían 'anthemic', con propiedades de himno.

Green Day mantiene la tensión en una segunda mitad que funde alegría y ansiedad a través de plantillas cambiantes, con el rock’n’roll de 'Stab you in the heart' y un receso, aquí sí, hasta el punk-pop en 'Sugar youth'. Suben el torno las reflexiones generacionales agridulces en 'Junkies on a high' y 'Graffitia', destapando el lado oscuro de la fiesta y mirando hacia atrás: "Éramos todos unos creyentes / Es el crimen perfecto". Reflejos de angustia sin drama, en una producción de Butch Walker (profesional sin manías: de Weezer a Taylor Swift) con la que Billie Joe Armstrong y compañía logran sonar juveniles sin dejar de ser maduros. – Jordi Bianciotto

OTROS DISCOS DE LA SEMANA

Sin precedentes: Wayne Shorter de solista en una 'big band' que interpreta piezas de su inabarcable repertorio. Y contra todo pronóstico, este insólito encuentro en directo del tótem del jazz moderno con el gran sedán de las 'big bands', funciona. Los arreglos dan un lustre desconocido a las composiciones y Shorter (aquí con 81 años) conserva toda su magia. -Roger Roca

En sus últimos trabajos como líder de Hop Along, Quinlan demostró habilidad para cambiar de ritmo y tono de forma tan fluida como electrizante. En su primer disco a su nombre, parece buscar una experiencia más concentrada; más minimalismo en las composiciones, una instrumentación menos densa… Y a veces se echa en falta a la vieja Quinlan, pero en muchas otras ocasiones (sobre todo 'Rare thing') esta idea sirve para redescubrir en profundidad una voz más grande que la vida. – Juan Manuel Freire

El productor inglés Alex Crossan (23 años) cambia de registro en su segundo álbum, introspectivo, en el que expresa la confusión que rodea la etapa juvenil en la que él y su generación están inmersos. Suenan guitarras para evocar a sonidos indie-rock o punk y hasta delicioso pop en el tema en el que colabora la cantante Clairo. - Ignasi Fortuny

Casi 10 años después de su última señal como Abús, Agustí Busom, pionero de los 'bandautors', resurge con canciones hondas pero diáfanas, entre ecos de la noche y los demonios, lamiéndose las heridas y buscando la luz con un sensible aparato eléctrico. Canciones bellas y poéticas que echan raíces y crecen siguiendo el ciclo vital. J. B.