JUICIO EN NUEVA YORK

Weinstein: "Así funciona la industria"

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Idoya Noain

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Este viernes se estrenó en los cines de Nueva York ‘The assistant’, que cuenta un día de una ayudante en una productora de cine. Recién graduada, último eslabón en la compañía, llega de mañana y se pone guantes para limpiar las manchas en el sofá de su jefe. Redacta mensajes de disculpa con las sugerencias de sus compañeros: "No me corresponde cuestionar tus decisiones", "estoy agradecida por la oportunidad". Firma cheques en blanco, acompaña a una ingenua joven a un hotel y cuando acude a recursos humanos le dicen: "No te preocupes, no eres su tipo".

En la pantalla nunca se ve al jefe, nunca se le nombra, pero está claramente modelado en Harvey Weinstein. Y en la sala 1.530 del Supremo estatal de Nueva York esta semana, segunda del juicio ante el jurado del productor señalado por cerca de 100 mujeres e imputado a los 67 años con cinco cargos de violación, agresión y conducta sexual depredadora, la realidad ha vuelto a superar la ficción.

Testimonios e interrogatorios brutales

Mimi Haley y Jessica Mann, sobre cuyas acusaciones se ha construido el caso penal, han testificado contando en detalle, entre lágrimas, traumáticas experiencias: en ambos casos sexo oral forzado en ellas, en el de Mann también violación con penetración. Sin tiempo para recuperar el aliento, han sido sometidas a brutales e implacables interrogatorios por Donna Rotunno y Damon Cheronis, que dirigen la defensa de Weinstein y se están ganando el sueldo, cuestionando que no solo fueron relaciones consentidas sino "transaccionales".  

Es el trabajo de los dos abogados de Chicago, como sugerir que los testimonios han sido construidos con ayuda de la fiscalía, tratar de no hacer pensar al jurado que en las relaciones consentidas también hay agresiones sexuales o enterrar los análisis de expertos que explican que muchas veces no se denuncia o se mantienen relaciones con el agresor. Pero los relatos de Haley y Mann y los de otros testigos esta semana ratifican el retrato de Weinstein como un titán de la industria y un monstruo que creó, manejó y abusó de una estructura de poder, especialmente con jóvenes que aspiraban a hacer carrera y con las que impuso el sexo como peaje para un estrellato que en muchos casos nunca llegó.

Dawn Dunning, una de las testigos con las que, como con Anabella Sciorra, la fiscalía trata de probar el patrón de conducta depredadora, era una de esas jóvenes en el 2004. Llegada a Nueva York de Ohio, como tantas aspirantes a actriz trabajaba de camarera cuando conoció a Weinstein en un bar de lujo. Le creyó cuando le dijo que podía ayudarle en su carrera y por eso acudió a una reunión en una habitación de hotel que creía de negocios. Lo que no esperaba es que la separara del grupo, metiera la mano bajo su falda y le tocara los genitales.

Dunning quiso "pretender que no había sucedido". Acudió a otra reunión en la que supuestamente hablarían de guiones pero cuando llegó Weinstein, vestido solo con un albornoz, le sugirió que tuvieran un trío con una de sus asistentes. Cuando ella rió, explicó, él entró en cólera. "Nunca harás nada en este negocio. Así es como funciona la industria", le dijo. "Así es como llegaron donde están" tres actrices, entre las que mencionó a Salma Hayek y Charlize Theron.

Ante los siete hombres y cinco mujeres del jurado ha pasado además Lara Wulff, otra aspirante a actriz camarera que asegura que en 2005 Weinstein se masturbó delante de ella una vez y otra le violó. También, uno de los abogados del prestigioso bufete que gestionó para Weinstein un contrato con la agencia israelí de investigadores Black Cube, fundada por antiguos miembros del Mossad. Debían “proveer información que ayudara a detener completamente la publicación de un artículo negativo en un importante diario de Nueva York”. Recibieron del acusado una lista con nombres marcados en rojo que eran “los de interés”, entre los que aparecía el de Sciorra. En Black Cube nunca cobraron el bono de 300.000 dólares estipulado si frenaban los artículos.

Envejecido; igual

Cada día Weinstein escucha atento y aparece especialmente involucrado en el proceso cuando Rotunno hace entender porqué se le ha descrito como “bulldog”. Como se encarga de recordar la fiscalía incluyendo como pruebas fotos antiguas, cuando sucedieron las supuestas agresiones no era ese hombre envejecido que ve el jurado, que aunque no está en la sala cuando entra y sale sin duda es consciente del andador junto a su banquillo.

El productor sigue exudando un aire de pensarse invencible. Cuando abandonó la sala tras el testimonio sobre Black Cube y se le preguntó por qué les contrató dijo orgulloso: “Para días como este”. Igual se marchó el viernes. Poco antes Mann, que admitió haber mantenido también una relación sexual consentida, había explicado que la primera vez que le vio desnudo pensó que era “deforme e intersexual” y dijo que “no tiene testículos y parece que tiene vagina”. ¿Es esa descripción ajustada? se le inquirió a Weinstein cuando se iba del tribunal. “Sí, perfecta”, dijo. Aún tiene fuerzas para ser sardónico.